Un regalo de Sergio Astorga

jueves, 20 de agosto de 2015

Cuarta canción de amor desesperada: amor que mata




Antonio Muñoz Degrain (1840-1924). Otelo y Desdémona (1881). Óleo sobre lienzo.  Museu do Chiado, Lisboa



Amor que arrasa, destroza, destruye. Amor tóxico, execrable, enajenado. 

Amor que en nombre de una adoración sin límites lo que oculta es posesión, maltrato,
muerte. 

Amor estéril. El más estéril de todos. El más inútil. El más odioso. 

Amor que se repite a lo largo del tiempo. En cualquier lugar del mundo.  En cualquier estamento social. 

Amor para el que no existe justificación  aunque, según vemos a diario, hay quien todavía lo justifica. 

¿Es amor? Yo afirmo que no. Quien ama no posee ni aniquila en nombre de él. 
Sea al otro, sea después a uno mismo.

Amor terrible que no duda en matar. Amor que siempre mata. 

Otello -mientras contempla embelesado a Desdémona muerta- canta sus últimas palabras antes de clavarse el puñal y tiene la desfachatez de pedirle algo porque la ama (¡manda huevos!):

Otello
Que ninguno me tema
Aunque aún me vea armado. He llegado al final
De mi camino... ¡Oh, Gloria! Se acabó Otello.

Y tú... ¡qué palida estás!, ¡qué cansada!, ¡qué callada!
¡Qué bella!
Criatura piadosa nacida bajo una estrella maligna.
Fría como tu casta vida, y ascendida al cielo...

¡Desdémona! ... ¡Desdémona!... ¡muerta!...
¡Muerta! ... ¡muerta!...

¡Todavía tengo un arma!

Cassio
¡Detente!

Ludovico, Montano
¡Desgraciado!

Otello
Antes de matarte... esposa... te besé.
Ahora, muriendo.. en medio de la sombra en que me hielo...
Un beso... un beso más... ah! ... otro beso.

Eso sí, la versión de Kleiber y Domingo es espléndida que lo cortés no quita lo valiente.


Esta vez les voy a rogar encarecidamente que ni un solo segundo de su vida experimenten esta pasión enajenada. Pero, por favor, sigan intentando ser felices.


G.Verdi (1813-1901) Nium mi tema (Ninguno me tema). De la ópera Otello (Otelo). Acto IV. Escena final. Libreto de Arrigo Boito, basado en la tragedia homónima de W. Shakespeare. Plácido Domingo, tenor. Carlos Kleiber, directorOrquesta y Coro de La Scala de Milán. Teatro de la Scala de Milán, 1976. Via thiavengerdomingo



2 comentarios:

alestedemadrid dijo...

Estas canciones de amor desesperado son a cual mejor...

Freia dijo...

Muchas gracias, Aleste.
La que está a punto de entrar en el horno, yo creo que es muy hermosa.
Un beso grande.