Un regalo de Sergio Astorga

viernes, 31 de agosto de 2012

Tramuntana blava




J. Sorolla (1863-1923). Paseo a orillas del mar. Óleo sobre lienzo. 1909. Madrid, Museo Sorolla. 





Azul. De un azul tan profundo como solo allí sabe ser profunda la naturaleza y su gente.
Nítida. Tan arrolladoramente transparente que a su paso va contagiando de limpidez cuanto toca.
Brava. Con la fuerza imponente que le da ser el más poderoso de los vientos.



Así es la Tramuntana.
Y así es la tierra que la engendra y la gesta y le da el ser.
Y azul, nítido, bravo es L'Alt Empordà, l'altra meva terra.



Porque ya no podemos prescindir de la una ni del otro. Ni del sol  y la sal. Ni del agua.
Porque cuando salimos de la autopista y enfilamos el camino a Roses, sabemos que estamos llegando a casa.



Y reconocemos los profundos aromas de la tierra y el viento profundos. Y el salitre que se pega hasta llegar al fondo de la piel. Y la retina que se oscurece llenándose de luz azul, nítida, profunda, brava. Y los sonidos que provoca el viento en las encinas según nos acercamos a la línea de la costa. Y el sabor agrio y limpio del aire que se nos cuela paladar abajo.



Amo esta tierra como a pocas personas he amado. Porque es mi punto de anclaje. Porque en esa cala profunda, brava, azul puedo refugiarme y descansar. Porque allí nada malo nos sucede y a ella acudimos siempre para recuperarnos y cerrar heridas.



Y el viento profundo y azul y nítido y bravo nos acoge, nos acuna, nos cura. El cuerpo y el alma.  Que nadie como él, que tiene nombre de mujer, que nace del norte y empuja y avasalla sabe cicatrizar el dolor de hospitales todavía abierto.  El del alma. El del cuerpo.
Y el agua inmensa, transparente hasta cegar los ojos, de un azul turquesa limpiamente profundo nos deja entrar en ella, profanarla. Nos acuna, nos cura, nos acoge.



Cada vez que septiembre dobla el cap Norfeu nosotros acudimos fieles a la cita. Como si de ascender a un santuario se tratara. Con la fe ciega del que no cree más que en la bondad del agua y de la tierra y del viento.



Y es entonces cuando desiertos o estepas o tundras de julio, junio, mayo, abril, marzo, febrero... comienzan a desvanecerse al conjuro de la naturaleza azul, brava, limpia, profunda. Ya no existen, no son. Pasaron, fueron solamente.



Volveré con el alma limpia, azul, brava, profunda. Acunada, acogida, curada.
Para empezar de nuevo. Sin olvidar cuáles son mis raíces. Las heredadas y las libremente elegidas.
Y el amor por ellas... Limpio, profundo, bravo...


... Azul.




Mercedes Sosa (canta María Eugenia Fernández)  - ¡Ay, este azul!




J.M. Serrat - Mediterráneo



M. Pol - Ll. Llach - Et deixo un pont de mar blava (trad.) 
Ll. Llach - Arran de terra (trad.)






[Discúlpenme porque no habrá contestación a los posibles comentarios de esta entrada. Mañana nos vamos. Por fin. Sean todo lo felices que puedan y vigílenme el patio que ése y sus amigos son capaces de arruinarlo todavía más].


martes, 28 de agosto de 2012

Valladolid: luz y espacio





Valladolid. Santa María la Antigua





Llego a la ciudad muy temprano medio dormidas ella y yo todavía. Agradezco profundamente los 18 grados de temperatura con que me recibe después de una noche de calor en Madrid en que dormir se convirtió en imposible. Es curioso que Valladolid siempre sea amable conmigo en ese sentido.

Sobre la marcha y sin venir a cuento cambio de itinerario y, en lugar de caminar hacia el parque, tomo la calle Gamazo. Aquel café, no excesivamente limpio y de dependiente arisco pero al que tanto me gustaba ir ha cerrado definitivamente. Su esqueleto sucio de madera enmarcando los cristales tapados con papel de periódico me demuestra una vez más que todo, antes o después, acaba muriendo. Πaντa ρεῖ. Nada permanece.

Conecto los auriculares al reproductor. Suenan las 6 suites para cello de Juan Sebastian Bach. La ciudad me envuelve y me regala.

Definitivamente mi rumbo, que parece haber adquirido vida propia sin que mi mente le ponga demasiados obstáculos, camina ahora por otros derroteros. Hace un día demasiado hermoso para desgranarlo en interiores, con lo que el proyecto de fotografiar el museo Fabio Nelli se borra sin el menor remordimiento de mi cabeza.

Entro en la plaza de España al tiempo que dan las campanadas de las nueve. Me salen al encuentro los olores de flores, frutas y verduras. Y las flores huelen y la fruta huele y la verdura huele. El mercado al aire libre hace que mire con otros ojos esa plaza que siempre me pareció destartalada y grande en exceso.
Definitivamente hoy no va a ser un día de encerrarme entre cuatro paredes a escudriñar objetos prehistóricos o cuadros barrocos. Voy atravesando con calma varias calles nada concurridas y me salen al encuentro, como duendes, unos libros primorosamente colocados en estanterías. Se dejan ver tranquilos y orgullosos a través de la ventana -casi escaparate- de una fachada en la que un letrero canta alegre más que reza: "Biblioteca Municipal Infantil". A pesar de ser un día de trabajo hay tanto silencio en la calle que escucho mis pasos golpear tranquilamente y con ritmo.

Por fin y al volver de una esquina, lo que hay más allá no por conocido me impresiona menos. El colegio de Santa Cruz es, casi con toda seguridad, la primera construcción netamente renacentista que se hizo en España. Siento especial predilección por él, por motivos académicos y personales. Porque fue cronológicamente el segundo edificio de una tesis doctoral de título pomposo y rimbombante que nunca llegó a ser y porque me hace viajar a una época dulce en que la Universidad y algunos profesores y compañeros me mantenían despierta, curiosa y muy viva.

Hace cuatro años que intento verlo al completo después de su restauración y hoy -en que nada puede salir mal- finalmente lo consigo. Está abierto y vacío. Silencioso y recién estrenado.
La antorcha krausiana me había avisado hace ya un par de años de que lo habían blanqueado demasiado. Yo no sé qué pasa últimamente con las restauraciones arquitectónicas en este país. Salvo honrosas excepciones, a los edificios se les arranca la suciedad de tal manera que en su excesiva desnudez parecen huérfanos e indefensos y desde luego mucho más modernos de lo que son.
Pero pronto sus medidas, su limpieza de líneas y de construcción, su ausencia prácticamente total de adornos se superponen a la palidez de los muros, de la piedra. Los arcos de medio punto, elegantes y equilibrados contribuyen a la calma y el sosiego. El aire y la claridad del día lo tornean suavemente. Las sombras, sin embargo, empiezan a caer violentas, en contraste y cascada por la arcada alta. El escudo de los Mendoza campea a sus anchas por todas partes.
Una puertecilla me conduce a otro patio que no conocía. Castaños de Indias, prunos y rosales regalan un marco verde al edificio de fachada muy hermosa, que lo centra y ordena. Los nenúfares de un estanque pequeño, aupándose apenas desde el borde del agua, intentan darles la réplica.

Una de las pocas ventajas que comporta el cumplir años es que aprendes que la prisa no solo no es necesaria, sino que se vuelve perfectamente prescindible. Lo que se pierde en energía se gana en tiempo. No hay mal que por bien no venga.
No, no voy a encerrarme en un interior tabicado en lo que me queda de jornada. Tiempo habrá en invierno de fotografiar y mirar. Ahora el cuerpo y el alma me piden luz, aire, espacio construido pero en movimiento, domesticado por la piedra pero nunca sometido.

Camino muy despacito por una Pucela vacía y amable. La fachada de la Universidad queda a mi izquierda cuando cruzo hacia la seo y Santa María la Antigua. Me desvío una pizca y entro en la Catedral, en ese proyecto frustrado de Juan de Herrera. Caótica, deslavazada y también limpia en exceso pero con ese soplo del arquitecto escurialense que lo hace único y genial. Salgo de ella y poco a poco voy bordeando su perímetro hasta llegar a la parte trasera. Restos de edificaciones góticas, cistercienses y románicas dan de repente sentido a la colosal mole herreriana.

Al otro lado de la plaza, Santa María me niega su acceso contradiciendo el horario de culto del letrero en su fachada. Es igual. El exterior ofrece multitud de elementos por los que el sol, ya alto y con fuerza trepa, dibuja y da forma. El tejado de la torre, piramidal y levemente en relieve, heredero esbelto y digno de las cúpulas gallonadas de Salamanca, Zamora o Toro. Las líneas de imposta de taqueado jaqués. Los arcos que rasgan la torre. La altivez del campanario. Las hermosas proporciones de la fachada sur... Todo, todo en Santa María es espacio abierto por donde la luz resbala afanosa modelando.

Si no se han dejado llevar nunca en una ciudad por el GPS, prueben a conectar la próxima vez el de su móvil. Es divertido y lleno de sorpresas seguir una línea en la pantalla del teléfono. Uno camina y, al tiempo, se reconoce divertido en esa bolita azul que irradia círculos y que dice que es Vd. y no otro quien por allí pasa. Y está. Y es.

Después de mi renuncia voluntaria, definitiva y ya sin remedio al Museo de Valladolid, me encamino despacito al Patio Herreriano. Pero desoyendo la línea que marca mi guía móvil, a propósito giro por otra calle, atraída por un aroma delicioso a pastelitos y bollos recién horneados y por la vista del pórtico inmenso y subyugador de San Benito. Nunca he podido ver su interior. Y me atrae la oscuridad de sus pilares como un abismo fresco y franqueable. 

Al entrar vuelvo a sentir el volumen encerrado del aire entre la piedra de una forma directa y arrolladora. El coro, que deduzco tardogótico, deja paso a un inmenso espacio, así en minúsculas y libre. Me quedo sentada un buen rato, sin más, con la cámara agazapada en el regazo como un gato tranquilo y en reposo aparente. Más tarde vendrá el aprehender las bóvedas, los capiteles, las esculturas con el objetivo. Ahora no, ahora es el momento de dejarse llevar y abarcar. La Piedad del lado de la epístola está llamando en su susurro apenas audible. Su rostro, sus manos, el hijo muerto en brazos se imponen sobre su compañero de ábside, envuelto en dignidad y piel de eremita.
Y  las aristas y ojivas, los poderosos pilares, las bóvedas doradas acuden al rescate, celosos de la atención dedicada a la imagen.

Y allí dentro, lo que hasta ese momento era una intuición estalla. He mantenido siempre con esta ciudad hermosa y viva una relación especial, diferente, no siempre fácil. Valladolid hoy, como nunca antes, se convierte en una ciudad de aire, luz y espacios abiertos. Hoy más que nunca la piedra habla, resucita, vuelve a ser la que fue. Como un láser delicado y firme hace desaparecer cicatrices y se abre luminosa en contrastes feroces de sombra y sol. 

Salgo mucho más despacio todavía de lo que entré y bordeo el monasterio para entrar, ahora sí, en el Patio Herreriano pero con nuevas intenciones. No puedo dedicarme hoy a objetos, a cuadros, a esculturas. La luz se impone con demasiada fuerza. Hoy las piedras reclaman atención y me llaman de forma suave pero imperiosa. Y yo estoy abierta de espíritu, mente y cuerpo a esa llamada. 


Valladolid. Patio Herreriano



Caprichoso, el reproductor de música me entrega por sorpresa las Variaciones Goldberg tocadas por Gould.  Son las once  y cuarto de la mañana. Bach ilumina definitivamente el día. 

El patio central del vecino convento es una hermosa caja de luz azul y amarilla sobre el blanco apenas desdibujado del granito. Y en él, una profunda llaga abierta en forma de escultura de Juan Carlos y Sofía. Porque esa pieza rompe la razón de ser del patio como cruce de caminos, como punto de encuentro. Irremediablemente los puntos de fuga se pervierten. Se disuelven las fuerzas centrípeta y centrífuga y el espacio deviene huérfano de sentido.

Entro en la capilla de los condes de Fuensaldaña. La oscuridad es total salvo a ras de suelo, en que el árbol luminoso de Canogar presta contraste a los restos antiguos de una edificación a medio camino entre la historia y la nada. Un espacio demolido por el tiempo y bien restaurado. A la salida, el sol hiere. Y es hermoso y vale la pena el dolor en los ojos. 
Avanzo esta vez un poco más y el patio de novicios me sorprende volviendo a llenar de luz la sombra profunda y pertinaz de ese pozo cerrado, oscuro y moldeado que era el recinto religioso. 

Me encamino a la escalera y en el segundo piso una bedel obsequiosa y algo insistente se empeña en dirigirme hacia las salas. Con amabilidad intento que comprenda que no, que yo solo quiero acceder al segundo piso del patio desnudo de adornos, limpio de líneas, cuajado de aire, cortado a cuchillo por sombras definidas y duras.  No acaba de entenderlo pero me deja hacer. 
No quiero hablar demasiado con nadie. Quiero que me dure el sabor, al subir el último tramo de escalones, de una nueva perspectiva en fuga disparada y nueva. Desde lo alto,  la masa -de nuevo en exceso blanqueada- de la iglesia que encierra el Archivo sirve de telón de fondo teatral, luminoso y cambiante de sombras al jardincito que da acceso al museo. Los ojos se detienen, las manos buscan el clic preciso de la cámara. El alma encuentra.

El patio alto apabulla por la claridad. Y por el calor que provocan los cristales que cierran los espacios abiertos. La contrapartida bien hermosa está en el reflejo de la piedra sobre la piedra. Y sobre el vacío que llena los volúmenes apenas ondulados. Ventanas a la luz y a las formas. Sombras oblicuas, derramadas sobre el suelo pulido y limpio. Como espadas que cortan el aire iluminado y le dan brillo y fuerza.

Nada rompe la magia de lo vivido en esa mañana cuando desciendo tranquila hacia la Rinconada.  Me detengo un rato a mirar los colosos de la fuente en su imposible empeño por contener, comprimir,  reforzar. La ciudad ahora bulle, late, se mueve con soltura y ruido. 

Enseguida y a través de una calle minúscula desemboco en el espacio abierto por antonomasia de una  ciudad, de la ciudad, de esta ciudad. 

Cuadrada, sobria, hermosa. Roja. El viejo conde Ansúrez me guiña el ojo desde el centro. El espacio y la luz me envuelven de nuevo. Y yo me descubro ante esta ciudad clara y renovada, que es capaz de abrirse y darse sin pedir a cambio más que el mínimo esfuerzo de caminarla. Plazas e interiores vertiginosos o amables, inconfundibles o escondidos. Nunca como hoy una ciudad me ha enseñado que Heráclito, quizá, anduviera equivocado. Quizá no todo fluye. O quizá es que su belleza, a un tiempo, fluye y permanece. 

Apago y guardo la cámara por hoy. Me siento en el Continental y espero. 

A partir de ahora, la piedra y la forma, los volúmenes y las sombras le cederán el espacio a las personas. El mediodía y la tarde prometen transcurrir en la compañía amable y protectora  de nuevos y viejos y queridos amigos. Y con ellos vendrán de la mano un aperitivo, la comida, la charla, la risa, el compartir, el paseo de vuelta. La estación envuelta en gente y voces. 

El regreso. 



Valladolid: luz y espacio from Blogfreia on Vimeo. A pantalla completa quizá lo disfruten más. 


lunes, 20 de agosto de 2012

La danza de las horas












Llegaron finalmente.

           



         Y lo hicieron bailando.

                    Digamos que su editor las mimó hasta que estuvieron preparadas.

                                                                              Por eso se retrasaron un poquito. 




                Pero están tan bonitas que mereció la pena esperar. 




Horas rotundas y limpias de corpiño rojo y negro sobre un tutú blanco inmaculado. Su vestido es simple y hermoso a un tiempo. Piden permiso para entrar educadas y con mimo, pero sin timideces. Por fin salieron a escena y están dispuestas no solo a ser meras figurantes del cuerpo de baile sino a convertirse en la prima ballerina. Todavía en reposo ya nos parecen pertinaces y valientes. Sus piernas, de trazos poderosos y elegantes y en quatrième position, les hacen mostrar su cuerpo a la vez coqueto y flexible. El torso bien perpendicular, los brazos relajados, con la tensión justa y necesaria, hacen pequeños ejercicios de estiramiento, grands pliés et relevés, en espera de que la música comience. 

Suavemente, se yerguen sobre sus zapatillas plateadas para iniciar un majestuoso arabesque et...


...Voilà, c'est la Poésie qui lève les pointes de leurs doigts en dessinant une harmonie vive et pétillante..!


C'est la Danse elle-même qui éclate... et murmure... et va..!



Abrácenlas con la mirada mientras vuelan sobre el escenario porque no van a poder seguirlas de otro modo. Son gráciles pero en absoluto huecas. La elasticidad de sus movimientos señala inequívocamente a quién pertenecen.  Su equilibrio delata que forman parte de un mecanismo orgánico casi perfecto.
Las extremidades fuertes y valerosas dan alas a un tronco denso, perfectamente torneado y construido.  Esbelto y potente. Con la musculatura justa y en total ausencia de grasa. Es etéreo y vigoroso. Delicado y profundo. De una naturalidad asombrosa y sin artificios pero con la fuerza suficiente para subir o descender, girar sobre si mismo en fouettés imposibles, esperando un postrero pas de deux que las merezca...



... Hasta posarse con levedad sobre el suelo de la escena en  un armonioso ballonné final.











A.Ponchielli (1834-1886). La danza delle ore (La danza de las horas). Ballet de su ópera La Gioconda, 1876.
    1) [Arreglos de Bates]. Sinfónica de Londres. Robert Irving, director. EMI, 1961
    2) [Arreglos para noneto de viento, de Tarkmann] Ensemble Villa Musica. DG Gold, 2010.





martes, 14 de agosto de 2012

El Bosco de Lisboa




DEDICATORIAS

A Fernando Marías Franco e Isidro G. Bango Torviso, grandes conocedores de El Bosco, porque ellos me enseñaron pacientemente lo poquito que sé sobre el flamenco. Con mi admiración, mi respeto, mi afecto.

A Josep Soler i Sardà, por su música. Porque es uno de los grandes. Con mi respeto y admiración.

A Diego Fernández Magdaleno (*), porque sus interpretaciones nos hacen a todos un poquito mejores. Por su generosidad y bonhomía, más allá de admirarlo y respetarlo profundamente. Con mi afecto y mi cariño.







Sí señores, hoy toca entrada sinestésica... ¡Ah, se siente! pero hace ya mucho que no les doy la lata con una de ellas. "Eso no es cierto" argüirán cargados de razón. Bueeeeno... sí pero no. Porque lo cierto es que con Britten sí la hubo pero se la trajo el compositor de serie. Yo nada mezclé ni tuve que ver con el cocinado de modo que a los efectos "blogocósicos" no cuenta. 

Y es un "ensemble" con el que me siento personalmente muy a gusto. Las fotos fueron tomadas por mí el invierno pasado en Lisboa (jejeje, hacía mucho que no salía algún juego de palabras tonto de la condesa). Concretamente en el Museu de Arte Antiga de esa ciudad que quiero tanto. Todas ellas pertenecen a Las Tentaciones de San Antonio de El Bosco. Parece que ¡por fin! hace unos 15 días tuve el tiempo suficiente de sentarme a seleccionarlas y darles un orden mínimamente coherente. Y según las iba pasando, escudriñando, viendo en detalle, la música de Josep Soler vino sola. Porque es hermosa, porque es -en ocasiones y a mi modesto sentir-  una composición algo desolada. Y desnuda. Y bellísima. Un lamento. Y porque además la toca Diego que es el mejor pianista de música contemporánea que tenemos y es un lujazo conocerlo y poder escucharlo y disfrutar de lo que interpreta y de cómo lo interpreta.

Lo que verán al final de esta página es pues el resultado de unir tan importantes elementos pictóricos y musicales, convenientemente ensamblados y una vez subido al youtube  porque hoy en día si no estás en el tubo, no existes. No sé si les gustará o no la simbiosis pero a mí me pareció la música perfecta para acompañar las, difíciles en ocasiones, imágenes del de 's-Hertogenbosch. 


Pero no vayan tan deprisa... ni empujen el ratón hasta el final de la entrada, que les estoy viendo. No se van a librar, mis queridos lectoyentes, de su ración plomífera de discurso condesil relativo a pintura y música. Vamos, dejaría de ser quien soy si me limito a hacer la entrada con el vídeo y punto.

No, ya en serio. Ni el compositor ni el intérprete, ni los dos admirados y queridos profesores de carrera se merecen que pase de puntillas por su obra. Sé que lo entenderán y que disfrutarán de lo que escribieron o tocaron tanto o más que yo.


Comencemos pues por la pintura de don Jeroen van Aken, alias Hieronymus Bosch, alias El Bosco.

Todo el mundo admira El Jardín de las Delicias y lo considera su obra maestra pero permítanme que yo disienta de ello. Y cito de nuevo a Isidro Bango porque siempre me decía que, para él, los dos mejores cuadros del flamenco eran los trípticos de La Adoración de los Reyes Magos, en el Prado y  de Las Tentaciónes de San Antonio, en el mencionado museo lisboeta. Estoy totalmente de acuerdo con su criterio. 

Y ganas tenía de conocer este último, que el primero lo tengo bien a mano y lo contemplo a menudo pero el otro se me ha resistido durante largo tiempo. Porque la primera vez que visité Lisboa fue en 1979 pero han tenido que pasar más de treinta años para poder ponerme delante de la tabla. Obviaré las razones de esa ausencia -que no olvido- un tanto forzosa. Básteles saber que cuando por fin pude verlo, la impresión fue mayúscula. Por la tabla en sí y por razones personales y sentimentales.  

Y vaya si mereció la pena. M, que me conoce bien y me soporta a diario, se sentó pacientemente en el banco de la sala donde está ubicado sabiendo de antemano que tendríamos para un buen rato.  Abrió un libro, se zambulló en su lectura y me dejó trabajar. 

He de decir que primero me pasé más de un cuarto de hora  abarcando el cuadro, disfrutando a solas de él. Y no saqué cámara ni objetivo alguno hasta haberlo gozado largo y tendido, hasta haberlo hecho un poco -o un mucho- mío. Después, todo lo demás vino rodado porque la propia obra te invita a ello, te lleva de la mano. Lo que verán en este post no es más que la cuarta parte de las fotografías que tomé aquel viernes de enero, un par de horas más tarde de haber aterrizado en Lisboa. 

La cámara lo ve todo. Es la gran testigo. Nada se le suele escapar si cae bajo su lente poderosa. Eso lo sabe bien esta condesa que últimamente anda embarcada en aprendizajes de cine y en saber cómo comportarse ante ese ojo al que nada se le oculta o de quien nunca te escabulles.  Si esa lente es un teleobjetivo,  la verdad desnuda se multiplica de la mano del detalle. El encanto y la belleza también.  Tiempo tendrán de juzgarlo por Vds. mismos.
Deberán disculpar eso sí la poca calidad de algunas imágenes, de plano más general. El objetivo con el que fueron hechas no daba más de sí pero me ha parecido importante incluirlas, dado que es la única forma de que adquieran una idea clara, los que quizá no lo conozcan, de cómo es el cuadro. Les permitirán además ubicar el resto de las imágenes posteriores en el lugar correcto que ocupan dentro de la pintura.

Y ahora vamos con la historia y el significado del cuadro... ¡Ahí es nada! No, no crean que es fácil, que no lo es en absoluto ni hay una explicación única de la iconografía y el simbolismo de la obra maestra de El Bosco. Si los estudiosos y "boscólogos" no se ponen de acuerdo, imagínense el resto de los mortales, ignorantes, que nos acercamos a ella.

Tengo que empezar por decir que pocos artistas han sido tan maltratados de puro buen trato como El Bosco. Me explico. Es uno de los pintores más nombrados, admirados, queridos en definitiva en nuestro siglo XX y lo que va de XXI. Se le considera el "inventor" de sus extrañas figuras y de los incomprensibles símbolos que esconden. Los surrealistas lo admiraron y lo incorporaron a sus obras en multitud de pequeños y significativos homenajes. Se le ha tildado de hereje, drogadicto, metido en mundos de brujas y demonios con lo que a los ojos del hombre actual aparece como un visionario, un adelantado a su tiempo. Soberbio, fantástico, genial. El personaje y su obra han sido ensalzados por motivos ajenos a la calidad artística de esta última que, por otra parte, es muchísima. 

Pues, perdónenme Vds., pero nada más alejado de la realidad ni más injusto para con el pintor flamenco. Se ha construido un personaje absolutamente falso, irreal e inexistente que ha tapado y todavía tapa al artista y al hombre reales. Eso sí,  por supuesto, ha vendido y vende muchísimo. En definitiva, se ha inventado casi todo sobre él pues parece que, por lo que respecta al flamenco, todo el mundo tiene derecho a falsear, elucubrar, hacer hipótesis sin la menor base ni el más mínimo rigor científicos. Hay patente de corso al respecto. Se lleva el malditismo. No les digo que hasta el señor de Cuarto Milenio lo ha relacionado con extraterrestres...

Y genial lo era. Mucho. Pero por motivos muy diversos. Creyente fervoroso y respetable, no se inventó ni una sola de las figuras que pintaba pues tenía, como la mayor parte de sus colegas de oficio, sus fuentes literarias y artísticas propias o por encargo. Y desde luego ni por lo más remoto pensó ni hizo públicas las ideas que ahora, nosotros los modernos, le atribuímos. De familia de artesanos y pintores por varias generaciones proveniente de Aquisgrán (de ahí su apellido Aken o Aeken), nació en la pequeña ciudad de 's-Hertogenbosch. Hizo un matrimonio conveniente con una señorita de buena familia lo que le permitió trabajar sin agobios y pertenecer a la sociedad más respetable de su entorno. Trabajó mucho. Tuvo un éxito razonable en vida. Probablemente viajó a Italia aunque nada hay seguro y terminó sus días tranquilamente en su ciudad natal bien considerado en su profesión y en su círculo social.  

Verán, siempre debemos estudiar a los personajes históricos, ya sean pintores, dictadores, guerreros u hombres de iglesia, ateniéndonos a los datos comprobados y fiables, no basándonos en elucubraciones más o menos efectistas. Es decir, la única forma de acercarnos con un mínimo de verdad a las obras del flamenco, amen de analizando su propia obra, es estudiando los datos reales que tenemos de su persona y también de la sociedad y del entorno temporal y local en el que vivió y desarrolló su trabajo. Todo lo demás es pura teoría falta del menor soporte de credibilidad, por muy bonito que aparezca a nuestros ojos.

El Bosco, como hijo de su época, era un simple artesano (sí señores, artesano, que el concepto de artista todavía no había prendido, salvo contadísimas excepciones, ni en la sociedad ni en los gremios) al que un patrono o comitente encargaba una determinada obra. Y era el autor de dicho encargo, habitualmente mucho más culto e instruido, el que le marcaba unas pautas muy concretas en lo que a tamaño de la obra, personajes, colores, etc. se refería. Y le daba también directrices de qué fuentes literarias, históricas y de imágenes debía consultar. Jeroen van Acken, como casi todos sus colegas de gremio, no tenía ni idea muchas veces de lo que estaba pintando. Es más, no solo no tenía ni idea sino que en ocasiones confundía pasajes, como le ocurrió precisamente con los de la vida y milagros del eremita Antonio.
 Así pues, le decían lo que tenía que figurar en el cuadro y él se limitaba a cumplir las órdenes de quien debía abonarle más tarde el importe de su trabajo. Tan sencillo, prosaico y real como eso.


[A partir de aquí y si lo consideran conveniente para su salud física o mental, pueden saltarse tranquilamente unos cuantos párrafos hasta el siguiente en color morado, porque vamos a entrar de lleno en el análisis de la obra. Si tienen un poco de paciencia yo creo que les gustará no obstante bucear en los datos.] 


El triptico que nos ocupa fue pintado entre 1495 y 1501 y se cree que fue comprado por el humanista portugués Damiâo de Gois (1502-1574), que vivió en los Países Bajos entre 1523 y 1544. Sobre el comitente hablaré más adelante.

Siguiendo la guía del propio Bango en la conferencia que dio en el Museo del Prado en 2006 dentro del ciclo sobre "El Bosco y la tradición pictórica de lo fantástico" (publicado más tarde por Galaxia-Gutenberg bajo el mismo título), intentaré resumirles lo que aparece en el cuadro y en qué fuentes se basa. Una nota previa: su forma reinterpreta en buena medida la mayor parte de textos relativos a la vida de San Antonio considerados canónicos. Fundamentalmente la Vita del santo, escrita por Atanasio de Alejandría y las normas que los monjes bizantinos consideran doctrina, ampliadas y fijadas por Pacomio. La devotio moderna representada fundamentalmente por Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis -a través de la traducción de fray Luis de Granada-  y La Leyenda Dorada serán fundamentales para entender el complejo programa iconográfico que desarrolló Jeronimo Bosch. Pero como se verá más tarde, sus fuentes no se limitan a textos medievales.

Las grisallas que forman la parte trasera de las tablas laterales y que constituyen el frente del tríptico cerrado contienen escenas de la Pasión de Cristo. Encierran mensajes, basados en la vida de Jesucrito,  claramente alusivos a los valores que inspiraron la vida, la actitud, la enseñanza de San Antonio, pues todo en la obra obedece a un programa iconológico perfectamente definido y bien seleccionado.

La tabla lateral izquierda contiene cuatro temas antonianos en zonas bien diferenciadas que tendrán, a su manera, continuidad simbólica e iconográfica en la central. La ascensión de Antonio y las almas, las tentaciones del demonio, Antonio conducido de nuevo a su cueva y la carta de Balaquio. Sorprende la fantasiosa y rica interpretación que ha hecho el artista de las mismas. Es más, ignora (deliberadamente o no) representaciones formales consideradas ortodoxas en su ámbito con relación al tema del santo ermita.

En el postigo derecho, por el contrario, comienza el relato de una historia que culminará así mismo en la tabla principal. Aparece el diablo transformado en una bella reina que trata en vano y durante toda la noche de inducirle a fornicar. Las fuentes medievales, como la traducción latina que Evragio hizo de la Vita, aluden a que el personaje iba completamente vestido. La Leyenda Dorada, la Leyenda de Patrás y otras fuentes que narran el episodio no aluden en momento alguno a la desnudez de la mujer. Pero aquí la dama aparece hermosamente desnuda, apenas cubierta por un levísimo velo, como una tela de araña. Y es que, seguramente, quien encargó el cuadro le remitió esta vez a fuentes más modernas del siglo XIV, como la traducción que el dominico Buenhombre hizo la historia de San Antonio en árabe  en el manuscrito de Famagusta. De hecho, todo el episodio del encuentro en el río o la conversación de Antonio y la reina en palacio son ilustradas por el Bosco, consciente o inconscientemente, con una profundísima y elegantísima carga erótica, más atrevida incluso que la narración que el propio Flaubert hace del episodio de San Antonio y la reina de Saba.

La visión de la ciudad de la que es reina ocupa la parte superior de la tabla y representa minuciosamente la descripción que la traducción del monje gallego Buenhombre hace del texto árabe.

En la parte inferior del mencionado lateral se ve una mesa con manteles, dos personajes desnudos y uno semivestido tocando una bocina. Hacen alusión a una de las tentaciones a que la hermosa reina somete al santo eremita.

La tabla central completa el programa iconográfico de los panales laterales y representa la apoteósis del santo, que vence las tentaciones con la ayuda del ejemplo de Cristo. La interpretación iconológica se vuelve aquí ardua y difícil. La idea del mal, apoyada en el caos y el enmarañamiento de los episodios del cuadro, se acentúa aquí con relación a las tablas laterales.

En un lado de la tabla principal aparecen dos construcciones, que son las del palacio de la reina, con una plaza y todo tipo de gentes que van y vienen. En la parte central aparece el santo arrodillado con la hermosa dama. Nuestra reina aparece ya vestida. Ambos dialogan. La traducción de monje español es mucho más explícita al respecto que el pintor y narra que, para convencerle de su bondad manda hacer venir a todos los mendigos de la ciudad. Inicia entonces para ellos una ceremonia de imitación de la eucaristía, claramente satánica. Poco a poco la mujer se va apoderando de la mente y la conciencia del santo que la contempla arrobado. Le propone entonces ella desposarlo porque es un santo varón. El Bosco, sin embargo, se limita a pintar la escena del anterior matrimonio de la reina con su esposo, rodeada de todo tipo de seres maléficos y con el diablo, personaje negro, como principal invitado.

En la parte superior de la tabla, el incendio de una iglesia adquiere absoluto protagonismo en la pintura, en alusión evidente a un par de episodios de la vida del santo sobre persecución de los cristianos y destrucción de las iglesias  por parte de los arrianos. De nuevo acude esta vez el comitente del cuadro a los ejemplos literarios de las fuentes medievales de la Vita o La Leyenda Dorada.

Cuando la reina intenta desnudar a Antonio, éste se da cuenta del engaño y pide ayuda a Cristo para vencer la tentación. En el fondo del cuadro aparece éste acudiendo a la llamada del eremita, portando el cáliz del sufrimiento en la mano. En la torre que aparece a la derecha se representan escenas del Antiguo Testamento, claramente premonitorias de la figura de Cristo, de su sufrimiento y de la salvación y la redención con su muerte del pecado.

Según Bango, las lecturas mencionadas no estaban a la altura de cualquiera y eso incluía a El Bosco. Desde luego nunca leyó tales obras puesto que confundía y reinterpretaba libremente los episodios que se narran.

Estamos pues, casi con total seguridad,  ante una representación muy, muy sofisticada de la tentación, el pecado y la ayuda y salvación de y a través de Cristo. De forma muy sui generis y no poco procaz y transguesora, Bosch defiende las enseñanzas de la devotio moderna, especialmente del Kempis, muy de moda en época del flamenco y, en especial, en los círculos brabanzones más cultos e intelectuales. Pero él no tenía suficiente capacidad y conocimiento religioso para entender lo que estaba representando en la tabla. Y eso lleva a los expertos a pensar que la obra no fue concebida para la capilla de una iglesia sino para un capítulo, una sala de trabajo o incluso una estancia privada,  desde luego con objeto de mover a meditación dadas las características y el programa iconológico de la obra. Quizá entonces no es aventurado pensar que pudo ser un encargo de la Fraterhuis de los  Hermanos  de  la  Vida  Común, de
's-Hertogenbosch, fraternidad que le era muy cercana. En definitiva, quien encargó de entre ellos la obra era un hombre ilustrado y culto, casi con seguridad religioso, formado en los principios de la devotio moderna.








[Pueden retomar la lectura en este punto]

¿Qué, cómo se encuentran? Si han sido capaces de llegar hasta aquí leyéndolo todo son Vds. unos jabatos y han superado lo peor. Si cogieron el atajo habrán llegado seguramente más descansados y con un tono de piel menos congestionada. Espero que no les haya parecido muy árido. Lamento haberlo hecho tan largo pero puede que les haya instruído divirtiendo, como a mí, y quizá también se les hayan venido abajo un montón de tópicos que sobre el flamenco se cuentan a menudo.

Un último apunte en lo que a Bosch se refiere. Si tienen ocasión, no dejen de leer este libro del que les traigo un aperitivo. Es realmente fundamental para entender la figura de El Bosco. Está bien escrito y mejor documentado. Imprescindible. 








Yo tuve la suerte de dar clase con los dos autores, durante la carrera y los cursos de doctorado. Probablemente, junto con Alfonso Pérez Sánchez y antes con Ricardo Olmos, son los profesores que más han contribuido a mi "desasne" artístico. Nunca podré agradecérselo a ambos lo suficiente. Conservo un ejemplar del libro más arriba citado, firmado y dedicado por los dos, como uno de mis mayores tesoros bibliográficos. Siempre he defendido y defenderé que ha sido un lujo poder asistir a sus clases. Todavía hoy acudo siempre que puedo a cada una de las conferencias, cursos o simposios que imparten. Marías acaba de leer hace un par de meses su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia y yo he sentido como propia la alegría. Cercanos siguen para mí los dos a pesar de los años transcurridos y de la distancia intelectual que nos separa. Inteligentes, honestos, excelentes historiadores han contribuido y siguen haciéndolo al aprendizaje de muchas, muchísimas promociones de licenciados en Historia del Arte. Vaya pues, mi pequeño homenaje con toda mi admiración y mi respeto y mi afecto.




Veeengaaaaa, les dejo que hagan un descansito pues compruebo con harto dolor que alguno de Vds. presenta ya una tez de un sospechoso color morado...


... ¿Han descansado? Entonces seguimos, que la segunda parte es bastante más liviana pues, para mi desgracia, desconozco casi todo lo referente a compositor y obra.



Poco sé decirles de Josep Soler que no figure en cualquier enciclopedia de música contemporánea y no solo española. Es un gran, un grandísimo, un excelente compositor. En el enlace que les he facilitado al inicio de la entrada sobre este catalán más conocido y admirado fuera que dentro de nuestra vieja y maltratadora piel de toro podrán encontrar datos relativos a su vida y obra. Mi acercamiento a su música, como a la mayoría de los compositores españoles del siglo XX ha sido y continúa siendo puramente sensorial y sentimental. Emocional, más bien.  Sé que se ha realizado más de una tesis doctoral sobre su corpus musical y su biografía. Yo, por desgracia, no he tenido acceso a ellas, aunque quizá sea que no he sabido buscarlas lo suficiente. Mi conocimiento sobre él se remite a reseñas discográficas o programas de mano de conciertos y no me parece muy ético tirar de ellas aquí. Confieso pues, no sin vergüenza, que apenas conozco o sé sobre sus diferentes estilos musicales: dodecafonismo, serialismo, atonalismo. Estaría falséandoles la realidad si pretendiera hacerles creer otra cosa y después del discursito ético-pedante anterior sobre El Bosco no pienso pasar por ilustrada en la obra de alguien cuando no lo soy. 

Lo que sí puedo contarles es que la obra de Josep Soler me emociona desde hace mucho tiempo, desde que empecé a escucharla en alguna grabación de Radio 2 hasta más tarde, con escasísima frecuencia, en los abonos de música de cámara o   en algún   concierto  de la  OCNE. Y me ha ocurrido lo mismo con alguno de sus poemas. Siempre he tenido  la sensación -creo que no desacertada- con la música contemporánea española de que sus compositores, para vergüenza de todos, no son profetas en su tierra. Se les ha escamoteado, regateado, cuando no directamente negado el pan y la sal en lo que a conciertos en los grandes auditorios del país se refiere. Puede que sea mi ignorancia la que me hace creer esto que digo pero su música apenas suena o se oye en los grandes ciclos de música de cámara o sinfónica en España. Yo tengo esa sensación, al menos en lo que a Madrid respecta. Y es injusto. Terrible y vergonzosamente injusto. 

Los premios nacionales anuales de música pasan casi casi desapercibidos en los medios de comunicación nacionales y hasta locales. Por no hablar de grandes premios con parabienes como el príncipe de Asturias. Precisamente y si la memoria no me falla, Josep Soler ha sido nominado al mismo en alguna ocasión y por iniciativa precisamente de Diego Fernández Magdaleno.

Pero este mal endémico en nuestro vieja Hispania no le quita un ápice de belleza a sus composiciones.
Y siempre tengo la sensación al escuchar alguna de sus obras de que un hilo de lamento sereno y muy hermoso guía buena parte de sus piezas a lo largo de más de cincuenta años de composición. 

Seguramente estoy equivocada en lo que digo. Seguramente conocedores de su obra me desdigan con razón. Pero a mí lo que me llega de él es precisamente el lamento y la serenidad perfectamente entretejidos e embricados. Y en ese tejido, los silencios son una parte tan importante de la obra como el propio sonido.

Una  aclaración relacionada con la Sonata IX de Soler por la que debo pedir disculpas. No van a poder escucharla entera en el vídeo pues la informática a veces es vengativa y el programa con el que está confeccionado corta inmisericórdemente la música en beneficio del lapso temporal entre imagen e imagen. Por esa razón, permítanme que se la traiga libre de pintura y ataduras. Pura y simplemente como fue escrita por Soler e interpretada por Diego. A su albedrío dejo escucharla antes o después de la música encajada entre las imágenes.

No quiero terminar esta ya larguísima -como siempre- entrada sin dedicarle unas palabras de agradecimiento a Diego Fernández Magdaleno, el poeta y pianista. El Premio Nacional de Música. El mejor intérprete de música contemporánea española para piano que existe. Por su calidad interpretativa y literaria y, como siempre, por su generosidad al no poner ningún impedimento,sino todo lo contrario, para publicar mis imágenes con su interpretación.  Salgo ganando, con creces. Y porque es muy,  muy, muy buena gente. 

Quiero que las últimas palabras de este post no sean mías sino de Joan Pere Gil Bonfill. Porque son capaces de definir muy bien a compositor e intérprete y de decir en tres líneas lo que yo llevo intentando a lo largo de varios párrafos con un resultado burdo:


"La poesía da vueltas y vueltas entre los espacios que a veces deja la música. Música, Poesía, todo es lo mismo y nada es igual. Un músico y poeta interpretando música de otro poeta. ¿Y para qué poetas en tiempos de penuria? Intérpretes como Fernández Magdaleno y compositores como Soler, los protagonistas de este disco, hacen que esta angustiante pregunta, por ahora, tenga respuesta".




J.Soler (1935). Sonata IX. Diego Fernández Magdaleno, piano. Grabado en Jafre, Girona el 2070472001. Fundació Música Contemporània, 2002





(Les aconsejo que lo configuren en alta resolución y a pantalla completa)



Bien, parece increíble pero han llegado hasta el final. Disfruten ahora o cuando buenamente puedan el vídeo dichoso, pasen el menor calor posible, procuren aprovechar los días cálidos y todavía largos de este verano que se consume a velocidad de AVE y, como siempre, intenten ser felices. Su cuerpo, su mente, su ánimo y los que bien les quieren se lo van a agradecer.




(*) También aparece en la wiki, pero me gusta más su página web.


domingo, 5 de agosto de 2012

Un lustro lustroso que quiso ser ilustrado y no llegó a ser ilustre








πεντε          vijf              п'ять            năm          cinque               beş                 cinq


ห้า              fünf               five          cinco                      fem             pięć                  cinsi            

cinc          öt          الخمس             пET             pět                              senk           5     
penki     fem        päť          viis           pet               viisi              חמש          पांच       


lima          piecas   V           bost












- ¡Condeeesaaaaa!




- ¡¡¡¡Cooonnndeeeeeesssssaaaaaaaa!!!!




- Sí, Freia querida, ¿qué quieres?


- ¿Cómo que qué quiero? ¿Pero tú has visto cómo está el blog? Si no hay por donde cogerlo. Lleno de polvo y palabras inconexas y raras...

- Jefa, jefa, la bitácora está como un San Luis. Y he sido yo quien ha puesto a propósito todas esas palabras extravagantes, en apariencia... Es que estamos de celebración, querida. Todos los vocablos significan lo mismo y están relacionados con el motivo de nuestro aniversario.

- ¿Celebración, aniversario... ¿a qué te refieres condesita?

- Vaya memoria, Freia. Suerte que fuiste tú la que tal día como hoy, hace CINCO años, abrió las Variaciones. La responsable eres tú, querida, la administradora. Yo llegué algunos meses después, como vulgar asalariada. Que por cierto y ya que estamos... Mucha promesa de sueldo espléndido, muchos ayudantes, mucha gaita y resulta que me dejo las cejas y el polisón en hacer las entradas de este y el anterior blog por una paga que ya mis ancestros calificarían de misérrima...

- Pues yo que tú no hurgaría en el tema, finísima aristócrata, que como te repercuta en el salario el IVA que me van a subir a mí, a lo mejor resulta que sales perdiendo por haber abierto la boca. Además, ten en cuenta que son tres sueldos los que tengo que pagar...

_ ¡¡¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿¿TRES SUELDOOOOSSSS??????!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿¿¿¿A QUIÉN???????!!!!!!!


- Buenos días, Madame...

- Muy buenas, conde.

- Aquí tienes la respuesta, señora condesa. Tus dos secretarios, los dos gemelos, los de Sant Sadurni d'Anoia. ¿O es que no recuerdas? El uno está loco por ti aunque, de tanto en tanto (en cuanto te descuidas, más bien), le tire los tejos a Anarkasis. El otro es el malo de la pareja: el bronca, el maleducado, el que se convierte en dragón a la mínima de cambio... Fasolt y Fafner... ¿Te suenan?

- ¡Pero si no pegan palo al agua! Fasolt, al principio, mucha reverencia, mucha adoración, mucho Madame por aquí, mi señora por allá y a la que te distraías y lo dejabas solo se ponía a chafardear con los lectoyentes. Anda que no me puso en evidencia. Que sí, que sí, que luego cuando lo he necesitado aquí lo he tenido, a mi vera. Pero trabajar, lo que se dice trabajar, jefa, ha trabajado poco, no me fastidies.
Y en lo tocante al gemelo malo... pues ¡qué te voy a contar, querida, que tú no sepas!... UNA entrada, UNA ha escrito en cinco años. Como comprenderás...

-¿Has oído tú hablar, condesa, de los asesores?

- Eso es, Madame. Nosotros somos sus secretarios y sus asesores y como tal cobramos.

- Ah, ¿que no lo sabías, conde? ¿Pero en que país vive la nobleza? Sí señora... o seño,  A-SE-SO-RES.

- Pero ¿será posible el rostro duro de que hacéis gala los dos? Es que no doy crédito... 
Y tú, Fafner ¿por qué me cambias el sexo y me llamas conde? Mi aspecto te desdice por completo...

- Jejeje. Veamos, conde, que tengo que explicárselo todo. Si fuera Vd. duquesa, la llamaría "duque"; si fuera Vd. marquesa, la llamaría "marque"; si baronesa, "baro". Ergo, como es condesa, tendré que llamarla "conde"... o seño... A su elección.

- Y todavía teníais el morro de quejaros del salario y de exigirme mejores condiciones laborales... ¿Será posible?... ¡¡¡Fuera, fuera los dos ahora mismo si no queréis que me enfade aún más de lo ya que estoy!!! 
Puesto que no trabajáis, dejadme al menos que lo haga yo.
Y tú, Freia administradora... ¿serías tan amable también de hacer un digno y elegante mutis por el foro?
Es que se me está echando el tiempo encima, tenemos a los lectoyentes aburridos con tanta perorata y todavía he de escribir el post de aniversario. 

Disculpadme pues...

                                      ...

                                                       ...
                                                                               ...
                                                                                                          ...
                           
                                                                                                                                            ....


Bien, ahora sí. Que mejor solo que mal acompañado y yo me debo a Vds., queridos seguidores de esta bitácora.


Cinco años. Cinco largos, divertidos, apasionantes y casi siempre espléndidos años de habitar un espacio chiquito de la blogosfera.  Y han pasado tantas cosas...

No, no se me asusten, queridos, que no voy a volver a hacer recapitulación de este lustro. Prometí no excederme en este post y ya incumplo con creces la palabra dada. Me limitaré pues al último año.

Siempre aprovecho esta fecha para hacer balance de lo que dieron de sí los doce meses anteriores. Este año, tan absolutamente "horribilis" en casi todos los sentidos, me obliga con más razón a ello. Así pues, aquí y ahora, con la salud recién estrenada, accedo de buen grado.  Intentaré que se les haga leve.

Y como el mejor bagaje que han tenido y tienen las Variaciones es la gente que ha pasado y pasa por aquí, a los que están detrás de esa palabra va dedicado este aniversario. No a seres anónimos que pululan por la blogocosa. Nein, nein. Porque lo mejor que me ha brindado este blog es poder conocer realmente a la mayor parte de aquellos a quienes primero traté en el "mundo virtual". Y a quien crea que son palabras huecas y falsas y que esta bitácora adolece de dosis exageradas de edulcorante y falsas relaciones, pues que con su pan se lo coma. Yo me siento francamente bien con el buenrrollismo y sin malos modos ni insultos, ni chantajes, ni reproches. Me gusta mi gente. Y me enorgullece hablar de ella.

Aquí va pues la relación anual. Confío en que no se me olvide nadie.

El pasado septiembre me brindó la oportunidad de conocer en persona a Nameit. Con ella pasamos una tarde deliciosa en su pueblo, Cadaquès, charlando sin prisa mientras la cobla desgranaba notas en honor de la virgen del mes. (La promesa de vernos de nuevo este año continúa ahí, más viva que nunca). 

Apenas unos días más tarde, el reencuentro con mi querida Gemma y su costilla, Fernando, en una paella a cuatro con charla mientras el sol y el agua se empeñaban en hacer del día 13 uno del mes de julio. Sólo unas horas más tarde y con la compañia de MegaMaga fui al encuentro de Fra Miquel. Un par de cafés con hielo en Els Quatre Cats, un pequeño paseo y la belleza de la conversación a tres, reposada y tranquila.

A lo largo del año he vuelto a disfrutar en directo de la música tejida por Diego Fernández Magdaleno, de la compañía querida, impagable y cercana siempre de María, de Madrid (y eso incluye a Ernesto). Y de un soberbio octeto toledano, con Anarkasis y sus amantes y monsieur Charles de Batz, su ilustre dama y el piratuelo. Fue una de esas comidas cómplices, risueñas, mojadas en un espléndido Armagnac que me propició un reenamoramiento fulgurante y nuevo de la ciudad, pues los vapores eliminaron las masas de turistas y dejaron solo las piedras vetustas y los excelentes amigos.

Y, por supuesto, mi más sincero abrazo real a ese grupito de blogueros compañeros de manifestaciones y comidas: Rafa, Lola, Txema y Carmen. Imprescindibles todos ellos ya en mi rutina madrileña. Al igual que Antonio, aunque no lo vea mucho. Y mi querida Aída y su chico Óscar, a los que veré dentro de tres días exactos y con los que compartiré charla, cóctel o cañitas (ellos) y mucho afecto y mucha risa.

Y también, especialísimas gracias a Isabel Romana, a sor Bizqueo y a María y Manuel de Chipiona, por sus palabras ciertas y reales cada poquito, a través del teléfono o del Google Talk. Que hay muchas formas de verse y de tocarse y de quererse aunque uno no pueda ver con los ojos.

No, querido Peter Pan. Que no me olvido de ti. Que te he echado mucho, mucho de menos este año en que abandonaste la meseta para hacerte "magister" allá por Barcino, frente al mar. Espero poderte ver dentro de dos o tres días y compartir esa exposición de Hopper que nos servirá de excusa para el abrazo y el reencuentro.

Nano, mi nano querido. Con el que he compartido hasta ahora Negronis, Camparis, merengues; con el que compartiré de hoy en adelante agua mineral y descafeinados,  pero que siempre, siempre, con alcohol y dulce o sin ellos, me regala su pasado y el mío en la misma trenza, su soberbia palabra y la belleza de él mismo.

Javier y Antoñito son mis amigos del alma. Más allá de cualquier blogocosa. Imprescindibles. Intocables. Queridos más allá de lo racional. Únicos. 

Y en último lugar y para que destaque bien, a quien, aunque haya desaparecido del mundo bloguero, sigue teniendo para mí un lugar hermosísimo de honor y con quien tanto quiero y querré. Ma chère, ma douce, ma petite Martine que siempre ha estado, está y estará ahí, aunque la galerna sople con muy mala uva y desarbole salud, ánimo y fuerzas. Moi, je t'aime beaucoup, ma souris.

Quién sabe si el próximo año no me traerá el poder abrazar y tocar a colegas ya nada lejanos en Sevilla,  LeónCádiz, Valladolid... Quién sabe si quizá también en Oporto o en las islas, saltando uno u otro charco.
Y quién sabe si podrá ocurrir que un golpe de fortuna me permita cruzar ese otro charco algo más grande, y poder darle un abrazo muy muy fuerte a quien soporta ahora el invierno y que no es ni diosa ni bruja pero recopila, inventa, regala historias hermosas de amantes. O allá en Méjico, a la guardiana de esa singular aldea de letras.







Y esta bitácora traicionaría profundamente su espíritu si la música no fuera el mejor, y al tiempo, el más humilde de los regalos para todos Vds. Apúntense, por supuesto, a la copa de champagne o cava, al cognac, el cóctel, el agua mineral regando pasteles, trozos de apetecible tarta de chocolate, milhojas, pastelillos dulces, panqueques, petits croissants dulces y salados. Saqueen con profunda alegría la mesa virtual de esta bitácora hoy engalanada especialmente. Pero, sobre todo, reciban la música que hoy les traigo, porque es la mejor ofrenda que sé y puedo hacerles. Y porque, aunque enlatada, es real y suena, emociona, acerca, ayuda a compartir, permite viajar, volar, sentir afectos. Y porque propicia el deseo del conocimiento o el reencuentro. 

Les dejo ya con los cinco "cincos" esperando que los disfruten. Y hoy más que nunca recuerden que el soporte natural de la música es el PENTAgrama.


Partitura de la variación 7, a 1 o vero 2 Clav., de las Variaciones Goldberg, BWV 988 J.S. Bach. 













J.S.Bach (1685-1750). Variatio 5 a 1 o vero 2 Clav. Variaciones Goldberg, BWV 988. Rosalyn Tureck, piano. Deutsche Grammophon & CD Pluscore. 1999









W.A.Mozart (1756-1791). Kyrie a 5 voces (para 5 sopranos), en varios cánones. KV89. Vía MrConvivator





L.v.Beethoven (1770-1827). 5ª Sinfonía. III Allegro - Attacca: Allegro. Orquesta Filarmónica de Berlín. W. Furtwängler, director. Grabado en Berlín el 23 de mayo de 1954. Metromusica, 1989.




F.Schubert (1797-1828). Quinteto en do mayor D 956 para dos violines, viola y dos celos. III Scherzo (Presto) & Trio (Andante sostenuto). Alban Berg Quartett. H. Schiff, cello. EMI, 1983, 1998. 




R.Schumann (1810-1856). Fünf Stücke im Volkston (Cinco ejercicios al estilo popular), op. 102. Pau Casals, cello. Leopold Mannes, piano. 1952. Vía ConAnima88







Gracias pues, de corazón. A todos los que por aquí recalan, por compartir la música y la bonhomía y el afecto real y sincero.

Y, como siempre, intenten ser felices a pesar de los vientos desabridos que soplan. Sé que sabrán llegar a buen puerto. Se lo merecen.