Un regalo de Sergio Astorga

viernes, 25 de noviembre de 2011

No al maltrato hacia las mujeres

.


Hace dos años escribí un texto para la revista Delirio. Ésta lo publicó algo más tarde pero yo nunca lo hice aquí, en las Variaciones. El tema sobre el que debíamos trabajar era Metamorfosis y me pareció muy apropiada la historia de Apolo y Dafne de Ovidio, después de escuchar unas escalofriantes estadísticas relativas a la violencia machista.

Aunque es un problema que todos tenemos muy presente a diario, ayer, una encuesta realizada a jóvenes españoles entre 12 y 18 años me puso nuevamente los pelos de punta. Una parte nada despreciable de nuestros muchachos cree que las chicas tienen que complacer a sus novios, que los celos son un acicate en el amor, que el hombre está para proteger a la mujer y que ésta debe, como compensación, doblegarse. Y, una vez fui capaz de reaccionar, pensé que lo estamos haciendo rematadamente mal en lo que a educación se refiere cuando ellos se sienten además tan orgullosos de ir proclamando semejantes barbaridades.

Hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer






... y, una vez más, considero mi obligación utilizar el blog como plataforma para decir que ¡BASTA YA!

Y decir también que NADIE debe mirar hacia otro lado porque el sufrimiento y la sangre y la humillación y el dolor y la muerte de cada mujer que es maltratada nos atañe a todos, nos importa a todos, nos involucra a todos, nos COMPROMETE a todos

Cada vez que un hombre levanta la voz o la mano contra una mujer, cada vez que las deja caer sobre ella... En cada prohibición, cada insulto, cada humillación, cada maltrato emocional, cada silencio... Con nuestra inhibición de lo que sucede en la puerta de al lado, la casa de al lado, la habitación de al lado... En nuestra despreocupación por la educación en el colegio, la educación paterna, la educación audiovisual que los adultos del mañana reciben al respecto...

 No se está haciendo  lo suficiente para evitar  una bofetada, una humillación, una paliza, un insulto, una muerte.

Y, aunque tímidamente, la cifra de asesinatos a manos de novios, compañeros, maridos, ex compañeros, ex maridos, ex novios ha disminudo, continúa siendo escandalosa, inmoral, asquerosa, horriblemente alta. No solo hay que gritar cuantas veces sea necesario ¡NI UNA MÁS!, es que entre todos tenemos que conseguir que esa maldita, cruel, odiosa cifra acabe siendo CERO. Por eso hoy es un buen día para recordar, para recordarnos que es VITAL que nos  unamos para reivindicarlo y decirlo con voz bien alta,  para ayudar a cualquier mujer maltratada en cualquier forma o manera, para tener la valentía de denunciar a quien sea culpable, para contribuir activamente en la educación de los jóvenes que tenemos cerca y alrededor...  Y también para obligar a las autoridades, sean del tipo que sean, a que pongan más medios, más interés, más medidas, más voluntad, más dinero, más ganas en evitarlo y en educar a las generaciones que vienen detrás.
Porque es un problema DE TODOS y entre todos debemos ponerle solución.

¡BASTA YA! 
¡NI UNA SOLA MUJER MALTRATADA, FÍSICA O EMOCIONALMENTE!

Por eso hoy les traigo este texto que nació de la rabia. Nunca escribí nada tan dual.  Va de lo  intimista a lo solemne, empieza hablando de lo cotidiano para elevarse hasta lo divino, asciende desde la época actual a la antigüedad. Trata de la mujer anónima y de la que es conocida universalmente, de la vejación particular que sufre la primera y la venganza incruenta y universal que ejecuta la segunda, del fracaso de la bonhomía y la razón pero también del triunfo de éstas sobre la sinrazón y la violencia. Tiene dos colores, dos formas de ser escritas, dos estilos diversos, dos tiempos verbales, en tercera y en primera persona. Me pareció importante hacerlo así para ir subiendo gradualmente de un nivel al otro de un relato bifronte en el que existe un haz y un envés, una cara y una cruz, pero siempre integrantes de las mismas hoja o moneda. Nació también fruto de la indignación y la impotencia. Hoy pienso que la indignación hay que potenciarla desde la lucidez y la cordura y que la impotencia puede desaparecer si nos ponemos manos a la obra YA MISMO.

Este pequeño trabajo es pues  mi contribución a este 25 de noviembre que todos los años se nos hace dolorosamente actual y triste. Como un grito, una llamada de alarma, una lucha necesaria e inmediata.
Para mejorarlo ostensiblemente, les dejo con una exquisita cantata que sobre el mismo tema compuso ese alemán trastocado en británico que fue don Jorge Federico...

Pongan todo lo que puedan de su parte para soliviantarse con el texto, compensando con su buena voluntad las carencias de éste. Disfruten (no necesitarán esforzarse lo más mínimo) de la partitura de Häendel y sean, seamos muy conscientes de que entre todos podemos hacer mucho para evitar ese goteo incesante y terrible de mujeres maltratadas, apaleadas, mutiladas, heridas, insultadas, vejadas, asesinadas en todo el mundo.

Téngamoslo muy presente a diario y gritémoslo con fuerza hoy.




 
TRANSMUTADO OVIDIO


Dichas estas razones, voló Cupido y se detuvo sobre el Parnaso;
y disparó dos flechas: con una clavó el amor, y el desdén con la otra.

OVIDIO - Las Metamorfosis


"Supo que se había equivocado eligiendo el camino más corto -pero también el más oscuro-, cuando ya no tenía remedio.
 
Durante todo el día la sensación de cansacio la había seguido tontamente de un lado para otro. Tenía sueño. Llevaba varios días durmiendo muy poco porque aquel proyecto y la machaconería persistente del jefe le escamoteaban el sueño. Por esa razón, no se lo pensó dos veces cuando, después de llevar un cuarto de hora caminando desde que saliera de la oficina, se encontró en el cruce entre la avenida bien iluminada y rectilínea y aquella calleja estrecha y diagonal que le acortaría al menos en diez minutos el camino. Además, los tacones le mordían sin piedad los pies.

Escuchó por primera vez sus pasos irregulares y torcidos al pasar por delante de aquel solar turbio y de olor imposible. Pensó que su miedo habitual le estaba jugando de nuevo una mala pasada. Pero sintió frío. Un frío indefinible, como el que te perfora la médula cuando te dan una mala noticia, como el que te empapa cuando tienes la certeza de que no hay salida alguna.

Intentó no asustarse, pero las baldosas mojadas le devolvían el cada vez más rápido y estúpido soniquete de las suelas gastadas. Las de un él, sin duda, por la fuerza que imprimía al andar. No había un alma en todo el recorrido. Ni ventanas iluminadas, ni puertas entornadas que la tranquilizasen. La realidad le sonrió desdentada y cruel desde una esquina sucia de orín y oscuridad.

Cada vez caminaba más deprisa. Él también. Le habría gustado gritar, pedir ayuda pero sabía que gastaría fuerza inútilmente. Habría dado algo por llevar aquellas playeras de color indefinido y feo que tanto le gustaban. Aceleró la marcha y el pulso, envidioso, le machacó la sien con latidos abruptos y chillones.




Las piernas decidieron por ella y se lanzaron, desorientadas y torpes, a una carrera que no conducía a ningún sitio. El bramido estaba cada vez más cerca. Su aliento, el de él, le atosigaba la nuca con pellizos desagradables de tabaco y sudor.

Por un momento pensó que le daría tiempo a llegar, que encontraría un bar abierto, que alguien saldría de un portal y le sacudiría ese mal sueño hasta depositarla, tranquila y avergonzada en la orilla segura de su cama revuelta. Pero él seguía siendo él y estaba alargando una mano grande, dura, pegajosa para atraparla.

De repente,

                          algo que no era el miedo 

                                                               la paralizó con suavidad,

                                                                                   sujetándola firmemente al asfalto...


... Porque yo, Dafne, la hija de Peneo, su ninfa preferida, me he vuelto más poderosa que tú, Apolo, tan indigno y arrollador como tu padre Jupíter.

Ya no podrás abusar de mí, ni poseerme, ni violarme.



Mira cómo la sangre de mis brazos, que nunca te rodearán, se convierte poco a poco en la savia que por fortuna me redime.

Mis piernas se inmovilizan y se vuelven leñosas lentamente, ocultando para siempre el hueco luminoso que nunca horadarás, que jamás llegará a ser tu anhelado refugio.

Mis pies, anclados ahora firmemente a tierra, ya no te temerán por ser menos veloces que los tuyos.

Te he vencido, Apolo. Mis dedos, mis manos, la melena que siempre buscaste destrenzar van adquiriendo el tono verde oscuro de las hojas sagradas.

Me he vengado de ti, por toda la eternidad y hasta el límite del tiempo.

Y en mí vengo a todas las mujeres maltratadas, desposeídas, ultrajadas. Y mi venganza es la más terrible porque yo, tu objeto del deseo, te seré por siempre inasequible. Y jamás me tendrás. Y cuando tus manos ávidas intenten tocarme, toparán con la madera madre, con la corteza áspera y rugosa con que mi padre me cubrió acudiendo en mi auxilio. Porque, no te engañes, Apolo. Él me protegió originando al tiempo tu propio deshonor y desvergüenza.

Y seré más que tú. Y las hojas de aroma profundo y persistente con que me han envuelto tu desfachatez y tu codicia, se aposentarán por siempre en tu cabeza, coronándote, ciñéndote, apresándote.

Los demás pensarán que te cubres con el verde trofeo a causa del desconsuelo y la tristeza y que eliges mis hojas en homenaje al sueño interrumpido y nunca consumado. Creerán que lo haces por tal causa. Y estarán convencidos de que a ello te lleva justamente la dulce terquedad del imposible y porque con dicho acto perennemente me honras. Pero se engañan. Tú sabes que se engañan. Y sólo los dos sabemos que es mentira. Que fue mi voluntad y no el amor quien te anudó sin remedio a esa diadema atroz que te aprisiona.

Para que seas consciente de por vida de que te acosará la indignidad por dónde vayas, persiguiendo tu rastro con fiereza, negándote implacable el perdón y el olvido."


G.F. Händel (1685-1759). Cantata de Apollo e Dafne (La terra è liberata). I Aria: Felicissima quest'alma..! II Aria: Ardi, adori e preghi... III Recitativo: Ah, qu'un Dio non dovrebbe..! IV Aria: Come in ciel benigna stella... Dafne: Roberta Invernizzi, soprano. La Risonanza. Fabio Bonizzoni, director. GLOSSA, 2010.




1 - Felicissima quest'alma
ch'ama sol la libertà.
Non v'è pace, non v'è calma
per chi sciolto el cor non ha.

2 - Ardi, adori e preghi in vano;
solo a Cintia io son fedel.
Alle fiamme del germano
Cintia vuol che io sia crudel.

3 - Ah!, ch'un dio non dovrebbe
altro amore seguir ch'oggetti eterni;
perirà, finirà caduca polve
che grata a te mi rende,
ma non già la vertù che mi difende.
4 - Come in ciel benigna stella
di Nettun place il furor;
tal in alma onesta e bella
la ragion frena l'amor.

1 - Felicísima el alma
que no ama sino la libertad.
No hay paz, no hay calma
para un corazón que no esté libre de ataduras.

2 - Ardes, adoras y rezas en vano;
le soy fiel a Cintia.
A la llama del hermano
Cintia quiere que responda siendo cruel.

3 - Ah!, un dios no debería
perseguir otro amor que no fuese objeto eterno;
perecerá, acabará convertido en polvo
lo que me vuelve grata a ti,
más no la virtud que me protege.
4 - Como en el cielo la pequeña estrella
de Neptuno aplaca el furor;
así en un alma honesta y bella
la razón frena el amor.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Metamorfosis: Syrinx... y Debussy

.


Para Isabel Romana, que me regaló a Palantea



"Entonces inundó el bosque una música liviana y suave semejante a la que Favonio provoca con su soplo cuando, al empezar la primavera, hace cantar las hojas de las encinas y los castaños y los incita a dar frutos: alegre como el aleteo de las mariposas y más dulce que la miel de las abejas. Evocaba también otros sonidos: el goteo del agua sobre una piedra, el chasquido de la hojarasca bajo las pisadas diminutas de las aves y su picoteo, el lento transcurrir del tiempo. Era tan hermosa aquella melodía que apaciguaba el espíritu y hacía olvidar los pesares. Sin darse cuenta, Rea Silvia se había ido acercando a la entrada de la cueva y, con cautela, miró al exterior.


Dándole la espalda, sentada sobre un viejo tocón entre la niebla, una muchacha tocaba la siringa. Vestía una túnica parda y dos trenzas castañas se anudaban por encima de su cabeza dejando la nuca desnuda. A su alrededor unos cuantos cerdos hocicaban en la espesura buscando las bellotas que tardíamente habían caído a tierra. Se quedó inmóvil escuchando mientras su corazón recuperaba el ritmo normal y se serenaba. Luego, despacio para no asustarla, se le acercó. La muchacha se sobresaltó y dejó de tocar."

Isabel Barceló . La fundación de Roma - 1ª parte, cap. VI











¿Les ha gustado? ¿Verdad que es una delicia la aparición de "mi" personaje en la espléndida novela de Isabel? Nunca le agradeceré bastante que tan generosamente me haya brindado ser una pastorcita como Palantea en el relato de la fundación de Roma.

Pero para que mis lectoyentes no se fatiguen en exceso por mi proverbial y endémico narcisismo, vayamos al instrumento mencionado por mi querida Romana. Sí, efectivamente... lo que la pastorcilla toca tan despreocupadamente en el bosque de Silana inmediatamente antes de su primer encuentro con Rea Silvia es una siringa.

El DRAE define así la palabra que la nombra, en su primera acepción:

siringa.

1. Poét.Especie de zampoña, compuesta de varios tubos de caña que forman escala musical y van sujetos unos al lado de otros.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados



Además, intercalada en el encantador texto de nuestra escritora, tienen Vds. una fotografía para que se hagan una idea de cómo es. ¿A que les suena? Seguramente  les resultará también familiar por el nombre de Flauta de Pan.

Pan, el semidios... Siringa... o Siringe... o Syrinx...

¿Les han contado alguna vez la historia de Syrinx (o Siringa) y Pan? Estoy segura de que la mayor parte de quienes leen este blog conocen de sobra este episodio de Las Metamorfosis de Ovidio. Pero, por si acaso alguno no fue a clase aquel día, comoquiera además que tengo que justificar ante la jefa de esta bitácora el número de palabras que me exige al mes y toda vez también que, ya que escribo pocas entradas, estas deben, por compensación, ser largas como días sin pan o travesías en el desierto... pues eso, que les voy a contar el relato, quieran Vds. o no; se pongan como se pongan. Debo añadirles que como por hoy ya he cubierto el cupo de corta y pega que me está permitido y puesto que tengo dos traducciones (*) del pasaje ovidiano y  de una me gustan unas cosas y otras de la otra, paso a transcribirles "alla maniera sui generis della comtessa"... lo que nos relata el poeta latino.
En definitiva, mis lectoyentes van a leer un refrito condesiano de tan hermoso texto, narrado como un relato que Ovidio  pone en boca de Mercurio con objeto de adormecer a Argos inmediatamente antes de degollarlo. Yo sé que no es muy edificante la acción de Hermes (aunque sea quien rige los designios de los geminianos)  pero es lo que hay y no vamos a andar a estas alturas edulcorando la poesía ovidiana.

A lo que íbamos...

En los fríos montes de la Arcadia vivía una náyade, la más hermosa entre las Hamadríades de Nonacris, a quien las ninfas llamaban Syringa. Ninguna había eludido como ella los requerimientos y pretensiones de faunos y dioses que habitaban el campo o el bosque. Rendía culto a la diosa Ortigia, a la que consagraba su virginidad y por su forma de ceñirse la túnica a la manera de Diana habría podido pasar por la mismísima Latonia, si no fuera porque la diosa usaba arco de oro, en tanto el que aquélla tensaba era de cuerno.
Un día en que Syrinx descendía del monte Liceo se encontró con Pan, que ceñía su cabeza con agujas de pino. El dios, al verla, le habla así: "¡Cede, oh bella ninfa, a los deseos de un dios que desea llamarse tu esposo!". La ninfa, insensible, lo ignora y huye de él, pero como Pan continuase en su porfía de darle alcance a toda costa, Siringa se ve obligada a correr hasta que las plácidas aguas del arenoso río Ladón le cortan la huida. Viendo que no tenía salvación, la náyade suplica a sus límpidas hermanas que la socorran y ellas, apiadadas, escuchan su petición de ayuda transformándola con gran rapidez. Cuando Pan llega a su altura e intenta abrazarla, lo único que sus brazos oprimen es un montón de cañas de pantano. Y comoquiera que, al abrazarlas y suspirar sobre ellas, el viento produjo en aquellas un sonido leve y suave, como de lamentos, el dios, cautivado por la dulzura del sonido creado, dijo: "Siempre habrá este diálogo entre vosotras y yo. Os abrazo, ¡oh cañas!, y desde hoy os abrazaré, como esposo, de mil maneras diferentes y siempre ardorosas". Unió pues cañas de formas y tamaños distintos con una ensambladura de cera, creando el nuevo instrumento que lo acompañó desde entonces y al que otorgó el nombre de la ninfa que nunca pudo conseguir: siringa.

 P.P. Rubens. (1577-1640). Pan y Siringa (1617-1619). Palacio de Buckingham. Londres.



¿A que es bonito..?

¿Creen Vds. que aquí se acaba todo? Pues no señor, que para una vez que me decido a escribir, van a tener que aguantarme un poquito más. Porque ha llegado el momento en que hace de nuevo acto de presencia nuestro buen amigo Claudio. Que sí, que sí, que tienen razón, que lo traigo mucho por las Variaciones. Pero es una de mis debilidades, qu'est-ce qu'on va faire!

Y es que el bueno de Debussy compuso en 1913 una pequeña pieza llamada justamente Syrinx. Y, lógicamente, fue escrita para flauta. Su duración es mínima, apenas un susurro o un suspiro, pero es hermosa y leve como ellos. Y, naturalmente, tiene su historia... Y sí, no me arruguen el ceño que también se la voy a contar.

He dicho algo más arriba que la breve composición se llama Syrinx (*), pero el título original que le dio nuestro francés fue precisamente La flûte de Pan (la flauta de Pan). Seis años antes, Gabriel Mourey, el poeta y dramaturgo francés, y el propio Debussy se embarcaron en el proyecto de escribir una ópera sobre el tema de Tristán e Isolda. Convencidos de que nunca la acabarían, abandonaron la idea precisamente en 1913. Y es entonces cuando Mourey le hace el nuevo encargo de una música incidental para su obra de teatro en tres actos,  Psyché (Psique). Pieza que, por otra parte, también quedaría inconclusa. Se trataba de que el compositor ilustrara el episodio de la muerte de Pan, representado concretamente en la 1ª escena del último acto.

El texto al que acompañaba la flauta desde fuera de la escena decía (y dice) así:

LA NAÏADE

Prodige! Il semble que la nuit ait dénoué
Sa ceinture et qu'en écartant ses voiles
Elle ait laissé, pour se jouer,
Sur la terre tomber toutes les étoiles...
Oh! comme, dans les champs solennels du silence,
Mélodieusemente elles s'épanouissent!
Crois-tu que l'amant d'Eurydice
Faisait vibrer de plus touchants
Et plus sublimes chants
Les cordes d'airain de sa lyre?
Non, n'est-ce pas?

L'ORÉADE

Tais-toi, contiens ta joie, écoute.

LA NAÏADE

Si tu savais quel étrange délire
M'enlace, me pénétre toute!
Si tu savais... je ne puis pas te dire
Ce que j'éprouve. La douceur
Voluptueuse éparse en cette nuit m'affole...
Danser, oui je voudrais, comme tes soeurs,
Danser... frapper de mes pieds nus le sol
En cadence et, comme elles, sans effort,
Avec d'harmonieuses poses,
Èperdument livrer mon corps
À la force ondoyante et rythmique des choses!
Celle-ci qui, dans sa grâce légère,
Elève vers le ciel là-bas
Ses beaux bras.
Ressemble, au bord des calmes eaux
Où elle se reflète, un grand oiseau
Impatient de la lumière...
Et celle-là que des feuilles couronnet
Et qui, si complaisamment, donne
Aux lèvres de la lune à baiser ses seins blancs
Et l'urne close de ses flancs...
Et cette autre tout près qui, lascive, sans feinte,
Se roule sur ce lit de rouges hyacinthes...
Et cette autre dont on ne voit plus que les yeux
Etinceler, telles deux taches
De Soleil, dans la frondaison de ses cheveux.
Qui l'enveloppent et la cachent...
Par la chair d'elles toutes coule un feu divin
Et de l'amour de Pan toutes son embrasées...
Et moi, la même ardeur s'insinue en mes veines;
O Pan, les sons de ta syrinx, ainsi qu'un vin
Trop adorant et trop doux, m'ont grisée;

O Pan, je n'ai plus peur de toi, je t'appartiens!...

LA NÁYADE

¡Oh, prodigio! Parece que la noche haya desanudado
Su cinturón y que, abriendo sus velos,
Haya dejado caer sobre la tierra,
Solo por divertirse, todas las estrellas...
¡Oh, cómo se derraman melodiosamente
Por los campos solemnes de silencio!
¿No crees que el amante de Eurídice
Haría vibrar con los más conmovedores
Y sublimes cantos 
Las cuerdas de bronce de su lira?
¿No lo crees?

LA ORÉADE

¡Calla... contén tu alegría... escucha!

LA NÁYADE

¡Si supieras qué extraño delirio 
Me abraza, me traspasa toda!
Si supieras... no puedo decirte
Lo que esiento. Una dulzura
Voluptuosa y desordenada me enloquece esta noche...
 ¡Danzar... oh sí, me gustaría, como tus hermanas.
Danzar...golpear el suelo con mis pies desnudos
Cadenciosamente y, como ellas, sin esfuerzo,
Con posturas armoniosas,
Abandonar mi cuerpo  sin remedio
A la fuerza ondulante y rítmica de las cosas!
Ésta que, en su gracia ligera,
Eleva hacia el cielo
Sus hermosos brazos.
Parece, a la orilla de las calmadas aguas
Donde se refleja, un gran pájaro
Impaciente de luz...
O aquélla, coronada de hojas, 
Que tan complacientemente da a besar
A los labios de la luna, sus blancos pechos
Y la cerrada urna de su seno...
Y esta otra, tan cercana, que,
Lasciva y sin fingir rueda sobre ese lecho de rojos jacintos...
Y otra más, de la que solo se ven brillar  sus ojos, 
Como dos máculas
De sol en la frondosidad de sus cabellos 
Que la envuelven y la esconden...
Por la carne de todas ellas se desliza un fuego divino 
Y a todas las abraza el amor de Pan...
Y a mí, el mismo ardor se trasluce en mis venas.
¡Oh, Pan, los sonidos de tu siringa me han embriagado 
Como un vino demasiado encantador y demasiado dulce!
¡Oh, Pan, ya no tengo miedo de ti, te pertenezco! 
                                                                             (Trad. Paz Juan)



La pieza fue estrenada el 1 de diciembre de aquel 1913 por el instrumentista a quien iba dedicada, Louis Fleury, quien interpretaría también muchas otras piezas de Debussy. El lugar elegido, la casa de Louis Mors, en Paris. Fleury conservaría durante mucho años la partitura original.
Originalmente fue creada sin barras de compás ni marcas de respiración. Años más tarde, otro flautista, Marcel Moyse, le marcaría dichas pautas siendo su transcripción la utilizada habitualmente en las interpretaciones actuales.
Como buena parte de las obras impresionistas, tiene un marcado caracter descriptivo e ilustrador.  Es fácil reconocer en ella las complejas pinceladas de los sentimientos contenidos, de la emoción, del sentido que acompaña a la palabra. Es profundamente intimista, pero la música va y viene, ondulante,  de principio a fin de la obra. Intenta ser la expresión más fiel de la última melodía que Pan interpreta antes de morir. La náyade, Syrinx, es la corporeización de ese delirio último del dios. El poema y la música se engarzan armoniosamente. Muchos entendidos opinan que esa pieza brevísima marcó un punto de inflexión en la composición para flauta del francés.

Sin embargo, esta obra que es referencia para todo aquel que estudia o interpreta música con la travesera, en rarísimas ocasiones se representa con el recitado del hermosísimo poema para el que fue creada. Es habitual escucharla, fuera de programa y como propina en recitales o conciertos de flauta, pero siempre para ese instrumento solo. Y para que Vds. puedan elegir con qué versión se quedan, les he traido las dos. No son excluyentes ni, mucho menos, incompatibles y pueden degustar de las dos cuantas veces quieran pues esta vez les he atormentado con mucha letra para tan poca música como luego ha resultado. Poca en duración,  que la armonía, la elegancia, la fragilidad que se desprende de esta pequeña joya compensa con creces su escasa extensión. Espero que el poema les ayude a dar sentido a la música. Seguro que después de escucharlas a un tiempo entienden mejor los compases sutiles de don Claudio.


C.Debussy (1862-1918). Syrinx. 1 Para flauta y voz. 2 Para flauta sola. Juliette Hurel, flauta. Florence Darel, voz. Impressions françaises. ZigZag Territoires, 2011




Bien, ya tienen Vds. deberes para estar entretenidos una buena temporada. Dosifíquenlos, no vayan a sucumbir víctimas de una sobredosis flautístico-mitólogica. Créanme que la resaca es horrorosa.
Espero, mientras tanto, poder solucionar los problemas de lógística "windosiana" con los que Bill Gates martiriza a esta pobre condesa. Hartita me tiene el pájaro. Les aseguro que en cuanto pueda (y mucho me temo que irá para largo) me paso a la manzana.

Hasta que vuelva a someterles a una nueva tortura metamorfosiana, háganme el tremendo favor de ser todo lo felices que puedan. Y he de reconocer que teniendo que soportar 15 días de campaña, unas elecciones y un más que sonado triunfo anunciado van a tener que echarle muchas ganas y trabajar duro para lograrlo.

Eso sí, el único azul que entrará en esta bitácora es el de mi vestido de raso.

Buenas noches.

_________________________
(*) Textos utilizados:
      Para Las Metamorfosis de Ovidio
      1) Austral nº 1326. Traducción de Federico Carlos Sainz de Robles. Espasa-Calpe, 1963 (amena, pero poco fiel al texto latino)
      2) Alianza (BT 8202) Clásicos de Grecia y Roma. Trad. Antonio Ramírez de Verger y Fernando Navarro Antolín. Alianza Editorial, 1995. Octava reimpresión (2009)
      Para los datos sobre Syrinx de Debussy
      1) Juliette Hurel, en el disco de referencia más arriba indicada.
      2 Syrinx, wikipedia.

.