Un regalo de Sergio Astorga

jueves, 1 de diciembre de 2011

Venecia, a la una...

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Hacía mucho, pero que mucho tiempo que esta condesa no mostraba tanto descaro y desfachatez a la hora de hacer un post. Y es que les voy a endosar un refrito, con corta y pega, de los de padre y muy señor mío. ¿Han oído Vds. hablar del autoplagio?... Pues eso; más claro, agua. Me he propuesto deleitarles con tres entradas tres (nada menos) sobre el mismo tema, que cuentan además con el agravante de haber sido escritas por episodios a lo largo de unos cuantos días en el Facebook. ¿No se quejan mis asiduos en ocasiones de que me prodigo poco?... pues ahí van varias tazas de golpe. Tengan cuidado de no atragantarse con tanto caldo.

Dos razones fundamentales me llevan a ello. La primera, como siempre, la premura. La segunda dice muy poco de mi nobleza (la de verdad, no la postiza), pero es que no he podido resistirme a la idea de darles envidia también  a todos aquellos que no tengan por costumbre pasearse por la red social o no hayan tenido tiempo o ganas de hacerlo.

 Y es que... ¿todavía hay alguien que no se haya enterado de que me marcho a Venecia pasado mañana?... ¡Ah!... !Vd!... No tema, mi querido lectoyente, que yo le pongo al día en un decir aménjesús. 

Cesen las palabras introductorias y demos paso pues a ese durísimo pre-viaje con el que he martirizado a muchos sufridos "feisbuqueros" de pro y a partir de ahora no sé si todavía visitantes de este salón. Allá vamos...


En medio de la dureza de hospitales, surge Venecia como una realidad cercana y necesaria.



Pasear por el Gran Canal sin más aspiración que llenarse de luz y de agua...


Dejarse fascinar en San Rocco por los rojos, los azules, los amarillos del Tintoretto, que el Greco aprendió de él y luego hizo suyos...


Pasear por la plaza vacía mientras l'acqua alta desdibuja los mosaicos bizantinos de San Marcos...


Subir al campanile de San Marco por el solo placer de observar cómo la bruma envuelve la ciudad a tus pies...


Decir Vivaldi es decir Venecia... Y luz en remolinos, color luminoso, aire que puede ser pintado, agua etérea...


Disfrutar viendo la ingenuidad con la que Carpaccio pintó en San Giorgio degli Schiavoni a los monjes despavoridos ante la presencia del León de San Jerónimo... 


Escuchar, bajo la cúpula bizantina y dorada de San Marcos, la música bellísima de este maestro de capilla más veneciano que flamenco.


Perderse por el sestiere menos conocido de Venecia, camino de Santa María dell'Orto. Cannaregio es posiblemente el único lugar del mundo en el que la decadencia y el caerse todo a pedazos lo hacen increíblemente hermoso. 

Caminar hasta la Galleria della Accademia y empequeñecerse ante el desconocido significado de ese cuadro del Giorgione, en el que solo el cielo parece "claro"...  



 Fine della prima puntata


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10 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

Refritos tan deliciosos, condesita, puede servírnoslos tantas veces como quiera. Qué placer las imágenes y la música. En cuanto al cuadro de Giorgione, creo recordar que Benjamín Prado escribió una novela en torno a él. Yo nunca he especulado sobre el significado de esta misteriosa pintura, quién sabe si me animaré a hacerlo alguna vez. Vaya calentando más platos de esta sopa, que me quedo con ganas de más... Un abrazo muy fuerte.

Freia dijo...

Pues si me lo dice Vd. me pongo a freir la segunda tanda...
No sabía lo de Benjamín Prado. Muchas gracias por el dato.
A mí me parece misterioso por la extraña lectura iconográfica pero también por lo extraño entre la quietud del primer plano y la tormenta que se desarrolla más lejos.
Voy a la cocina.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Nadie conoce el significado de ese cuadro, todo son conjeturas. De él se valió un jovencísimo Juan Manuel de Prada para escribir su novela "La tempestad" con la que ganó el Planeta.

De la Academia me quedo con las madonnas de Giovanni Bellini, a mi parecer, sublimes.

Feliz viaje.

Anónimo dijo...

Ahhhh, mardita la envidia que siente, por todos los dioses!. Que si, que lo ha conseguido con sólo leer las primeras líneas ¿necesitan un maletero? ¿un mozo de cuerda? ¿un valet de cámara?.

No busquen más ;-)

Disfruten, querida amiga,que lo tienen merecido.

Clickee sobre mi nombre y encontrará lo que me pedía.

Sendas saludes.

Anónimo dijo...

Ahhhh, mardita la envidia que siente, por todos los dioses!. Que si, que lo ha conseguido con sólo leer las primeras líneas ¿necesitan un maletero? ¿un mozo de cuerda? ¿un valet de cámara?.

No busquen más ;-)

Disfruten, querida amiga,que lo tienen merecido.

Clickee sobre mi nombre y encontrará lo que me pedía.

Sendas saludes.

Freia dijo...

María

Querida gaditana, con lo que saben Vds. de frituras, son un auténtico elogio sus palabras. La segunda sartenada, mañana por la mañana.

Un abrazo doble y grande.

Juan Ignacio

Buenas noches, Juan Ignacio. En primer lugar, bienvenido a esta bitácora. Es un placer tenerle por aquí.
A mí me choca mucho el programa iconográfico tan extraño de La Tempestad del Giorgione.. Pero me resulta todavía mucho más inquietante ese contraste entre la placidez de la escena en primer plano y la tormenta que se desarrolla en el fondo.
Leí aquel premio Planeta y le confieso que no me guató en absoluto. Me dio la sensación de que el autor intentaba imitar en forma y fondo, sin conseguirlo, el estilo de Javier Marías.
Sí rotundo a su afirmación sobre Bellini. Pero permítame un matiz. A mí me enamora el de San Zaccaria

Un saludo.

Freia dijo...

Charles

Mi buen Charles, jajaja ya veo que la envidia le nubló momentáneamente la vista e hizo que duplicara Vd. su comentario.
Mucho me temo que los de Iberia no me van a dejar llevarlo de polizón en el equipaje de cabina...
A la vuelta le cuento.

Un gran abrazo triple.

RGAlmazán dijo...

¡Vivan los refritos!
Y, mi querida condesita, ha conseguido usted su objetivo. Me rebosa la envidia por todos mis poros, y leyendo y escuchando su entrada he ido dibujando la Venecia que recuerdo y me ha parecido más bella que cuando la he visitado.
A pesar de todo, y reconozca que no está nada bien, por muy aristocrática que usted sea, dar envidia a los plebeyo, le deseo lo mejor.
Eso sí, su penitencia será que a la vuelta tenga que contarnos, en alguna comilona, sus andanzas venecianas.

Besos envidiosos de un ciudadano raso.

Salud y República

Freia dijo...

Jajaja, mi querido Rafael. La misma, mismita envidia de color verde que me atacó a mí cuando se marcharon Vd. Y su santa a París.
Eso está hecho. Ahora que ya estamos más tranquilos, quedamos en cuanto Vds. lo propongan

Besos sus manos, mi querido amigo.

emejota dijo...

Ohh mil gracias Freía, no sabes qué disfrute, volveré tranquilita poco apoco, para degustarlo.
Lo cierto es que no utilizo Facebook, ni entiendo muy bien cómo se maneja. Ya con el blog a entrada diaria voy servidita. Bs y que etés disfrutando en estos momentos.