Un regalo de Sergio Astorga

lunes, 24 de enero de 2011

Comienza un nuevo ciclo

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     A Fra Miquel, hacedor en cada estación de pequeños milagros




Y con el nuevo ciclo empieza esta nueva bitácora que no lo es en absoluto. El transbordo de uno a otro blog no ha sido difícil ni largo. Seguro que ni se han dado cuenta. Como les aseguré, la decoración no ha cambiado; quizá he eliminado algún que otro mueble viejo o varios enseres queridos que he preferido dejar allí. Ahora todo está más limpio y de más fácil acceso. Tomen posesión con toda libertad de esta su casa de siempre.

Con todo, sí que se ha producido un cambio importante. Cerrar una etapa e iniciar otra, aunque no signifique más que continuidad, representa renovación, claridad, ganas de hacer mejor las cosas, de ser también mejor uno mismo gracias al trabajo que comienza. En el principio parece que todo es más fácil, que no tenemos lastre de ninguna clase que nos impida avanzar. Además será bastante más agradable que, al menos durante una temporada quizá no demasiado corta, estas Variaciones Goldberg 2 se abran con soltura, con rapidez, con fuerza y ganas.

Ante este nuevo proyecto en blanco, como cualquier hijo de vecino, la que manda en todo esto se planteó hacer una entrada que tuviera algo de especial, que fuera simbólica de los primeros pasos de esta nueva andadura continuación de la anterior. Le dí algunas vueltas y, como casi siempre, la solución vino sola.

En el momento en que la condesa escribe esto hace un frio de bigotes, pero cuando surgió la idea del traslado disfrutábamos de una temperatura envidiable y de una primavera adelantada en pleno enero. Les confesaré que últimamente ando con muy poco tiempo de ocio y mucho menos al aire libre. Por eso, el sábado de hace diez días salí sin un rumbo muy claro, cámara en ristre, para perderme un rato por algún jardín de la ciudad. El que más cerca me pilla todavía no nos ha hecho el regalo de los 2.000 almendros en flor, de forma que decidí aventurarme una vez más en El Capricho. Era más de la una de la tarde y no había casi gente a pesar de los 18º C que marcaba el termómetro. La idea era tomar algunas fotos de los diferentes edificios sorpresa que se extienden por todo el parque. Pero en seguida cambié de idea. Por todas partes a lo largo del recorrido me encontré con una cantidad nada despreciable de pequeños brotes nuevos en pleno invierno. Estamos en enero pero no lo parecía en absoluto. Y me dediqué a agacharme, tirar de teleobjetivo e intentar arrancarle a doña Natura algo de su secreto eterno y cíclico de renovación. Bajo la clara, atenta y sabia mirada del pater, seguro que no es oro todo lo que reluce ni extraño en pleno invierno todo lo que asoma tímidamente. Seguramente él podría decirnos que es normal que el ciclamen o el pensamiento florezcan ahora, que no es tan difícil que las caléndulas afloren en esta época del año, que hay setas que surgen precisamente en estos días, que el laurel es perenne y se empeña en empujar hacia arriba incluso desobedeciendo las estrictas rectas del jardinero del laberinto, que la hiedra crece a lo largo de todo el año, que puede que alguno de esos tímidos recién nacidos pertenezcan a malas hierbas que conviene arrancar de raíz y cuanto antes y que es absolutamente lógico que empiecen a despuntar las hojas de los narcisos que dominarán los parterres en febrero. Pero qué quieren que les diga. Me pareció tan hermoso que los lilos estuviesen ya cuajados de yemas, que junto a las hojas muertas de roble y chopo apareciesen brotes nuevos de todo tipo, que las propias estatuas se engalanasen con motivos vegetales o de vida, que no me he podido resistir a traérselos a esta inauguración.

Y qué mejor que el viejo peluca Johann Sebastian, para ponerle música. He mezclado las imágenes con un aria especialmente bello de una de las cantatas de boda, porque creo que no solo la composición sino también y especialmente la letra del poeta anónimo que la complementa venían como anillo al dedo para este post. Tanto que la pantera que acompaña a Dionisos, el dios de lo oculto, lo arcano, lo artístico, lo lunar, lo caótico, empezó a comerse las uvas que su señor, en un descuido, dejó a su alcance; que el angelote de la cornisa del palacio empezó a esparcir frutos nuevos de su cuerno de la abundancia y que el delfín y las ranas se empeñaron en continuar su sempiterno baile y gorgoteo al murmullo del agua renacida.

Disfruten pues de mamá naturaleza, del buen hacer de un auténtico padre de la música clásica y aprovechen como yo para retomar los propósitos que me hice al inicio del año y que pienso cumplir a rajatabla. El clima y este jardín especialmente bello nos invitan a la novedad, el comienzo, la renovación. Y yo, desde luego, tengo la intención de aprovechar la oportunidad. Hay energía, ganas, impulso para comenzar de nuevo. La vida se sigue imponiendo a la enfermedad, las vigilias de hospitales o la sombra de la muerte. Todo renace. El ánimo con mucha más razón. Les invito a que me sigan en la andadura.

Esta bitácora entrará con buen pie en la blogosfera si la apadrinan como hicieron con la anterior. Sean pues nuevamente generosos pero no se olviden de intentar ser felices. Ahora mucho más que nunca.

Que tengan Vds. un gran inicio de lunes, de semana, de primavera adelantada, de vida.


[Los señores de Youtube dicen que contravengo las normas sobre los derechos de autor en Alemania, de modo que mis queridas Gemma y Mita no podrán acceder a verlo directamente. Les envío con toda celeridad un enlace para que lo disfruten desde el Picasa. ¡Ah! y atrévanse con la pantalla completa, que puede que hasta se deje ver.]



Die Welt wird neu

Die Welt wird neu
auf Bergen und in Gründen
will sich die Anmunt doppelt schön verbinden,
der Tag ist von der Kälte frei.

Phöbus eilt mit schnellen Pferden
durch die neuegeborne Welt.
Ja, weil sie ihm wohlgefällt,
will sie selbst ein Buhler werden
El mundo renace

El mundo renace
sobre las montañas y en los valles.
La gracia desea unirse con doble hermosura,
el día se ha liberado del frío.

Febo recorre con sus veloces corceles
el mundo que acaba de nacer.
Sí, y como lo encuentra de su agrado,
él mismo quiere volverse galanteador.

(trad. Paz Juan)