Un regalo de Sergio Astorga

martes, 7 de enero de 2014

Bagatelas XXX: Teatro en vena







¡Quién me iba a decir a mí hace un año que la vida iba a cambiarme tanto en tan poco tiempo!

Cuando un 2013 perezoso empezaba a malgastar sus primeros días nosotros acabábamos de salir de una racha francamente mala. Nos conformábamos con poder volver a la rutina, la normalidad... Casi, casi rogábamos con todas nuestras fuerzas aburrirnos..., que todo transcurriese en medio de una agradable monotonía. Sin pedir nada, sin obtener nada a cambio. Tranquilos y olvidados de todos dejarnos ir, sin más. Como cuando te tumbas haciendo el muerto en una piscina de agua caliente y en el mp3 suena música del "viejo peluca".

Pero nunca deja de asombrarme cómo esa señora inconstante y casquivana que es en definitiva la vida ignora nuestros deseos y se empeña en llevarnos la contraria. Enero se inició con los primeros ensayos reales de la obra "Morir o no" de Sergi Belbel y a partir de ahí todo se trastocó definitiva y afortunadamente.

Porque me picó la culebrilla del teatro y cada vez que me subía a un escenario para corregir, repetir, memorizar, recorrer, era consciente de que era muy mala haciéndolo pero también de que era justamente eso lo que había querido hacer casi desde siempre y a lo que, de forma absurda, había renunciado hacía demasiados años porque la vieja señora me había robado la oportunidad pero también por complejos y prejuicios estúpidos.

Descubrí también que teatro era no solo las tablas o un texto. Era sobre todo la fuerza de un grupo, la escucha en escena, la conciencia de equipo en el trabajo y la responsabilidad de sacar un proyecto adelante. También y especialmente, la suerte de tener personas al lado que creían y se esforzaban en ello.

Cuando dos compañeras de clase me hablaron de la Escuela Municipal de Arte Dramático, mi primer impulso fue pensar que no me interesaba, que para qué si no me iban a admitir y si un mes atrás había descartado también la idea de entrar en la RESAD. Después, el "pa qué" fue derivando a "bueeeeno, a pesar de todo... por intentarlo no se pierde nada...". A primeros de julio y sin creérmelo todavía formalizaba mi matrícula en la EMAD.  

Octubre me regaló retroceder cuarenta años en el tiempo. Cartera, uniforme y libros, acudir a clase, compañeros nuevos, normas exigentes de comportamiento y vestuario, carné de estudiante, cartilla de notas... Pero también el miedo a no dar la talla, a que los años y el físico no respondieran. A lo nuevo, al dolor, a la sensación de fracaso, a creer en ocasiones que ya no puedes con ello y que tu decisión llegó con muchos años de retraso y era la equivocada sin remedio.  

Una tendinitis doble en los "pata de ganso" de ambas rodillas como consecuencia de los primeros movimientos de esgrima estuvo a puntito, a puntito de dar al traste con todo a finales de ese mismo mes. Pensé en abandonar, lo confieso. Dolía demasiado. Me sentí desubicada, ridícula, vieja e incapaz de corresponder al apoyo y la acogida que me habían demostrado los jovencísimos miembros de ese nuevo grupo que ya empezaba a caminar decidido y con fuerza. Fueron justamente las palabras de un profesor al que adoro y por el que babeo y el afecto de algunos de mis compañeros los que me hicieron darme algo de tiempo para superar la situación. La cabezonería propia y el fisioterapeuta se encargaron después de inclinar la balanza al otro extremo.

He leído más obras de teatro en tres meses que en tres años intentando analizarlas después con un mínimo criterio. He ido a muchas salas en el mismo período de tiempo -desde las nacionales a las más alternativas- y visto montajes de todo pelaje y condición, porque el teatro se hace vivo única y exclusivamente allí. He dialogado, creado, disentido, ensayado, compartido con mis compañeros o con los de cursos superiores. He seguido día a día sus comentarios sobre los ensayos o sobre sus ideas acerca de proyectos escénicos comunes. Me he puesto a las órdenes de muchachos de 19 años que dirigían su propio texto, intentando defender con uñas y dientes el personaje que para mí habían adaptado. He corrido, saltado, hecho flexiones y abdominales hasta no poder con mi alma. Me he retorcido y sufrido con las calidades de movimiento o ensayando escenas de tragedias griegas. He asistido a montajes en la propia escuela que le dan vueltas a otros sobre tablas de presupuesto público llevados a cabo por profesionales. 

He compartido sudor, virus, trabajos manuales, comida, abrazos, sobos, regalos hechos con cariño, música y versos. He conseguido llegar a redactar pequeños ensayos sobre si hay o no tragedia en las obras contemporáneas. He vocalizado, respirado, mandado el aire hasta el suelo pélvico para intentar que mi voz saliera bien proyectada y estuviera colocada en su sitio de forma natural.
Y me he pegado y me pego con el personaje que defenderé públicamente en febrero porque la maravillosa Juana -de La pechuga de la sardina de Lauro Olmo- se me resiste y no consigo encontrarla ni en parte ni toda. No acierto con su movimiento escénico, ni con el timbre de voz ni con su expresión realista y barriobajera y no logro que resulte creíble. Y yo quiero que, llegado el momento,  Juana brille en escena porque es generosa de carne y afectos, porque pelea día a día la vida y porque se lo merece. Ojalá lo consiga. Se lo debo.

Las vacaciones han servido para descansar, poner en orden casa, trastero y horas de sueño. Pero también para volver a ver a los amigos, bordar a ratos, recuperar exposiciones, películas  y músicas mucho tiempo aplazadas. Me han venido bien pero mentiría como una bellaca si les ocultase que estoy deseando que llegue mañana. 

Durante tres meses he respirado, caminado, madrugado, estudiado, sufrido insomnio, corrido, vivido por y para el teatro. Sin tiempo ni fuerzas para nada más. 
Es agotador pero les aseguro que no lo cambiaría por nada del mundo. Porque sé que todavía soy muy mala actuando y que me queda todo por aprender pero eso ya es un punto de partida. Y quiero empaparme como una esponja de todo lo que me enseñen, formarme, pasar las de Caín, andar todo el día tirada por el suelo haciendo ejercicios de respiración o expresión corporal. Y no hay nada que me apetezca más que empezar a ensayar para los exámenes del trimestre siguiente y notar que mis compañeros están cerca y que formo parte de ellos. A partir de mañana se acabará todo lo que no es teatro y yo quiero que llegue ya el momento de cargar con ropa negra libros, textos ajenos o propios y tomar el metro que me lleve a la Escuela.

Porque es bien cierto que el teatro no puede existir sin la realidad pero les aseguro que mi realidad no tendría ya mucha razón de ser sin el teatro.

Sean todo lo felices que puedan que el año ha empezado con ganas de incordiar y vamos a necesitar tirar mucho de sentimientos positivos.

Pero sobre todo no se olviden, de tanto en tanto, de ser los auténticos protagonistas de su obra.




13 comentarios:

fra miquel dijo...

Mi querida condesa, qué feliz me siento leyéndole este post. Porque yo se lo que siente.
Yo he vivido ese desvivir por el teatro. Y volvería a hacerlo, solo que otros “desvivires” me ocupan en estos momentos.
Tenga pues un nuevo año muy teatrero.
Cómo me gustaría ver a esa Juana de – La Pechuga de la Sardina-
Usted avise. A ver si suena la flauta ;)
Un fuerte abrazo

PS: Me encanta la Lupe en su "Puro Teatro" :)

Gemma dijo...

Querida Paz:
Mis mejores deseos teatrales para ti.
Madera no te falta, que se ve a la legua que naciste para hablar y discursear y contagiar en público al personal... Seguro que te escuchan arrobados.
Ánimo y mucha m...
Besos y abrazos

Anónimo dijo...

Pues háganos el favor de seguir por ese camino, que es el suyo. Lo que cuenta es parte de nuestra Freia y no se puede entenderla sin ello.
Algún día la veremos en eso de los Goyas. Avísenos con tiempo, para que vayamos preparando nuestros mejores paños!

Salud!

LUISA M. dijo...

Me ha encantado leer esta entrada. Sigue con ese ánimo y ese entusiasmo por el teatro que logras contagiar a los que te leemos.
Seguro que muy pronto logras hacerte del todo con ese personaje. Mantennos informados... y ¡que todo vaya de lo mejor!
Besos.

Isabel dijo...

Mi querida teatrera, permíteme que te llame así, también compañera de placeres y fatigas en estas lides.

Me asombras, lo describes tan bien que lo he ido sintiendo palabra a palabra. Y todo ese recorrido en tan poco tiempo como oportunidades de la que puedes disfrutar, de lo que me alegro.

Volveré para escuchar esa música tan bien elegida, ahora no puedo.

Estoy tan segura de que todo lo que te propongas lo conseguirás que la vida se queda en pañales contigo, la que empuja eres tú.

Un enorme abrazo.

jddm dijo...

Ánimo y, como diría Teodoro golfín, "Adelante, ¡siempre adelante!"

Y a ver si nos vemos, coj****, que echo de menos compartir paseos y "pasajes".

Un abrazo.

PeterP

alestedemadrid dijo...

Gracias por la selección de canciones y por resumir un trimestre "escolar" con tanta pasión.
Y eso siempre contagia a los de alrededor para que presten atención a las pasiones propias y les hagan sitio en sus días...
Mucha suerte y un abrazo fuerte

NáN dijo...

Cómo me alegras con esto, querida Condesa. Todos esos esfuerzos te van a dar la vida que sin saberlo buscabas.

Y lanzo tres hurras!!! por tu valentía de seguir adelante a pesar de los meniscos.

Un gran abrazo.

Anarkasis dijo...

hay un cierto rebrote sostenido de teatro, de calidad. Algunos autores y empresarios prefieren jugarsela con una obra de teatro que con una película, y está entrando incluso dinero. Así que campo tiene.
¿Ha pensado producir? (juas :-)))
Un abrazo

Paz Juan Robledo dijo...

Tengo tanto descaro que ya ni pido perdón por el retraso.

María

Querida gaditana, poco a poco el personaje va saliendo, aunque hay un párrafo que se me resiste y es el que da razón de ser a toda la escena. Pero confío en que poco a poco lo iré logrando.
No es Vd. la única que me envidia. Lo cierto es que conforme avanza el curso estoy cada vez más encantada, a pesar del agobio de un montón de ensayos y exámenes. Ya sabe que en una escuela de teatro los exámenes se hacen en las tablas.
Y yo aceptaré siempre de buen grado todos los consejos que vengan de gente querida.

Un abrazo doble y fuerte, María.

Miquel

Ni se imagina lo mucho que me acuerdo de Vd., especialmente cada vez que entro al teatro de la escuela. Junto con la costurera sevillana sé que me entienden bien cada vez que expreso lo que siento o me pasa por la cabeza con respecto al teatro. Aunque Vd. me llevan unos cuantos años de ventaja, por mucho ahora otros menesteres les absorban al tiempo.
La Juana se hará finalmente pero es prácticamente seguro que no será muestra abierta sino solamente para profesores y alumnos de la escuela.

Un petó ben fort, pater.

Paz Juan Robledo dijo...

Gemma

Meine Liebste kleine Schwester... pues no se crea, que cuanto más aprendes de voz y de moverte más difícil resulta comunicar y más se admira y valora el trabajo de los que sí que son actores. Ya sé que resulta muy socrático lo que acabo de decir pero es una verdad como un templo.
Le agradezco sus buenos deseos teatrales.
Un abrazo y un beso muy, muy fuertes, Gemma.

deBatz

En algo está Vd. acertadísimo. El teatro forma ya parte de mí misma.
Lo de los Goya y los Max me hace sonreir abiertamente. Me conformo, por el momento, con aprender y compartir. Le aseguro que hace que me sienta feliz.

Un abrazo grande, Charles.

Luisa M.

Mi otra gaditana, ¡qué alegría!
Le agradezco enormemente sus buenos deseos.
No dude de que les mantendré informados. Tal vez demasiado informados, jajaja.

Un beso grandísimo.

Isabel

Mi querida costurera. Al igual que el pater Miquel Vd. sabe muy bien de qué va esto. Y el que Vd. lo sienta es gracias a que bebió del venenillo hace ya tiempo y no a mis artes de escritora precisamente.
Estar en la Escuela me ha brindado un montón de oportunidades. Ya sabe además que no hay nada como la enseñanza pública. Por eso, todas las opciones hay que pescarlas al vuelo.

Un beso enorme y un abrazo también.

Paz Juan Robledo dijo...

Peter P.

Mi querido amigo. Y yo, y yo echo mucho de menos también paseos, charlas, cervezas. Pero sobre todo le echo de menos a Vd., para qué vamos a engañarnos.
Lo que ocurre es que como la causa es porque a los dos nos va mejor, parece que se sobrelleva de otra forma.

Petos i abraçadas.

Aleste

Pues me alegra saber que puedo contagiar entusiasmo para que los demás lo vuelquen en sus propias pasiones. Ahora que todo le empieza a funcionar con una cierta normalidad, aproveche y dedíquele todo su entusiasmo a las suyas.

Un beso.

Nano

Tengo amigos en los que reflejarme. Es como si nos hubiéramos reinventado, saliendo de la chistera rejuvenecidos y felices. Yo no hago más que seguirle los pasos.

Un abrazo enorme, Nàn.

Paz Juan Robledo dijo...

Anarkasis

Jajaja, querida, con ese sentido del humor debería dedicarse a la comedia... o incluso, si me apura, a la farsa.
Es cierto que está habiendo un repunte nada desdeñable. El cine está tan caro y el teatro ofrece días las entradas más baratas que casi están igualadas con lo que el personal decide que mejor ve a los actores en directo. Y eso la profesión lo agradece (no lo digo por mí que soy una vulgar aprendiza).
Pero las obras en cartel duran muy poco. Grandes producciones que cuestan mucho dinero público apenas están en cartel uno o dos meses como mucho. Y eso también debería hacernos recapacitar. Quizá debería graduarse un poquito más la cosa. Le aseguro que hay que correr y hacerse un cuadro de espectáculos teatrales para poder acudir a los más interesantes antes de que te los quiten. Acaban de estrenar Tierra de Nadie de Harold Pinter, con un reparto estelar y va a estar un mes escaso. Y no acabo de entenderlo.
Menos mal que la mayoría del teatro que veo me sale gratis por ser alumna de la EMAD.
Si le parece, lo de la producción se lo dejo a Vd. querida que es quien entiende de números y yo me dedico a "jugar" con los personajes.

Miles de abrazos.