Un regalo de Sergio Astorga

viernes, 13 de abril de 2012

París: el recuerdo



-"Si se muere Franco, no te vas"
-"¡Pero papá..!"
-"No hay peros que valgan. He dicho que no te vas y punto"

El tono de mi padre no admitía réplica. Tenía narices la cosa. Cuarenta años se había pasado el "enano saltarín" haciendo la puñeta por estar demasiado vivo y ahora no podía tardar unos pocos días más en morirse. Mi billete para el "Puerta del Sol" tenía fecha 29 de noviembre.

Llevaba años imaginando París, desde que tenía apenas ocho y una foto de la Torre Eiffel iluminaba mi libro de "En France, comme si vous y étiez" con el que aprendí las primeras palabras de francés. Y mi sueño seguía creciendo con los textos de 1º, 2º, 3º y todos los cursos de bachillerato, hasta el de COU. Montmartre, la place du Tertre, Notre-Dame, Saint-Denis, el Panteón, los Inválidos y las pinturas sobre y en Le Moulin de la Galette, o las de Sisley, Monet, Pissarro, Seurat o Dufy. Podría parecer una tontería pero soñaba con frecuencia que volaba sobre la ciudad, a unos diez metros del suelo, en vuelo rasante sobre los Campos Elíseos o los jardines de las Tullerías.

Año 1975. Mi primer trabajo, mis primeras vacaciones, mi primer sueldo. Mi hermana, que trabajaba en American Express me preparó el viaje. Un forfait tren+hotel. Litera en el Puerta del Sol y 6 noches en el Hotel Brochant la Tour, en el Boulevard de Clichy.

Y ahora todos los proyectos alimentados desde hacía diez años se podían ir al garete porque el "pájaro" había decidido morirse...

Y se murió, vaya si se murió. Se las ingenió para hacerme la pascua hasta el final, porque Vds. dirán lo que quieran pero se murió un 20-N exclusivamente por hacerme la pascua a mí. Y con su muerte, el lógico miedo a que se desataran todos los demonios y salieran a la calle a la caza de todo lo que se moviese.

Pero contradiciendo los augurios de los pájaros de mal agüero, ninguna caza de brujas se hizo efectiva (al menos de forma aparente). La mayor parte de la gente no se encerró a cal y canto en casa, ni se rasgó las vestiduras ni se dió golpes de pecho. Eso sí, muchos hicieron larguísimas colas para ver al chaparro difunto, pero no se tomaron las calles por los "leales de toda la vida" ni el ruido de sables pasó de ser un ruido. Otros muchos lo celebraron. Y por todo lo alto.

Y contraviniendo también el comportamiento lógico en mi padre, viendo que la cosa estaba tranquila me dejó marchar. Aunque eso sí, él no sabía (y bien que procuré yo ocultárselo) que las otras personas que se habían apuntado al viaje lo habían anulado en el último momento llevados probablemente de los mismos temores que él.

Hèteme pues, con 18 añitos y un pasaporte recién estrenado, viajando sola a descubrir la ciudad que echaba de menos sin conocer.

A pesar de ciertos contratiempos en el viaje, contratiempos pequeños y tontos como que casi pierdo el tren, como que el policía del vagón me sometió casi, casi a un tercer grado por ser chica y viajar sola y como que tuve que echar al literista de mi departamento (en el que se coló a horas intempestivas y sin llamar ) porque, llevado del mismo concepto que el policía, se pensó que todo el campo era orégano, llegué a la estación de Austerlitz a las 9:30 de la mañana de un soleado y muy frío día de San Andrés.

Y París se me abrió de forma increíble. Desde el taxi con el que atravesé la ciudad de sudeste a nordeste se me aparecía tal y como yo la había imaginado, solo que mucho mejor. Más grande, más luminosa, más alegre y muchísimo más hermosa de lo que me podía imaginar. Avenidas inmensas, calles anchas y bien trazadas, cuidadas mansardas de pizarra que delimitaban los edificios y el espacio. Y un Sena, ancho y de color pardo que nada tenía que ver con el "aprendiz de río" que discurría por Madrid.

París, París, París. Notre-Dame y la Concièrgerie, la tour Saint-Jacques más al fondo. Aún más lejos, la colina de Montmartre... Y la estación d'Orsay y el Louvre, el arco del Carrusel y las Tullerías con Saint Germain l'Auxerrois, y el pont Royal y el de Napoleón III, los Inválidos y la Concordia. Y la torre Eiffel que se veía desde todas partes, gris, esbelta, perforada. Creo que ha sido el único sueño de todos los que he tenido en mi vida (junto con el de ver Grecia) que se cumplió en todos sus pasos con creces. Después el taxi torció al norte, hacia La Madeleine, Boulevard Haussmann, Saint-Lazare, Trinité, place Pigalle, Boulevard Clichy...

En algún sitio leí que las ciudades son libros que se leen con los pies. Durante los siguientes siete días devoré la lectura que París me brindaba, me mostraba, me descubría. Las arenas de Lutecia, el museo de Cluny, el Jeu de Paume, la Sainte-Chapelle. De día, visita cultural. De noche, me apuntaba a las excursiones programadas por aquello de poder salir sola. La Ville Lumière... Era cierto. Los Campos Elíseos iluminados y la gente dentro de los cafés o los bistró, apurando los horarios de comida o tomando el café o la copa tras la cena. Y los puestos callejeros donde podías comprar crêpes y ostras. Y los cabarés como el Cheval Fou, el Folies Bergère o el Lido... O aquellos otros del París apache y canalla, pasados por el tamiz de la "seguridad" de visita programada.

A los ojos de aquella muchachita de la provincia ulterior, París representaba la luz, la alegría, el espacio vital, el color, la vida.




He conocido otras ciudades. Unas cuantas. Algunas bellísimas como Venecia o Florencia, divertidas como Amsterdam o Londres, vitales como Roma o Marraquech, aburridas como Bruselas, cuna de culturas como Atenas. He vuelto también muchas veces a París. En tren, coche o avión. Procuro hacerlo cada cierto tiempo. La he visto en el mes de mayo, en diciembre, en junio, en abril...

Pero nunca, nunca podré conocer una ciudad nueva, ni podré ver París como la descubrí aquella mañana de domingo, a finales de noviembre de 1975, en aquel taxi que me llevaba de la Gare de Austerlitz al Boulevard Clichy.

Por eso, por muchas ciudades que pueda llegar a ver, esa caótica y lluviosa a menudo y difícil y hostil París fue y seguirá siendo para mí la más hermosa del mundo.


 J. Dréjac y H. Giraud - Sous le ciel de Paris. De la película Sous le ciel de Paris, de Julien Duvivier. 1954. Letra
1) Juliette Greco, 1962 (Vía PuccaDesire)
2) Edith Piaf . Del álbum  The very best of Edith Piaf. 1988
3) Yves Montand -  Montand. 1988
4) Archie Shepp (saxo), Harold Marben (piano), George Mraz (bajo), Billy Drummond (bateria ). The Studio, NYC, Junio 2001. (Vía Barrtok)











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14 comentarios:

Txema dijo...

Pues querida condesa, en aquel tiempo estaba yo militarizado y acuartelado por lo que pudiera ocurrir.

Si, recuerdo que nos hacían dormir vestidos con el uniforma de campaña por si las moscas, y más de una vez nos levantaron a las tres de la mañana para patrullar alguna calle desierta y, como bien dice, absolutamente tranquila.

Pasaron muchos años hasta que conocí París. Exactamente cuatro.
Mi llegada fue una tarde de septiembre, lluviosa y entrando por carretera por la Avenida Maine muy cerca de la torre Montparnase.

Del resto ya hablaremos otro día

Besos

Isabel dijo...

Yo he leído París con tus palabras y la bella música que nos ofreces.
He difrutado como si esa primera vez fuera la mía, ese descubrir maravillada, así la recuerdo y las ganas de volver no cesan, aumentan con tu recorrido.

Mil gracias y mi deseo de que puedas volver pronto.

Un gran abrazo.

emejota dijo...

Me has transmitido la emoción a la perfección. Recuerdo lo que sentí cuando pasee por las calles de la ciudad de la luz, solo que tendría unos treinta y tantos, dos niños y no fui sola sino con suegros, marido y alguna más, pero no importa, pude pasear sola en alguna ocasión y por supuesto abstraerme. Es por ello que te he sentido con aquellos 18 añitos, eso es algo tan especial que me alegra enormemente que lo hayas compartido. Bssss.

RGAlmazán dijo...

Que hermosa crítica, mi querida condesa. Y que versiones tan distintas y tan magníficas de Sous le ciel de Paris.
Me ha gustado mucho, entre otras cosas porque lo ha escrito usted con el alma y con el cerebro. Y además qué decir de París, leyendo su texto la he vuelto a visitar y eso que fui hace cinco meses y vuelvo cuando puedo. Es --quizá junto a Roma-- la única ciudad que me ha creado adicción.
Mil besos

Salud y República

Anónimo dijo...

Yo nací en Nimes, Francia unos poquitos años antes. Mi madre dice que una vecina la paró para decirle "estará usted contenta Madame, franco ha muerto".
A quien le guste la música francesa le recomiendo escuchar en radio 3, radio nacional, el programa "El hexágono" o en el podcast de la web, merece mucho la pena.

jddm dijo...

A mí, querida señora, me viene a la cabeza, irremediablemente, los versos de Sabina:
'Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme
a besar en la gare d'Austerlitz...'

París queda asociado a la prisa; a una primavera que no llega; a un Lorca que quiso ser pianista y se quedó en poeta andaluz (¡ahí es ná!).

París también fue mi primera aventura en solitario (y, perdone, pero la gano: con 13 añitos me fui de intercambio). Y la primera estrenando 'nuncias', casualmente. Oh la la!

http://www.youtube.com/watch?v=Zy9AR-03faE

Tout au contraire de l'auvergnat clermontoise méfiante, mais amical, qui chanta Brassens...
"Tu qui m'as donné du feu quand
Les croquantes et les croquants
Tous les gens bien intentionnés
M'avaient fermé la porte au nez."

http://www.youtube.com/watch?v=R4YTPeNobjo

Mais surtout (mais naturellement!), ma p'tite duchesse, le Paris ville des génial, des magnifiques aristochats (y no lo digo yo, que lo dice otro grande como Maurice Chevalier)!

http://www.youtube.com/watch?v=wWnnJ-OGc4I

En fin, desvariando que es gerunido... Des jolies souvenirs, Mme.

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Salud y República (que los Bo(r)bones se autrodstruyen...)

Alejandra Sotelo Faderland dijo...

Justamente Condesa, escuchando su musica -mi jefe solicita autorizacion para copiar un CD que le gusto mucho- me ha encantado descubrir este Paris a traves de los ojos de una jovencita de 18 años, que se lanza sola a la aventura de espantar galanes desorientados y descubrir una de las ciudadesd mas bellas -y para nosotros mas inaccesibles- del mundo.

Gemma dijo...

Una crónica "cebolleta" que bien merecía que la recuperaras...
Muchos besos, Gräfinita

Charles de Batz dijo...

mmm, huele bien lo que leo, pues más allá del disfraz nostálgico del que está cubierta tu evocación, veo más en ella una luz, una esperanza en lo que está por venir y eso vale más que nada...

Por cierto, que en aquellos días yo recuerdo estar en casa, disfrutando de unos inesperados días de fiesta en el colegio...

Por cierto, ¿y un mozo de reloj, que se ocupe de ponerles el suyo todas las mañanas en hora?, ¿un aguador?, ¿un sombrerillero?, ¿un abanicador?... ¿De verdad que no van a necesitar nada?

Salud

Unknown dijo...

Hermosísimo relato, Aún no conozco París, y me averguenzo de ello, espero poner remedio pronto. Un saludo.

Freia dijo...

María

Así que tuvo Vd. un hijo entre dos aguas... ¡Uhmmm!, no está mal eso no de estar adscrito a ningún jefe de estado. Se puede decir que tuvo Vd. un hijo de la acracia o de Interregno. ¡Feliz él que no perteneció desde el principio a nada!
Me gusta volver sobre esta historia de vez en cuando porque si hay algo que la vida no puede devolvernos nunca es la ingenuidad y la limpieza con la que vemos las cosas por primera vez.

Un abrazo doble y muy fuerte, gaditana bonita. En cuanto pueda voy a pasearme por su jardín.

Txema

MI buen caballero de Noeraixò. Coincidió Vd. con el señor conde en sus fatigas de militarizado. ¡Qué tiempos siniestros que se nos han colado de nuevo por la retaguardia!
Para hablar de París, yo siempre estoy dispuesta. Como sobremesa de una comida a cinco no estaría mal.

Un abrazo muy fuerte et mille bisous, monsieur Txema.


Isabel

Querida costurera. ¿Qué tendrá París que ejerce una fascinación tan especial, siempre?
Ayer me pasé toda la tarde con un libro de acuarelas de París recordando, reviviendo, reinventando y parecía como si la ciudad directamente me siguiera perteneciendo.

Si finalmente podemos ir, le contaré con hebras de hilo suave las nuevas experiencias.

Un abrazo dulce y bien tejido,

Freia dijo...

Emejota

No importa en absoluto la diferente edad o compañía para sentirla de forma muy especial. París es tan única, que nos cala hasta los huesos. Es inevitable, por fortuna.
Yo también me alegro de poder compartir lo que sentí.

Un beso muy grande... a toda la tribu.

Rafa

Es verdad, mi querido Rafa... Que Vd. estuvo en París hace cinco meses. Realmente me ganó la apuesta pero yo ahora tengo la ventaja de tenerla justo delante de mí (a ratos borrosa, a ratos nítida) y sin embargo, vuesa merced la tiene ya a la espalda, jejeje.
El abuelo Cebolleta me brindó hace tiempo la oportunidad de esa crónica y no he podido resistirme a rescatarla.

Un beso muy, muy, muy fuerte.

Karina

¿De modo que es Vd. natural de la ciudad que guarda como un tesoro la maisón carrée (¡qué hermosura, poldiox!)? Pues tengo que darle la enhorabuena, no es mal lugar para nacer.
Gracias por la indicación acerca de Radio3. Hace tiempo que solo me muevo por discos y me parece una opción espléndida.
¡Écheme Vd. una mano para que los hados encargados de la meteorología sean benévolos conmigo a finales de mayo... ande!

Un abrazo bien grandote.

Devaneos

Mi queridísimo Peter Pan... Me ha hecho Vd. un comentario que podía cortar y pegar ahora mismito y montarme una entrada sobre París... de tan hermoso como lo ha hecho, jajaja. No esté segura de que no se lo robe como ande pillada de tiempo.
Sabe mi opinión con respecto a Sabina en lo que a música se refiere. Sobre la letra de esta canción (y de algunas otras), sin embargo, me sigo inclinando, a pesar de la tirria que la tengo al buen señor.
Mi buen Brassens... monsieur Chevalier et son canotier... uhmmm.
Todo respira Paris... Y sí, me ganó Vd., que trece años es casi casi la más tierna infancia para dejar el nido protector y marchar a la aventura.
Le debo una conversación telefónica, comm'il faut, pero tendrá que esperar, que nuevos y recientes acontecimientos han venido a dar al traste con la planificación previamente establecida.

À bientôt, mon cher ami.

Freia dijo...

Alejandra

Mi querida porteña, dígale a su jefe que no necesita autorización, en absoluto, para copiar lo que se le antoje, que bastantes pegas ponen las sociedad de autores de aquí y de allí, como para andar con trabas. Dígale que se sirva él mismo.
¿No recuerda que París y Buenos Aires tienen en común el tango? Esos tangos apaches que tanto se parecen a los arrabaleros de allá... Y la música del acordéon, del bandoneón... ese quejido arrastrado... y la hermosura de la luz.
Le cambio París por Buenos Aires.... ¡ayss, qué ganas de conocer su ciudad!
Y por supuesto estoy encantada de que el tren virtual que hemos montado un poquito entre todos le ayude a conocer una ciudad que también añora sin conocer.
Un beso y un abrazo muy fuertes, brujita.

Gemma

Mi querida Zauberinita... Nada escapa a su memoria y su conocimiento, por mucho que Vd. insista en que es una eterna olvidadiza.
Puede que no sea el único texto que reconozca en esta serie.
Confío en que andará bailando esa danza que se escucha ya muy cerquita.
Un beso muy, muy, muy grande, MegaMaga.

Charles de Batz

Jejeje, ¿así que era Vd. todavía un tierno infante allá por 1975? Me envejece, mi querido amigo.
Hay un poso de nostalgia pero nada, nada de tristeza. Es solo algo de saudade por esa ingenuidad y ese abrir los ojos al mundo exterior, que ya no volverá. En cambio, ahora, la experiencia permite disfrutar de otra serie de cosas que entonces me perdí. No tema, es mucho más fuerte la alegría de una puede que realidad, que la melancolía por lo que pasó hace bastante.
Jajaja, siga diciendo oficios, siga Vd. ¿Ha pensado sencillamente en servirnos de traductor? Es menos cansado y saldríamos ganando nosotros y Vd.
Un abrazo muy fuerte en trío.

Okawango

Mi estimado farero, es un auténtico placer tenerlo por aquí de nuevo.
No sienta Vd. vergüenza en absoluto. Lo que puede intentar es ponerle remedio. Le aseguro que no se arrepentirá.

Un abrazo y bienvenido de nuevo a este su salón.

fra miquel dijo...

Conozco más los jardines de París y alrededores, que la ciudad. Y es que sólo he estado un par de veces.
Creo que buscaré las fotos que hice, hace ya unos añitos, de algunos jardines de París para un próximo post. Ahora hace tiempo que tengo el LLibre Primer un poco abandonado.

Me han gustado todas las versiones de Sous Le Ciel de Paris, pero especialmente la de Juliette Greco y (claro :o) la de Archie Shepp
Un fuerte abrazo