Un regalo de Sergio Astorga

jueves, 27 de agosto de 2015

Novena canción de amor desesperada: amor esperanzado






Amor que espera aun sabiendo que no hay futuro.

Amor confiado, fiel, que se resiste a aceptar la verdad.

Amor entusiasta con el amado aunque éste -como casi siempre- no lo merezca.

Amor que espera tejiendo y destejiendo, o contemplando el horizonte del mar desde lo alto de la colina. 

Amor sin salida, amor condenado a ser vencido por la muerte, pero contra la que lucha con todas sus fuerzas. 

Amor que emana generosidad y es bondadoso. Amor sabio a pesar de su ceguera. Amor verdadero y real por muy alejado de la realidad que esté. 

Amor de esperanza, cuando la desesperanza lo rodea. 


Estas hermosísimas y esperanzadas palabras son las que dirige Cio-Cio-San (Madame Butterfly) a su criada Suzuki cuando ésta intenta convencerla de que Pinkerton no regresará jamás:


Un hermoso día veremos alzarse
Un hilo de humo en el horizonte.
Y entonces aparecerá la nave.
Luego, esa nave blanca entrará
En el puerto, atronando con su saludo.
¿Lo ves? ¡Ya ha llegado!
Yo no bajo a encontrarme con él.
Me quedo allí, en lo alto de la colina,
Y espero, espero largo tiempo
Y no me pesa la larga espera.
Y saliendo de entre la multitud,
Un hombre, un punto pequeño
Se destaca colina arriba.
¿Quién será? ¿Quién será?
Y cuando llegue,
¿Qué dirá?, ¿qué dirá?
Llamará a Butterfly desde lejos.
Y yo, sin responderle,
Estaré allí escondida,
Un poco para inquietarlo
Y un poco para no morir
al primer encuentro. Y él,
Con alguna inquietud, llamará, llamará:
"Pequeña mujercita, olor de verbena",
Los nombres que me daba
Cuando volvía a casa.
Todo esto sucederá,
Te lo prometo.
Guárdate tu miedo,
Yo, con firmeza le espero.



Lo sé, lo sé, mis queridos lectoyentes, la ópera no termina bien. Y van... Pero es que ya saben que en teatro -y la ópera no deja de ser teatro- da muchísimo más juego un final  trágico que uno feliz y anodino. Pero Vds. no cejen en su empeño, llévenle la contraria a los grandes dramaturgos y compositores y traten de ser felices... por lo menos a ratitos. 


G. Puccini (1858-1924) Un bel di vedremo (Un hermoso día veremos). De la ópera Madama Butterfly. Libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Acto II. Ying Huang, soprano, como Cio-Cio-San. James Conlon, director musical. Orchestre de Paris. De la película Madame Butterfly. Frédérick Mitterand, director (1995). Vía Tagerk1


2 comentarios:

Anakasis dijo...

frenética tarea me queda... rediós si está posteando a destajo
y yo sin darme cuenta, en el facegó

Freia dijo...


Es que nos estamos olvidando de los blogs, querida. Es normal.
Mientras disfrute con lo que tiene por delante: 10 entradas (he escrito más en 15 días que en todo un año) trabajo y placer seguro que tiene. Alguna de las entradas son larguitas.

Un abrazo querida y muchas ínfulas de parte de Fasolt