Un regalo de Sergio Astorga

viernes, 21 de agosto de 2015

Quinta canción de amor desesperada: amor traicionado


C-A.Cayot (1677-1722) - La mort de Didon (Muerte de Dido)  (1711)  Mármol de Carrara. 55 x 59 cms. Museo del Louvre, París. Pieza de admisión en L'Académie Royale. 



Amor que confió en quien no lo merecía.

Amor que ayudó, enalteció, contribuyó a que el amado creciera.

Amor que solo esperaba correspondencia, aun sabiendo que nunca lo sería en la misma medida.

Amor sorprendido por la deslealtad del otro.  Amor que no resiste la infidelidad del alma, que es la peor de todas.

Amor cantado por juglares, dramaturgos, poetas, cineastas.
Dramáticamente es resultón y da mucho juego. Es hermoso. Eso sí, destroza. 

Amor triste. Amor desesperanzado. Todo desamor lo es.

Amor de los generosos y de los que inspiran bondad, pero que terminan siempre desfalleciendo y dándose muerte.


Dido se suicida tras conocer la huida de Eneas -que ha traicionado su amor y a su tierra-. Justo antes de caer inerte, murmura estas palabras:


Tu mano, Belinda...
Me envuelven las sombras.
Deja mi cabeza posarse en tu pecho.
Quisiera decir más,
Pero la muerte me invade.
Y ya la doy por bienvenida.

Cuando me den tierra
Espero que mis equivocaciones
No atormenten tu corazón.
Recuérdame, 
Recuérdame.
Y olvida mi triste destino.


Esta canción desesperada es la opuesta a la del día anterior. Tampoco me gustaría a mí que la experimentaran, especialmente en su tramo final. Se lo vuelvo a repetir, mis queridos lectoyentes: intenten engancharse a pequeñas dosis de felicidad. Es de los venenos que valen la pena. 


H.Purcell (1659-1695) - Thy hand, Belinda... When I am laid in earth (Dido's Lament) [Dame tu mando, Belinda... Cuando yazga bajo tierra (Lamento de Dido)]. De la ópera Dido and Aeneas (Dido y Eneas). Libreto basado en el texto de Nahum Tate Brutus of Alba (Bruto de Alba) Acto III, Cuadro 2. Malena Ernman, soprano. William Christie, director. Les Arts Florissants. fRa, 2010. Vía La Voz por Excelencia

2 comentarios:

Fackel dijo...

También podría titularse la escultura algo así como el harakiri de la Belleza. Aunque esa estética tan marmólea me resulta algo funeraria y distante.

Freia dijo...

Ya sabe Vd., mi querida antorcha, que los franceses eran clásicos hasta en el barroco. De ahí esa sensación fría y distante. Toda la belleza francesa es etérea y fría. Y como dice Vd. muy bien, bastante fría.


Un abrazo grande.