Un regalo de Sergio Astorga

lunes, 15 de agosto de 2011

La magia de lo primitivo y lo pequeño

.

Nuno Gonçalves - Martirio de San Vicente (detalle). ca. 1470. Óleo sobre tabla de roble. Museu Nacional de Arte Antiga. Lisboa. INV.: 1549 PINT (foto: Paz Juan).


La ciudad tiene el andén mojado y remolón cuando llego a primera hora de la mañana. Acaba de llover. Es un martes apacible y fresco del apenas estrenado agosto.

El parque cercano a la estación, a la que da nombre, me sorprende con su fuente por fin restaurada y libre de maderamen y andamios y yo sorprendo a sus pavos reales todavía dormitando en las ramas más altas de los árboles. Sigue siendo ese rincón agradable por el que se puede caminar con calma, a salvo de los automóviles y el ruido del cercano y ruidoso Paseo. Hay camelias blancas, abiertas y cuajadas de gotas. El estanque conserva el encanto de siempre.

Atravieso hacia el centro oyendo el ruido de los cierres que se levantan, a compás, según voy pasando. Hay anuncios de exposiciones de Marino Marini y Henry Moore con horarios algo estrambóticos. Compro unas tijeras de costura en una tienda llena de navajas suizas y modernos cuchillos de cerámica. Suena la campana de una iglesia.

La plaza mayor se abre luminosa, roja y recién lavada, con trajín de gente que la atraviesa sin prisa y un par de turistas ejerciendo su oficio, cámara y plano en ristre. Me paro a tomar café en uno de los bares y el viejo conde me guiña el ojo desde su pedestal. Hay algún comercio nuevo (o así me lo parece, que la sombra gallega es alargada) al que cedió su sitio alguno que no pudo con el embate de la crisis, pero me alegra ver que la ferretería resiste. Se está bien.

Camino de mi objetivo, me pierdo por los soportales apenas el tiempo imprescindible para comprobar que si antes se los comían las obras, ahora lo hacen los coches con una insistencia digna de elogio. Casi prefería ir saltando entre martilos neumáticos y adoquines sueltos.

Y tras el palacio cuna del monarca de todas las Españas, el que acoge muestras y eventos temporales que merecerían mayor publicidad y visita. Todavía no han abierto, así que me dedico a contemplar las fachadas renacentistas. La restaurada hace dos años está limpia y dorada (o al menos así me lo parece ahora, transcurridas casi dos semanas de la sensación de piedra). Soberbia, como una escultura orgullosa y compleja; impertérrita y condescendiente a un tiempo. Me siento a gusto contemplando ahora la fachada lateral, la del museo. A sus pies, la esquina vacía, el silencio, la calma. Siento que el mundo vuelve a funcionar como debiera.


Taller de Brujas (entorno de Gerard David) - El encuentro de San Joaquín y Santa Ana en la Puerta Dorada (detalle). ca. 1495. Óleo sobre tabla de roble. Retablo del altar mayor de la catedral de Évora. Museu de Évora. INV.ME. 1502 (foto: Paz Juan).



Tengo mucho interés en ver la exposición de primitivos portugueses por varias razones. Una, porque es un período artístico al que he dedicado mucho tiempo (en lo que a España respecta) a lo largo de mi vida. Otra, porque tengo muchas ganas de saber si nuestros vecinos de península sufrieron las mismas influencias estilísticas que nosotros y en qué medida y cómo. Y tercera, porque no sé Vds., mis queridos lectoyentes, pero yo me he pasado varios años de bachillerato, cinco de carrera, dos de doctorado y cuarenta de conciertos, sin haber estudiado una palabra, visto una imagen o escuchado una nota de arte portugués, a excepción de la torre y el monasterio de Belem, el castillo da Penha, en Sintra o los fados melancólicos de Alfama. Lo poco que sé lo he descubierto in situ. Y sí, sé que no tengo perdón pues he estado tres veces en Lisboa, pero nunca he podido visitar el Museu Nacional de Arte Antiga. Y eso que guarda el que para mí es el cuadro más espléndido y soberbio de El Bosco y ya conocen bien lo que significa para mí don Jeroen.
Se me olvidaba. Hay una cuarta y no por ello menos importante razón, y es que se puede fotografiar dentro de las salas con total libertad, siempre que se respete la norma de no usar flash ni trípode.

Y atravesando el patio, el encanto empieza. No ocurre, por supuesto con todos, pero cuando se pueden atrapar cincuenta cuadros en seis salas bajo la mirada de un objetivo que nada perdona, se descubre un mundo paralelo en el detalle.

Huelga decir que ya solo el poder contemplar el San Juan en Patmos o El abrazo en la Puerta Dorada hacen que merezca la pena el viaje. Pero yo no quiero hablarles hoy de influencias flamencas, italianas o españolas. Ni de cómo la era de los Descubrimentos dio origen, en buena medida, al desarrollo de una pintura lusa de excelsa factura. Ni siquiera a través de las imágenes que les traigo podrán hacerse una idea clara de los cuadros expuestos. No quiero que vean, ni pretendo, lo que podrían ver por Vds. mismos, sino compartir hoy lo que esta mañana la lente me devuelve ampliado.

Y es que por detrás de ese mundo fabricado de héroes, santos, vírgenes o personajes principales, a su lado o por encima, en los instrumentos de que se sirven o los ropajes que visten habita otro mundo menudo y vivo. Por un momento hagan el esfuerzo de pensar que no hay Virgen ni Niño, ni circuncisiones en el templo o santos asaeteados. Que los malos no se desesperan por la tortura del fuego divino o que los personajes insignes de la ciudad no aparecen junto a la divinidad, a mayor gloria propia. Las imágenes que el teleobjetivo les mostrará serán nuevas, diferentes. Más hermosas.

Crucen pues la barrera del cuadro y disfruten con la sonrisa de un niño que ocupa toda la pantalla, con los barcos o barquichuelas que ahora han adquirido dimensiones de protagonista. Paséense por los paisajes que decoran y rellenan los cuadros. Fijen su mirada en los pliegues bordados de un vestido, en el broche o la corona de un rey mago, en las manos de una mujer que protege a su hijo.  Descubran el relieve de los rayos o los nimbos divinos, la factura repetitiva y sobria de una torre de oro, las monedas o las palomas ofrendadas sobre un altar, la copa que contiene la mirra.

Cuando los personajes que pasean por esas ciudades imaginadas e imaginarias les salgan al encuentro a caballo o paseando, en el momento en que casi sean capaces de oir el cacareo de las gallinas que picotean en la esquina menor y escondida de un cuadro o justo en el instante en que los peces saltan del agua para escuchar las palabras del buen San Antonio, sabrán que están al otro lado del espejo. Que ese primor que el artista puso en su obra les llega por entero y agrandado. Ni se les pase por la cabeza resistirse a su efecto. Déjense llevar y naveguen por la perfección de lo minúsculo o lo secundario.

No se extrañen pues de que salga tan relajada y feliz de la exposición. Sin saberlo, acabo de descubrir una vez más (permítanme el falso oxímoron) que el verdadero gozo muchas veces está en los detalles, en esos pequeños arbustos y plantas que los árboles del bosque frondoso apenas nos dejan nunca ver.

Por eso la ciudad me regala, a partir de entonces, otra mirada. Y al volver a la plaza mayor me siento, esta vez sí, tranquilamente a disfrutar del sol y la temperatura de primavera. Y me doy el gustazo de dejar ir la vista hacia toda la gente que pasa, ahora ya en mayor número, camino de casa o del trabajo. Y de charlar despacio y amablemente con quien me acaba de vender un cupón para un sorteo extraordinario. Sin prisas, mientras el zumo de tomate se impregna del sabor de la pimienta, la sal y el zumo de limón y el reloj da perezoso las dos de la tarde. 

En ocasiones, deberíamos recordar que lo pequeño puede conducirnos a la magia insospechada de un día perfecto.

Sean pues, mientras puedan, felices con lo pequeño y lo nimio antes de que "el Santo Padre" (sensu lato)  o la SGAE (sensu stricto)  vengan para hacerles pagar por ello.

Buenas, calurosas y somnolientas tardes.



Josquín Desprez (c.1440-1521). Pater Noster/Ave María. Música  de la Capilla Sixtina. Taverner Consort. Andrew Parrot, director. Emi, 1987. Ed. del Prado, 1993.
Exposición Primitivos. El siglo dorado de la pintura portuguesa (1450-1550). Museo Nacional de Escultura. Valladolid, 2011. (fotos: Paz Juan)



.

viernes, 5 de agosto de 2011

Cuatro son cuatro. Cumpleaños con variaciones

.





Caray, ¿cuatro añitos ya?...
Nein, nein...

¡¡¡¡¡¡YA CUATRO AÑAZOS!!!!!!

Y además vienen con sorpresa. 

Las Variaciones están de cumpleaños. Y pasito a pasito la criatura ya casi es mayor de edad.  Y aquí siguen Freia, Fasolt, Fafner (que se gana bien poco el sueldo, todo hay que decirlo) y la condesa casquivana y frivolona. Sí, la misma que todos los años amenaza un par de veces con dejarlo y luego nada de nada, que siempre vuelve. Aunque esta vez hay que decir en su honor que desde octubre no ha vuelto a tener una espantá a lo Curro Romero. Vayan Vds. a saber si es que se está haciendo mayor y le están entrando la cordura y la sensatez o se ha hecho de José Tomás. 

Y desde el punto de vista bloguero ha sido un año lleno de muy pero que muy buenos acontecimientos. Buenos y muchos. ¿Y qué mejor forma de resumirlos que a través de las personas que los han propiciado, auspiciado, motivado, dado forma, hecho posible? Ya les adelanto que con motivo de estas celebraciones la condesa se pone especialmente tonta por haber tenido el privilegio de poder ver, besar, hablar con, abrazar, oler (sí señores, que a la condesa le gusta mucho oler a los humanos y su olfato rara vez la engaña) a personas a las que antes había conocido en este mundillo de la blogocosa. Empieza pues el balance y el recuento de lujo.

En primer lugar, aquellos a quienes he conocido físicamente a lo largo de este año:
Gracias especiales, especialísimas a un excelente pianista de Valladolid y mejor persona, por el regalo de su música y de su abrazo. A una profesora de la Universidad alemana de Gießen  por la dádiva de su palabra culta y amplia y de su confidencia y complicidad. Y a una pareja nada alucinada por compartir afecto, charla, excelentes manteles y la recuperación sosegada a pie de una ciudad hermosa como ella sola, a la que pienso volver cuantas veces pueda. También, gracias sentiítas y jondas a quien me recibió con la sonrisa en los labios y un presente artesano, azul y cálido, que ha estado conmigo en buenas y malas y de cuya maestría espero beneficiarme dentro de poco. Y a un profesor almeriense, mitad berlinés mitad de Barcelona (que además  ejerce de costilla), por su trato afable y su verbo cálido, directo y por su bitácora de aprender tanto.  Y nos vamos al sur para agradecer a una espléndida compositora por sus ojos hermosos, abiertos, su abrazo entrañable, su soberbia obra. Y de la misma tierra, a mi gaditana favorita y querida (aunque no es la única de por allí que adoro) y a su compañero, amigo, amor, porque en dos días sentí que los conocía de toda la vida; por compartir encuentro con amigos comunes (por cierto, también blogueros), por la alegría de la comparsa, la belleza de su historia particular, la risa del bautizo de vino y la sonrisa en el corazón que definitivamente me enamoró de ellos. Por último, mis gracias especiales a quien conocí virtualmente hace relativamente poco y con quien comulgué desde el primer momento. Alguien que sabe infinitamente más que yo de música, de cómo vivirla y hacer de ella proyectos y realidades espléndidos; con quien he compartido incluso conciertos sin saber que las dos estábamos allí y gracias a quien asistí a uno de los espectáculos operísticos que más me ha marcado, en el mejor sentido del término. María es tímida (tanto que su perfil no es visible),  pero tan importante...

Y con un nuevo año de blog, la esperanza bien cercana de poder conocer dentro de muy, muy poquito a mi querida Nameit, con el añadido de poder verla además en su pueblo natal, Cadaquès, del que nunca se aleja ni demasiados kilómetros ni demasiado tiempo. Porque tendré la suerte de que me enseñe una Costa Brava que todavía no conozco y de cuyo cello y del de su hija espero oír ese Cant del Ocells prometido hace un año. Y la casi certeza de ver también por primera vez a Fra Miquel, botánico paciente y sabio y también músico. Y también la probabilidad (esta vez si, MegaMaga) de volver a abrazar a mi Gemma querida y después quitarnos una a la otra la palabra para compartir música, confidencias, sueños (puede que hasta alguna paella) y futuras horas danzantes. Y, ¿por qué no? puede que quizá tenga la suerte de poder darle un abrazo a mi abarrotero favorito, ahora que las distancias se acortarán tanto. Quizá hasta la Providencia sea generosa conmigo y me permita conocer este año a mi añorado Dardo, que se prodiga tan poco pero al que nunca olvido.

Pero no solo ellos. También a los que forman parte de mi mundo más real y ya también cotidiano. A Javier y Antonio, (sí, esos que no existen) porque son capítulo aparte, los conozco desde hace más de 30 años y los quiero más allá de lo razonable. A Martine, por su fidelidad, su generosidad, porque sé que siempre está ahí cerquita y porque su amistad recuperada fue un efecto colateral hermoso, hermosísimo en medio de la sordidez de la mentira. A mis amigos de Madrid, con los que comparto manifestaciones, concentraciones, charlas, comida, aperitivo o café con una cierta regularidad y por estar cerca en momentos personales  especialmente difíciles: gracias, Rafa y Lola, Txema, Carmen y mi Aída guapa,  por ser espléndidas y frecuentes realidades. A mi querido Nano, con quien me une un pasado infantil (el mío), adolescente (el suyo) mediterráneo y porque es una bellísima persona y me ha enriquecido en muchísimos aspectos. Gracias también a Peter P.  por compartir esperanza, solidaridad, 15M, tiempo tranquilo, partidas de Trivial, muchas risas e incluso una ópera difícil hasta para los muy acostumbrados. Y porque hace de las confidencias algo mucho más fácil de lo que pareceria en principio. Gracias también a mi querida Anarkasis, por los soberbios Manhattans, el más soberbio aún cava, horas de ánimo en forma de palabras que generaban siempre sonrisas o risa abierta y, por supuesto, ínfulas. Y en un rinconcito del País Vasco, a mi querido Charles de Batz y a su queridísima familia por todo el bien que nos hace su compañía al borde de una de las ciudades más hermosas y más queridas que tengo.

Seguramente me he dejado a alguien en el tintero así que pido disculpas por ello. Solo he citado a los que he visto (o espero ver) en el último año, ya fuera por primera o por frecuente vez. Lo que sí que quiero remarcar es que desde que hace cuatro años y de la mano de Bolche empecé está andadura de la que creí me cansaría en poco tiempo, mi vida personal se ha visto enriquecida en muchos aspectos. He aprendido muchas cosas y bien. Pero, sobre todo, he vivido más y mejor desde entonces y aunque, en ocasiones, haya pensado que todo este mundillo tenía mucho de falso y aparente, cuando han venido mal dadas, la gente que andaba paseando por estos salones virtuales me ha demostrado todo lo contrario. Y el afecto que se va forjando poco a poco está hecho a prueba de contrariedades. ¿Desengaños? Sí, alguno ha habido. Un par de personas a las que llegué a considerar muy amigas y en las que había depositado  esperanzas de amistad firme y que en estos últimos meses me han decepcionado profundamente. O quizá fue que por mi forma de ser o por falsas y malintencionadas habladurías no supe retener gustosamente. Quién sabe las razones reales. Pero eso forma parte de cualquier manifestación personal y la blogosfera es un mundo tan real como otros y que confirma la norma. En ningún caso me harán desistir de seguir por donde voy aunque su ausencia me dé punzadas de tanto en tanto.

En todo caso, por todos y cada uno de los visitan este blog y dejan el saludo, el comentario, el ánimo, aquí dejo esta canción. Sencilla y llanamente porque me identifico con ella.

J.M.Serrat (1945) Las malas compañías. En el álbum En tránsito. Ariola, 1986



Y bueno, después del rollamen, por fin la sorpresa.

Este año y para celebrar todo lo alto la puesta de largo de las Variaciones, qué mejor que un regalo. A la condesa esta vez le apetecía muchísimo corresponder a la fidelidad de todos sus lectoyentes. Y nada sirve mejor al efecto que algo que une. ¿Qué les parece un disco de las Variaciones Goldberg? Me comprometo a ello con cada uno de mis amigos o conocidos blogueros que se apunten y quieran. Y no me sean remisos o remilgados en aceptar, que los presentes son para las ocasiones especiales... Estoy segura de que no me van a hacer ese feo. 
Por supuesto, para no invadir intimidades y puesto que para hacérselo llegar necesitaré su dirección postal, el que no quiera disco no tiene más que decírmelo. Para que además sea algo personalizado, Vds. podrán elegir  la versión que deseen de entre de las siguientes:
Piano o clave: Arrau, Barenboim (Teldec y Elatus) Becker, Bonizzoni, Chung, Crossland, Dershavina, Frisch, Gilbert, Gould (1951, 1959-en Salzburgo en directo- y 1981). Hantaï, Hewitt, Jarrett, Kempf, Kirkpatrick, Landoswska, Leonhardt, Neuman, Nikolayeva, Ohlsson, Perahia, Pescia, Pi-hsien, Pinnock, Rosen, Ross, Rousset, Schiff, Staier, Steuerman, Tureck. 
Trio o quinteto de cuerda y continuo: Sitkovetsky, Caussé y Maisky; Weinmeister, Dähler y Grossenbacher; Les violons du Roi.
Quinteto de viento: Canadian Brass.
Jazz: Jacques Loussier-Trío.
Difícil de clasificar: Uri Caine Ensemble.
Hasta donde yo sé, mi admirado Gautier Capuçon todavía no ha grabado la excelente versión a dúo violín/cello que tan bien sabe interpretar en concierto. Si alguno de Vds. sabe de esta grabación, le ruego que me lo comunique.

A cambio, solo tienen que contestar a una pregunta y dejar su dirección de correo electrónico para que me ponga en contacto con Vds. Incluso, si no desean que ésta se haga pública, pueden hacerlo individualmente a mi cuenta de correo electrónico que figura en el perfil de este blog. ¡Ah! y por supuesto, indíquenme en abierto o en privado qué versión les apetece más tener. Sus deseos serán órdenes para mí.
Ni que decir tiene que pueden contestar con 2 líneas o con 40. No hay límite máximo ni mínimo de palabras. Simplemente expongan y respondan lo que el cuerpo les pida, que se trata de algo muy importante y no es cuestión de poner normas.

... ¡Condesa, abrevie que lo está haciendo Vd. demasiado largo, como siempre! La pregunta..., vamos...


Ah, sí, Freia querida... es que últimamente me disperso un poco...

¿Qué significa para Vd. la música?
 (Ahí es nada la preguntita de marras).

Creo que es una forma hermosa de celebrar el cumpleaños y, de paso, sabré algo más de todos Vds. Con una pregunta de este tipo, se aprende mucho de quien contesta.

Y bueno, ya queda todo dicho. Eso sí, sepan que les guardo un trocito de tarta y una copita de vino dulce, de cava o de champagne, que no vamos a andar racaneando. Para los abstemios, leche merengada con una corteza de limón o un batido de chocolate, vainilla o fresa.

Y sean Vds. tan felices como yo me siento especialmente hoy por haberlos conocido, por tener el proyecto de conocerlos y porque sencillamente están ahí, al otro lado de este salón virtual.

Un abrazo y muchos besos, de esos sonoros que da la gente que bien quiere, para todos mis lectoyentes. Aquí los espero con la música de la que probablemente sea la más heterodoxa de todas las versiones citadas anteriormente. Apenas unas pocas variaciones para que no se me tiren de los pelos. Y no piensen que se les ha estropeado el reproductor del ordenador. Es así, se lo aseguro.


Uri Caine Ensemble: Aria and 70 Variations for various ensembles, adapted, arranged and composed by Uri Caine after Johann Sebastian Bach. Winter & Winter y WDR, 2000 (extractos)





 .