Un regalo de Sergio Astorga

domingo, 26 de mayo de 2013

Il n'ira plus sur les chemins...



...Six pieds sous terre, Jojo, tu chantes encore.
Six pieds sous terre, tu n'es pas mort
(Jacques Brel - Jojo)











Çela fait déjà trois jours que je cherche des mots inutilement. La tristesse est  la seule à m' envahir comme un velours lourd et obscur.

Je ne sais pas quoi dire. Je ne sais pas quoi faire. J'écoute... j'écoute tout le temps tes chansons. Celles-ci qui ont crée pour moi une bande sonore... Pour ma vie. Pour moi même. Avec leurs paroles et leur musique j'ai  essayé  d'aimer, lutter, être mieux, grandir, avancer... Vivre. 
Peut-être, j'y suis parvenue. Merci pour ça. Merci beaucoup, métèque aux cheveux longs. 


Le monde est devenu encore un peu plus sourd...

J' aimerai toujours ta musique. Je t'aimerai jusqu'au bout.  

Au revoir, compagnon Georges


À tout jamais, mon cher.






miércoles, 22 de mayo de 2013

¡Feliz cumpleaños, don Ricardo!












Doscientas primaveras, mi buen amigo...

Quién le iba a decir a doña Johanna Rosine Paetz de Wagner que su noveno vástago, ese que estuvo a punto de morírsele un par de veces por enfermizo y debilucho, iba a ser felicitado por medio mundo tanto tiempo después. Y digo por medio mundo porque el otro medio lo odia con la misma vehemencia con que los primeros lo admiramos.

Ya, ya sé que no tuvo Vd. nunca muy claro si era hijo de su padre legítimo o "del otro", el que lo mantuvo y educó durante muchísimos años, pero eso no le daba derecho a obsesionarse con el asunto de tal forma que es que no hay ópera en la que el temita paterno-filial no salga a relucir. Anda que no le dio a Vd. fuerte... Pero no voy ahora a desviarme del asunto, que lo que doña Juana tuviera o no con Luisito Geyer antes de la muerte de su cónyuge Carlos Federico es algo que ella solita conocía y tampoco tenía por qué contárselo a nadie, qué caramba. Eso sí, si llega a saber la perra que le entró a Vd. con el enigma de marras, seguro que le habría sacado de su duda existencial... por no oírle.

Mire, no voy a contar aquí y ahora su vida. Es algo que todo el mundo puede consultar en cualquier libro sobre la historia de la música o, si me apuran, incluso en la wiki. Hay especialistas que lo hacen muy bien. Yo le escribo hoy exclusivamente para darle la enhorabuena por haber llegado hasta aquí tan vivo, tan actual, tan fresco en muchos sentidos...

Pero no crea por ello que le voy a bailar el agua más de lo estrictamente necesario. Mire, hay cosas de su vida que me impresionan y que admiro y otras que directamente me horrorizan, ¡qué le vamos a hacer! Adoro su obra integral, ese ensemble originalísimo y único de poesía y música, de recopilación histórica o legendaria... Disfruto de lo que de eterno, inmortal, apasionado, romántico, sublime hay en el alma de sus óperas. Pero por lo que respecta a su forma de pensar y de actuar y vivir está Vd. lleno de luces y de sombras y algunas de estas últimas son muy pero que muy alargadas. Y sí, ese amor-horror es contradictorio, lo asumo, pero ello no representa para mi el menor obstáculo, óbice ni cortapisa en lo relativo a que me guste su obra a rabiar... Con ese eterno alargarse que algunos no soportan, con esa belleza extrema que puede hacer ascender a quien escucha a una especie de éxtasis de oreja supremo.  

Pero Vd. no era un santo, querido. Al principio, mucho dárselas de revolucionario y de tener que vivir en el exilio después del numerito de Dresde pero, ¡por doña Juana que lo trajo al mundo! acabó Vd. pasándose al extremo contrario, no sé si por culpa de las comeduras de coco de su primero amigo y luego detractor virulento, don Federico el de Dios ha muerto, o motu proprio, pero se atrevió a escribir y sostener algunas cosas relativas al pueblo hebreo y la superioridad de la raza aria que ¡válgame san válgame bendito! por muchas tergiversaciones y salidas de contexto que hayan sufrido sus palabras, que haberlas también las ha habido y muchas.

Vera Vd., se asombraría de saber hasta qué punto hoy en día muchas personas se sentirían identificadas con su persona cuando, inicialmente, denunció la usura que practicaban en su sociedad y con las clases más desfavorecidas los banqueros judíos -nosotros sentimos exactamente lo mismo por las entidades financieras  actuales y quienes las dirigen-. Pero eso le hizo derivar después a posturas que no tienen la menor justificación. Es racismo puro y duro y, qué narices, don Ricardo le cogió el gusto a la cuestión. Y no, señor mío, NO, con mayúsculas. Ya, ya sé que para su ilustre cabeza eran compatibles la república y la monarquía y defendía ambos regímenes políticos y además lo hacía con absoluta honradez y totalmente convencido; el problema es que lo de la ideología acabó yéndosele de las manos, me lo reconozca Vd. o no.

En lo que me da su ilustre persona una envidia verde y totalmente insana es en lo que respecta a su relación con el sexo opuesto. ¿¡Qué les daba Vd., señor mío?! No me atrevo a afirmar que fuera su boina, su corbata de lazo, su encanto personal o que le iba la marcha... pero el caso es que las tenía loquitas a todas: la actriz con la que se llevaba a matar pero que en el momento de la verdad lo defendió a capa y espada, la damisela cónyuge del ilustre y muy rico comerciante en sedas o la hija del compositor y esposa del director de orquesta que pasaría a ser su segunda mujer. Eso por citar solo a las oficiales y más conocidas; de las otras mejor ni hablamos, ¿no? Es más, segura estoy de que si se hubiese animado Vd. a venir -cuando lo hizo el que más tarde sería su suegro- a esta vieja piel de toro y frecuentar sus  aristocráticos salones, alguna que otra condesa pizpireta y consentida le habría tirado los tejos sin el menor arrebolamiento de mejillas y entre frusfrús de sedas y encajes azules.

Y nos queda el tema del nacionalismo, Herr Wagner. Peliaguada la cosa, ¿verdad? Pues sí, porque aquí es donde sus detractores lo han vapuleado de lo lindo, muchas veces sin tener razón más que a medias y en algunos casos, incluso, sin la menor idea porque tampoco se han molestado mucho en pararse a pensar que los nacionalismos alemán e italiano de mediados del XIX nada tienen que ver con los actuales, sean balcánicos o de los otros.  Porque no es que yo sea una experta en la materia, ¡el Walhalla me libre! pero sí que creo que en muchas ocasiones se han mezclado churras con merinas. No señor; a mi modesto entender no tienen nada que ver aquellos dos nacidos en medio de la vorágine del romanticismo, como consecuencia de una unificación deseada durante siglos y los de ahora, por no hablar de otros todavía mucho más peligrosos de mediados de los años 30 del siglo pasado y que algunos se empeñan en considerar herederos directos de aquel con el que Vd. se comprometió tanto. Y sí, me estoy refiriendo al nacional catolicismo de por aquí o al régimen nazi que asoló su país durante demasiados años y cometió el que casi con seguridad es el mayor genocidio contra la Humanidad y uno de los capítulos más sangrientos y vergonzosos de la Historia.

No quiero decir con eso que ese rebuscar en historias medievales -tan del gusto de la época por otro lado- no se le desbocara también. Una cosa era investigar en antiguas leyendas germánicas, nórdicas o fundamentalmente grecolatinas y crear una saga que narrara proezas de héroes con la que identificar ese recién nacido sentimiento alemán y otra muy distinta ese tufillo de superioridad que desprenden algunos textos de su corpus operístico, bellísimo por otro lado. Pero mire Vd. por donde aquí me indigna, tanto o más que su postura, la de los que le acusan de ser Vd. nada menos que el germen del nazismo... ¡Ahí es nada la cosa! Como si Vd., que murió 50 años antes de la irresistible ascensión de Arturo Ui, tuviera la culpa de que Hitler y su séquito de asesinos hicieran de su música el emblema, el estandarte y uno de los más evidentes símbolos de su execrable régimen. Y no, a cada cual lo que le corresponde. Y es que no deja de ser casi siempre un análisis pacato, ajeno, maniqueo, interesado, sin el menor rigor, unilateral y muy, muy falso de su obra e incluso de su pensamiento. No puedo remediarlo,  me sigue alterando muchísimo. Amén de que intentar contrarrestar por medio del diálogo esa opinión tan generalizada suele ser siempre algo baldío y estéril, con el agravante de pasar por poco "correcto". No es la primera vez que alguien zanja la discusión tildando al contrario -esto es, a mí- directamente de nazi. Así, sin anestesia.

Lo que me consuela es saber que grandes pensadores o artistas sienten ante sus personajes, su música, su poesía la misma contradicción que yo experimento al verlos o escucharlos. Personas nada sospechosas de filonazis como Thomas Mann expresaban su perplejidad por la "evolución ideológica" del de Leipzig al tiempo que se confesaban profundamente enamorados de sus obras. Un judío argentino, Daniel Barenboim, es en la actualidad y a mi parecer uno de los mejores directores wagnerianos que han existido.

Pero ya no le molesto más. Ni a su ilustre persona ni a mis lectoyentes, que estarán un poco ya hasta el moño de tanto Wagner. Porque, encima, seguro seguro que hoy no van a sentirse muy cómodos con la música que vendrá a continuación. Es que son muy "verdianos" casi todos, ¿sabe Vd.? -como si la música de dos enormes compositores de la talla de Vds. pudiera ser incompatible- y se niegan a abrirse de orejas y escuchar abiertamente lo que el alemán que, seguramente después de Beethoven más ha influido en la evolución musical de todos los tiempos, nos legó. Ha llegado pues el momento de la despedida.

Desde luego no llegaré a celebrar su 250 cumpleaños. A lo más, a lo más y con suerte, los 150 años de su muerte (y no está nada claro, como que no me veo yo ya). Por eso quiero cerrar esta larguísima misiva deseándole todos los éxitos y los Grammy del mundo  -que se los merece- y que su música pueda por fin ser disfrutada en Israel, por ejemplo. Pero sobre todo quiero terminar dándole las gracias por su legado. Ni se imagina hasta qué punto sus personajes me ayudaron en tiempos difíciles, hasta qué límites me he emocionado con su música y sus poemas, hasta qué extremos me ha enorgullecido la admiración y el respeto que le profeso.

Con todo mi afecto pues,

Paz Juan Robledo

PS Vaya haciéndome un huequito pequeño en el Walhalla para cuando me toque entregar la cuchara...  así como de metro cincuenta y siete.
Y dígale a Johann Sebastian que no remolonee y tire de los restos de polifonía que le quedaron de temporadas pasadas, que yo no sé estar sin música ni en el mismísimo infierno.



R.Wagner (1813-1883). Oberturas, fragmentos, escenas. Orquesta Sinfónica de la NDR de Hamburgo. Hans Knappertsbusch, director. Grabado en Hamburgo, el 24 de marzo de 1963. Thara, 1995. 
1) El idilio de Sigfrido
2) Preludio y muerte de Isolda. Tristán e Isolda. 
3) Preludio del acto I. Los Maestros Cantores de Nürnberg.  


sábado, 11 de mayo de 2013

Bagatelas XXI: Mal que cura



Para Isabel, costurera de palabras.










La fiebre puede ser, en ocasiones, el mejor de los remedios.

Desde un par de días antes nos envía señales leves a las que jamás solemos hacer caso. De pronto, a la mañana del tercero se planta delante de nuestro aturdido ánimo y nos impide seguir manteniendo ese absurdo y apresurado ritmo diario de hacer un montón de cosas para no llegar nunca a ningún sitio. Su actitud no admite discusión y nos vemos obligados a descansar.

A sus órdenes, los párpados se entrecierran ante las imágenes de ese documental o de aquella película cuyo visionado siempre posponíamos una y otra vez por motivos mínimos. La mente se va cubriendo con un pesado velo que nos conduce a tientas hasta la ensoñación entrecortada. Y nos abandonamos con absoluta placidez a pesar de la neblina.

Es entonces cuando el oído permanece despierto y nos acerca a ese lugar suave y escondido donde los ojos no son capaces de llegar.

Ojalá esta música francesa antigua te transporte sin sobresaltos, querida Isabel, desde el sofá donde estás arrebujada hasta el umbral del sueño tranquilo... Y ponte buena pronto.




Anónimo - Aux marches du palais. Romances et complaintes de la France d'autrefois (En los escalones de palacio. Romances y lamentos de la Francia de otra época). Canciones populares francesas de tradición oral. Colección Les chantes de la terre. Le Poème Harmonique. Vincent Dumestre, director. Alpha, 2001
1) L'amour de moy
2) Une jeune fillette
3) La fille au roi Louis
4) Aux marches du palais
5) Réveillez-vous, belle endormie
6) Le roi a fait battre tambour






martes, 7 de mayo de 2013

Exposiciones múltiples y prolongadas




¿Qué creían, que la condesa no iba a ser capaz de superar la semana? Pues ya ven Vds. que andaban errados. Y es que, en eso de exponerse a varias exposiciones y aunque expuesta a una más que probable sobredosis, esta aristócrata que les relata suele salir de la prueba no solo indemne sino también triunfante. Es más, puedo afirmar sin rubor que disfruté como una menina. Eso sí, el dolor de pies fue de tal calibre que ganas me dieron el último día de colgármelos al hombro y eso que iba con bailarinas para aguantar de la mejor manera posible las colas, las paraditas, los pisotones y el calor.


Bueno, creo que ha llegado el momento de abandonar preámbulos tontos e intentar entrar en materia.


El martes por la tarde, después del ensayo y de comer con la gente de teatro, me fui derechita al Thyssen. Como me había visto obligada a cambiar el recital de piano de Jorge Luis Prats por el ineludible funeral de alguien muy querido -pensaba que tampoco me perdía mucho pues era un sustituto obligado dada la imposibilidad de cambiar las entradas del concierto que tuvo que suspender Kocsis- me tomé la tarde con más calma y me dispuse a disfrutar a pesar de la gente.

La mini muestra de Munch (1 cuadro del barón y 3 de la baronesa postiza) no requería en apariencia mucho tiempo pero sí calma, tal vez porque seguramente son los únicos del noruego que tenemos por aquí. Y porque los cuatro merecen la pena, aunque seguramente venga luego mi querida Anarkasis a enmedarme la plana. ¿Con cuál de ellos me quedé? Pues con el del barón, que solía ser más selectivo que su consorte; y aunque en este caso los de doña Tita merecían aplauso lo cierto es que Atardecer es una pintura ante la que podemos permitirnos el lujo de abandonarnos y dejar que el reloj camine, porque es hermosa con ganas.




De todas formas y ya que estaba allí, decidí darme una vuelta por la muestra de Hiperrealismo. ¡Qué quieren que les diga! A mí esas obras me fascinan. Y me da igual que a sus autores los llamen copistas y que los tilden de faltos de originalidad. Me importa un rábano si proyectan una diapositiva sobre el lienzo o utilizan la técnica del estarcido para traspasar el motivo o cualquier otro truco que quieran... ¿Saben que uno de ellos divide el lienzo de trabajo en cientos de cuadrados de 3 cms. de lado y en pintar una sola de esas superficies minúsculas tarda más de diez días? Y además me gustan mucho, pero mucho mucho los motivos que utilizan: las motocicletas, los coches antiguos, las cabinas de teléfono relucientes, las vistas nocturnas o diurnas de una ciudad... Son impolutos, limpios, perfectos, pulidos. E infinitamente más bellos que una fotografía del mismo motivo, precisamente porque no lo son. Acrílicos, óleos, pasteles incluso sobre lienzo, madera, cartón o cualquier otro tipo de superficie pulida antes o después de la ejecución. FAS-CI-NAN-TES.



Richard Estes. Cabinas telefónicas. 1967. Pintura acrílica sobre masonite. 122 x 175,3 cms.
 Museo Thyssen-Bornesmiza. Madrid


Al día siguiente tocaba viaje y madrugón pero escuchar a Diego y, sobre todo, sentir su abrazo y su alegría compensaba con creces la falta de sueño. Tras el concierto, una comida plácida, una charla tranquila y bienhumorada y un largo y reposado paseo románico-gótico-renacentista completaron el día.

Las únicas que empezaban a no estar de acuerdo con el cerebro y el ánimo eran las extremidades inferiores. Y eso que todavía no sabían que les faltaba lo peor.

El jueves amaneció espléndido, soleado y todavía frío. Autobús hasta la Fundación Canal y exposición sobre Pompeya... Y.. bueeeenoooo. Unos me habían hablado muy bien de ella; otros, no tanto; unos cuantos (los que conocían la ciudad y su museo), habían echado pestes. El caso es que, dentro de que esa entidad se caracteriza más por el sentido didactico de sus exposiciones que por la calidad o exquisitez de lo expuesto pues, para mí, ni lo uno ni lo otro. No les negaré que parte del disguto vino motivado porque las salas estaban a rebosar (y eso que era pronto) debido al afán recaudatorio de los organizadores. Así no hay forma de ver ni disfrutar nada. Otra, porque no aportaba prácticamente nada nuevo a lo tantas veces escuchado y visto en reportajes, recreaciones o películas. Y una más porque las cartelas informativas de las piezas eran tan deficientes -prácticamente ninguna pieza estaba datada y no todas eran de la época de la erupción y en muchas de ellas no se indicaba procedencia o material- que el supuesto contenido instructivo de tan magno despliegue se quedaba en algo casi casi teórico.



Joven mujer escribiendo. Fresco de Pompeya. Siglo I d.C. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles


Ahí sí que los pies empezaron ya a dar muestras de enfado serio por no decir directamente de cabreo supino. Pues, ni por ésas. Decidí castigarlos un poquito más y marcharme a ver, aunque fuera brevemente, la de Durero.

Y ¡qué gozada, mis queridos lectoyentes! No pude estar más que una hora, con lo que me dio tiempo a hacerme una idea clara de cómo estaba organizada la muestra y ver la sala introductoria con las obras de los grabadores alemanes contemporáneos o inmediatamente anteriores a don Alberto. Y a deleitarme viendo despacio las tres joyas de la corona. Prometí volver con calma al día siguiente, bien pertrechada además de una lupa potente y fiable.


En la mañana del viernes y un cuarto de hora antes de las 10 ya estaba yo en la puerta de la Biblioteca Nacional esperando a que abrieran. Sola, completamente sola en las salas. Todos los grabados para mí. Sin codazos, achuchones, gente que te pasa por delante, ruidos ni estiramientos de cuello para ver algo. Los más avispadillos me dirán y con razón que, después de todo, son los grabados de siempre. Sí, los de siempre, pero soberbios. La colección que la BN posee de las estampas del alemán es excelente. Y cada cierto tiempo la expone o la presta para otros eventos. Pero no siempre saca toda la artillería pesada a la vez y para la misma muestra. Y esta vez se lucieron bien. El tiempo pasaba volando entre buriles, xilografías y algún que otro aguafuerte. 

Y de entre los primeros, la trilogía de oro: San Jerónimo en su celda,  la Melancolía y el caballero, la muerte y el diablo.



Albrecht Dürer. El caballero, la muerte y el diablo. Buril 248 x191 mm. Biblioteca Nacional. Madrid


Alguno de Vds., lectoyentes míos, sabrá del enorme placer que puede haber en recorrer un grabado original a medio palmo de la nariz y con una buena lupa. 

Y los minutos corrieron tanto que cuando finalmente terminé de ver la sala IV, caí en la cuenta de que una hora impresa en una entrada para otro nuevo sitio me exigía salir de allí deprisa y corriendo. Cuando me marchaba había gente pero se podía ver con holgura y tranquilidad. No quiero ni pensar qué habría pasado si esa misma exposición hubiese tenido lugar en el Prado, siendo anunciada a bombo y platillo por los medios de comunicación. Me apuesto las ínfulas a que la cola daría un par de veces la vuelta al museo llegando hasta el Botánico.

El siguiente y último lugar andaba cerca y tocó ir andando. Excuso decirles los improperios que salieron de mis augustos pinreles.

Y es que habíamos llegado a las dos últimas exposiciones. Gracias a la previsión de quien esto les cuenta, no tocó hacer cola -que la había y enorme, por cierto- pero sí que es verdad que a los maltrechos pies les esperaban las dos exposiciones más largas y con mayor número de obras de toda la semana.


V.v.Gogh. Autorretrato. 1887. Óleo sobre lienzo. Musée d'Orsay, París. 



Ya vendrá ya Anarkasis a decir que si tal y que si cual y que los cuadros de Orsay que le prestan a la Fundación Mapfre son siempre los desechos y cosas por el estilo. Pero que no, que no, que había Van Goghs -varios- Pissarros, Renoirs, Picassos, Derains, Vuillards, Renoirs, Toulouse-Lautrecs, Anglada Camarasas, Casas, Sargents, Monets, Sorollas, etc., etc., etc. Y totalmente de acuerdo con la tesis sostenida por algunos de que en los últimos dos años han dado más exposiciones de impresionismo, postimpresionismo y movimientos adláteres o satélites que en toda una década. Que sí, que sí, que tienen razón. Incluso se la concedo en parte a quienes sostienen que son estilos muy al gusto de los empleados de banca -que como todos Vds. saben somos el símbolo más evidente de la mediocridad-. Pero cuando uno se planta delante de la fachada de la catedral de Rouen a mediodía tiene la absoluta convicción de que algo de aquella transgresión decimonónica pervive en los lienzos del viejo y querido barbudo don Claudio. 


V.v.Gogh. Las caravanas, campamento gitano cerca de Arlés. 1888. Óleo sobre lienzo. Musée d'Orsay, París. 


A estas alturas de la semana expositiva sentía subir tales insultos provenientes de la parte de mi anatomía que me sostiene y dirigidos a mi aristocrática persona, que decidí que hasta ahí podíamos llegar. ¿No quieres caldo?... ¡pues dos tazas! A mí se me iban a poner chulos a estas alturas de la película... ¿Qué mejor forma de desentumecerlos y deshincharlos que un buen paseo con paraditas cada dos por tres, que sé que es lo que más les puede fastidiar en ese estado?

El viernes terminó pues de caseta en caseta de la Feria del Libro Antiguo y de ocasión porque adoro las librerías de viejo o de lance y no puedo resistirme al olor a papel húmedo y mohoso que desprenden algunos ejemplares. Y conmigo se vinieron varios libros antiguos de la colección Austral a 3 euros por barba (Lope, Berceo, el Marqués de Santillana, Zamora Vicente), todo un catálogo de estampas del Museo del Prado por 5 euracos y una sorpresa para un amigo querido impresa en 1929 y tirada de precio.


Lope de Vega. Poesías líricas. Colección Austral. 5ª ed., 26/04/1966. Ed. Espasa-Calpe. Madrid


¿Qué les ha parecido la semana expósito-festiva? Pues espero no volver a abrumarles con más pero en CaixaForum están  la de Artistas y Chamanes y la de Antes del Diluvio: Mesopotamia. Y luego, la de los dibujos del British Museum y la de La Belleza encerrada en el Prado... la de Dalí, en el Sofidú; la de Paul Klee, en la March; la de Pissarro, en el Thyssen, la de De El Bosco a Tiziano, en el Palacio Real...

Mejor no sigo, que mis pies están empezando a adoptar una figura un tanto grosera con sus respectivos dedos terceros bien enhiestos...

Y para rizar el rizo, les dejo con Mussorgski, al que seguro seguro que le ocurría lo mismo que a mí y tenía que salir deprisa y corriendo a ver las exposiciones que le cerraban en esa misma semana, por lo que el buen hombre acabó componiendo la música que hoy les traigo, de purita obsesión que cogió de tanto exceso cultural.

Que la vida y la primavera les sean propicias y que sean felices ahí fuera.

Buenas noches.


M.P.Mussorgski (1839-1881). Cuadros de una exposición. Orquesta Filarmónica checa. Karel Ancerl, director. Grabado entre 1964 y 1968. Supraphon, 2002.
1 - Paseo // 2 - I. El gnomo // 3 - Paseo // 4 - II. El viejo castillo // 5 - Paseo // 6 - III. Las Tullerías //
7 - IV. Bydio // 8 - Paseo // 9 - V. Polluelos en el cascarón // 10 - VI. Samuel Goldenberg & Schmuyle
11 - VII. Mercado en Limoges // 12 - VIII. Catacumba (Sepulcrum romanum)  // 13 - Con mortuis in lingua mortua  // 14 -  IX. Baba-jaga // 15 - Gran Puerta de Kiev.