Un regalo de Sergio Astorga

lunes, 31 de diciembre de 2012

Bagatelas VIII: Recuerdo leve










Cada San Silvestre, al atardecer, se sirve el mismo trago largo de whisky en vaso ancho para sentarse a escuchar en la oscuridad la misma música.

Y, como cada año, el alma se le parte en dos por la añoranza. 



J. Sibelius (1865-1957). Vals triste, op. 44 nº 1. Orquesta Sinfónica de Lahti. Osmo Vänskä, director. Grabado en Ristinkirkko, Lahti, en octubre de 1996. BIS, 1996, El País, 2004.
           Lento - Poco risoluto - Più risoluto e mosso - Stretto - Lento assai





sábado, 29 de diciembre de 2012

Bagatelas VII: Sonrisa












El Bach más divertido y socarrón.



J.S.Bach (1685-1750). Kaffee-Kantate (Cantata del café). BWV 211. G. English, tenor (Narrador); S. Nimsgern, bajo (Schlendrian); E. Ameling, soprano (Lieschen). Collegium Aureum. Harmonia Mundi, 1968, 1990.Texto original, traducción y comentarios












lunes, 24 de diciembre de 2012

Natividades lisboetas




H. Memling. Virgen y Niño. Óleo sobre tabla. 44 x 32 cms. 
Museu Nacional de Arte Antiga. Lisboa.


¡Ayssss, cada año me cuesta más exprimirme las meninges para dejar en esta bitácora un presente de Navidad digno de mis lectoyentes.  ¿Será que estoy empezando a cumplir demasiados años? La verdad es que tampoco es para tanto porque esta condesa juvenil y pizpireta apenas cuenta 190 primaveras, de modo que los tiros no deben de ir por ahí. Además, si se creen Vds. que aunque acumule aniversarios estoy o me siento mayor, van dados; que ni lo uno ni lo otro. ¡Hasta ahí podríamos llegar..!

Pero parece que, después de todo y tras mucho cavilar,  sí que voy a tener con qué martirizarles un poquillo la Nochebuena... Sí... Que sí... Que toca sinestesia. Y de tema religioso, para que se me recojan piadosos algunos de Vds., que ya sabemos todos de qué pata cojea la mayoría de los ilustres visitantes de este salón. Que van descarriados por esos mundos de dios como oveja sin cencerro y hay que intentar meterlos mínimamente en vereda... ¡Que no tienen edad -Vds. sí, mis queridos amigos y visitantes, no yo- de andar haciendo el loco por esos andurriales ideológicos..! (Juas, juas, juas).

Y, como casi siempre, es una sinestesia tramposa. Pero solo un poquito. Tramposa porque, a pesar del título, lo que les traigo no son solo natividades. ¡Qué quieren, no me daban las fotos de nacimientos y adoraciones de los magos para más! Así pues, en el mismo saco he metido también Anunciaciones, Visitaciones a Isabel, Presentaciones en el templo, Sacre Conversazioni, Huidas a Egipto, amén de un Nacimiento de San Juanito, un Desposorio místico -y que me perdone Santa Catalina- e incluso algún pequeñín pagano en mármol al que, con todo el morro, he hecho pasar por niño Jesús. Pero me costaba tanto desechar sus fotografías...

Curiosa mezcla la de este año. De un lado, las imágenes que tomé a finales de enero en el Museu Nacional de Arte Antiga y en la Fundación Gulbenkian, en Lisboa. Del otro, las composiciones de un disco que me tienen a mí enamorada y a mis vecinos hartos, pues llevan sonando desde la noche de anteayer,  la del mismo día en que fui a su presentación. Cuando escuchen las cancioncillas descubrirán por qué. Es el disco más delicioso que se puedan imaginar. Piezas que van desde las Cantigas de Santa María a villancicos recogidos hace menos de 30 años. Música culta y música popular de la mano, por gracia y sobre todo por obra de Luis Delgado y César Carazo, Los Musicos de Urueña. 

Sinestesia con trampantojo y mezcla de siglos. No pueden pedir Vds. más eclecticismo por mi parte.  A ver si de esta manera contentamos un poco a tirios y troyanos. Con todo, estoy segura de que la simbiosis de  obras y composiciones les va a gustar tanto como a mí. 

A partir de ahora y terminadas las presentaciones, las palabras sobran. Ya no me queda más que desearles una soportable cena con los cuñados, que el cava y los langostinos no se les aposenten en el hígado y que vivan Vds. esta fecha como sus creencias o su falta de ellas les dé buenamente a entender.

Y sobre todo que, a pesar de la suegra, sean todos Vds., queridos míos, razonablemente felices.







VV.AA. La Estrella de Belén, La Música de Navidad en la Historia. Luis Delgado y César Carazo, Los Músicos de Urueña. Museo de la Música. Colección Luis Delgado. Urueña, Diciembre 2012. 
1)  Nos dicen las Profecías. Recopilado en 1930 por Schindler. Música Joaquín Díaz.
2)  Qué Bonito Niño Chiquito. Cancionero de La Colombina. 
3)  Vamos a Cantar al Niño. Auroros del Rincón de Seca en Murcia. 

(Si lo colocan en HD y a toda pantalla, seguramente lo disfruten más)








jueves, 20 de diciembre de 2012

Bagatelas VI: Nocturno










Notte amica al cieco Dio,
il mio bene a me conduci.
Guidin l'ombre quelle luci
che son gli Astri del mio cor

Noche amiga del ciego Dios,
conduce aquí a mi amor.
Guíen las sombras a esos ojos
que son los astros de mi corazón








Dell'alma stanca a raddolcir le tempre,
cari asili di pace a voi ritorno:
fuggite, omai fuggite
da questo seno o de'regali fasti
cure troppo moleste, egri pensieri:
che val più degli imperi
in solitaria soglia, ed umil manto
scioglier dal cor non agitato il canto.

Sfere amiche, or date al labbro

l'armonia de'vostri giri.
E posando il fianco lasso
abbia moto il tronco, il sasso
da miei placidi respiri

Para mitigar las ansias del alma fatigada,
regreso a vosotros, amados remansos de paz:
huíd, huíd ya de este pecho,
cargas en exceso molestas,
pensamientos apesadumbrados de los 
fastos regios:
pues liberar el canto de un corazón no agitado
en morada solitaria y bajo humilde sayo
tiene mayor valor que los imperios

Esferas amigas, conferid ahora a mis labios
la armonía de vuestros giros.
Y mientras doy reposo a mi fatigado cuerpo,
muévanse troncos y rocas
al son de mi plácido respirar.


(Trad. Luis Gago)


A.Steffani (1654-1728). Mission. Cecilia Bartoli, mezzo. I Barocchisti. Diego Fasolis, director. Decca, 2012.
1) De Alcibiade, Notte amica al cieco Dio
2) De Niobe, regina di Tebe, Dell'alma stanca a raddolcir le tempre... De Anfione, Sfere amiche, or date al labbro 




domingo, 16 de diciembre de 2012

Bagatelas V









Esta bitácora tiene algo importante que celebrar.


Y es que, aunque hoy cumple 242 años, está hecho un chaval.



¡Felicidades, don Luis!







L.v.Beethoven (1770-1827) - Septeto en Mi bemol mayor, op. 20. "Septimino". Octeto Viena: 
Willi Boskovsky, violín; Günther Breitenbach, viola; Nikolaus Hübner, violoncello, Johann Krump, contrabajo; Alfred Boskovsky, clarinete; Josef Veleba, trompa, Rudolf Hanzel, fagot. Decca, 1988.





martes, 11 de diciembre de 2012

Bagatelas IV










Para María, mi candela especialísima y querida. La que me lleva de la mano con la mayor naturalidad por los textos de Goethe o las notas y los versos de los lieder de Schubert. La que se parte de risa cuando toca y, al tiempo, te regala sin remilgos ni condiciones toda la hondura de su ánimo y su pensamiento.

Porque aunque finalmente ayer no pudiéramos compartir a Maria João Pires en el Auditorio sí podemos hacerlo hoy gracias a la blogosfera.

¿Y qué mejor presente, meine schöne Freundin,  que Mozart surgiendo de los dedos "piresianos" y de la batuta de ese grande, grande que es Abbado?

Además, siempre nos quedará Goerne.



W.A.Mozart (1756- 1791) Concierto para piano, nº 20, en re menor, K 466.  (Cadenzas, L.v.Beethoven). Maria João Pires, piano. Claudio Abbado, director. Orchestra Mozart. Deutsche Grammophon, 2012. 
1)  Allegro
2)  Romanze
3)  Rondo. Allegro assai

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Bagatelas III: Apuntes de un día luminoso





Silvia Sparacino. Pinceladas abstractas. Acrílico sobre lienzo. Técnica mixta. 40 x 50 cms. 2008. 







Desayuno a dos de risa franca por una tontuna que se desliza tierna y no viene a cuento...



El sol helador camino del ensayo.
El monólogo largo y denso que se resiste a salir "...Sí. Que sí. Que sí, que estoy loca..."
            y pugna, espolea "... Sí, soy un lagarto...",                      enfada "... Primita no me cuelgues, por lo que más quieras...",
reta, acoge, "... Hace tres meses que no la veo..."

... Vivifica, redime.
¡Qué sola está contra ella misma!



Y la comida a quince con la troupe. Cargada de matices, ruidosa, alegre, amplia...
Para deambular y reconocerse en ellos,  todos... Y en ese yo que soy y que me acepta por encima de roles o de atrezzi...





Lluis Claret bajo un cañón de luz vertical... Solo en el escenario limpio con su Lupot hermoso, equilibrado.

Y un viaje de Bach a través de los siglos... Hasta los ragas de 2012...


La primera, la cuarta y la quinta... Tan iguales y tan distintas de aquellas de Fontfroide hace unos años...

El Prélude que desgrana, anticipa, resume, avanza, habla.
La elegancia majestuosa tras de la que la Allemande se esconde.
La generosidad que la Courante derrama...
La Sarabande hermosamente recorrida por una gravedad solemne.
La expresividad cómplice del movimiento en las Gavottes.
El vértigo abierto y desbordado de la Gigue...




J.S.Bach (1685-1750). Suite No.5 para cello solo, BWV 1011-. Lluis Claret, cello. Grabado entre septiembre de 2002 y mayo de 2003, en la Abadía de Fontfroide, Narbonne. Francia. Verso, 2003



domingo, 2 de diciembre de 2012

Bagatelas II








Esta mañana he acudido al Auditorio Nacional para escuchar a la OCNE bajo la dirección de Giovanni Antonini. El programa, Bach, Geminiani y Vivaldi.

La segunda parte estaba dedicada al Magnificat del Prete Rosso. Me gusta mucho cómo imaginó y creó esta obra el veneciano pero, de nuevo, han aparecido los contrastes. Todo el tiempo rondaba en mi cabeza otro magnífico Magnificat, el de Heinrich Schütz.

Saben Vds. perfectamente de mis amores germánicos así que no me extenderé en el porqué de la elección.

Con el segundo pues, les dejo. Y disfruten su domingo, que yo tengo la sanísima intención de hacer lo mismo, volviendo de nuevo esta tarde a la misma sala de conciertos para escuchar y disfrutar esta vez de la música de Chick Corea.

Ya saben: una vela a Dios y otra al diablo... que, por supuesto, son perfectamente compatibles.



H.Schütz (1585-1672). Magnificat. Ensemble Clément Janequin, voces, Les Saqueboutiers de Toulouse, viento, y Continuo: K.Junghänel, laud, J. Cable, viola bajo (viola da gamba) y contrabajo, W. Jansen, órgano Aubertin. Harmonia Mundi, 1987

jueves, 29 de noviembre de 2012

Bagatelas










bagatela.


(Cf. fr. bagatellecf. it. bagatella).



1. f. Cosa de poca sustancia y valor.
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En el terreno de lo estrictamente musical, bagatela es una pieza ágil y corta sin mayores pretensiones. Su estructura suele ser A-B-A, con coda final y generalmente está escrita para piano.
La primera vez, al menos de forma oficial, en que aparece ese nombre para denominar una composición musical  viene de la mano de Couperin con su obra "Les bagatelles", en el libro II de su "10ème ordre pour clavecin", pero han sido muchos los compositores que le han dedicado partituras. Por poner dos de los ejemplos más destacados, seguramente el alemán Beethoven y el austrohúngaro Bartók.

Con todo, no se dejen llevar en exceso de lo que la palabra les sugiere ni de las dos definiciones precedentes. En ocasiones, tanto en un sentido amplio como en el específicamente musical, una bagatela puede esconder bajo su capa de ligereza, liviandad, fruslería, incluso frivolité, auténticos tesoros en forma de pequeñas joyas o preciosistas partituras musicales.

Y ahora seguramente habrá llegado el momento en el que mis queridos lectoyentes se pregunten que a santo de qué viene tanta definición, tanta exquisitez y tanto hablar de repente de bagatelas.

Saben Vds. muy bien que de un ya largo tiempo a esta parte, la condesa que esto les escribe anda sin parar de la ceca a la meca, de Herodes a Pilatos y del gimnasio a la Casa de Campo. Que no doy abasto, vaya. Que por más que lo intento el día ya no se deja estirar más. Que sí, que lo sé, que seguramente es porque me meto en todos los charcos y pretendo ser el niño, la novia y el muerto, todo a la vez. El caso es que sean cuales fueren los motivos, casi ni puedo entrar en la blogocosa.

Y me da mucha rabia francamente. Tenía que intentar encontrar una fórmula para poder permanecer en contacto con Vds. que no me obligara a pasarme dos días fabricando una entrada. No se me ha ocurrido otra cosa que crear una sección en las Variaciones. Y esa sección, ¿a que lo adivinan? -¡qué listos son, mein Gott!- se va a llamar justement: Bagatelas.

Pero no piensen que aprovechando el paraguas que me brinda el nombre la calidad musical va a decrecer. Ni lo piensen. Lo único que va a verse reducido es el tamaño de los post, lo que estoy segura de que no dejaran de agradecerme en el fondo o en la superficie. Este paréntesis me va a permitir dedicar apenas media hora a subir las diferenrtes obras al servidor y poder ofrecérsela a Vds. recien pescada o salida del horno. Aparecerán intercaladas sin previo aviso ni fecha fija entre otro tipo de posts.

Muchas veces se encontrarán con que la entrada se limita a la audición y la ficha discográfica. Otras veces habrá alguna breve explicación de lo que escucharán acto seguido. Podrán disfrutar pues de la música en este blog con más frecuencia de lo que lo hacían últimamente.

No obstante, me gustaría que tuvieran muy claro algo.

No crean que porque no tenga tiempo de sentarme al ordenador voy a colarles lo primero con lo que me tope. No sabría hacerlo. Para mí la música siempre ha tenido un peso emocional importantísimo. Siempre, siempre, siempre, todas y cada una de las piezas que vayan bajo el epígrafe mencionado, significarán algo importante para mí. Un recuerdo que asoma después de muchos años, una brevísima pieza disfrutada en alguno de los numerosísimos conciertos a los que por fortuna puedo acudir este año, una partitura musical que se abre paso cuando estoy contemplando un cuadro, o ensayando un monólogo o haciendo unos patucos. Nada de lo que aquí se ponga me resultará indiferente. Tendrá un significado y un valor. Por recuerdo, afinidad o contraste con lo vivido en el breve lapso de tiempo entre una bagatela y otra. Por necesidad de compartir. Porque la música es el mejor regalo y no pienso desaprovechar los recursos que la blogosfera proporciona.

Verán que la cosa, como siempre, acaba teniendo mucho de narcisista. Se trata de lo que me importa a mí, me conmueve a mí, me horroriza a mí, me recuerda. Pero es que solo puedo hacerlo desde esa óptica; sería absurdo construirla sin una cimentación personal y afectiva. Se vendría abajo. Me temo que tendrán que conformarse con ello. Siempre he considerado que una de las razones de ser fundamentales de esta bitácora es ofrecerles la música que yo puedo disfrutar y así compartirla. El regalo que ella nos hace tanto a Vds. como a mí se merece que pongamos toda la carne de afecto posible en el asador.

Ya, lo sé. Me estoy desdiciendo. Esto de breve no tiene nada. Es cierto. Pero la introducción nos permitirá posteriormente a Vds. y a mí un ahorro considerable de tiempo. Sobrarán las palabras y quedará exclusivamente la música.

Y precisamente porque el martes pasado escuché unas espantosas cuatro bagatelas del op. 126 de Beethoven a cargo de  Stephen Kovacevich (les aseguro que hacía mucho, mucho, mucho tiempo que no asistíamos a una interpretación tan espantosa de Beethoven y Schubert -solo se salvaron mínimamente las dos propinas de Bach- y no me vale que me digan que algunas de las grabaciones del sordo a cargo de este buen hombre son de referencia), aquí les traigo las 6 que conforman dicho opus interpretado por uno de mis pianistas favoritos, al que tuve la suerte de ver y escuchar en vivo durante muchos años hasta su retirada: Alfred Brendel.

Nuevamente les recuerdo que no se llamen a engaño. El alemán no inventó la forma bagatela pero si la llevó a un nivel bien alto. Sus obras son breves pero no menores. Se nos mostrarán tal como son: intensas y profundas. Compuestas en 1824 y publicadas un año más tarde, guardan toda la grandeza de la etapa final de Beethoven. Más modernas que la sonata 32, op. 111 y contemporáneas del cuarteto de cuerda op. 132,  o de la novena sinfonía, anuncian lo que realmente son: un profundo, penetrante, intuído, presentido, hermoso testimonio vital. Como escribió Santiago Martín hace poco, una despedida.

Yo ya no pinto más. Con ellas precisamente a modo de despedida, les dejo. Y también a modo de bonus track, la bagatela beethoveniana más conocida del mundo mundial y no incluída en ninguna serie ni ciclo: "Für Elise"

Intenten ser todo lo felicies que puedan en estos tiempos de recortes, desahucios, corrupción, faraonismo y mucha, mucha podredumbre. Estoy segura de que nada de todo ello podrá con Vds.



L.v.Beethoven (1770-1827). 6 Bagatelles, op. 126. Alfred Brendel, piano. Grabación entre 1961/4 para Vox Recordings. Brilliant Classics, ?


L.v.Beethoven (1770-1827). Bagatela en la menor, WoO53 Für Elise (Para Elisa). Alfred Brendel, piano. Grabación entre 1961/4 para Vox Recordings. Brilliant Classics, ?




jueves, 8 de noviembre de 2012

Carta a Fra Angelico





Beato Angelico. La Anunciación. Témpera sobre tabla. 194x194 cms. Hacia 1426. Museo del Prado. Madrid.





Venerable y estimado hermano Guido:

Disculpe la osadía de dirigirme a Vd. por medio de esta humilde misiva. Si me he atrevido a ello ha sido llevada de las palabras que mi admirado don Giorgio ha escrito sobre su persona y obra en ese manuscrito que está redactando a modo de crónica artística, al que he tenido el privilegio de acceder y que, más o menos, se llama "Le vite de'più eccellenti pittori, scultori e architettori". En ella dice de Fra Giovanni da Fiesole que posee un raro y perfecto talento y que nunca separa el pincel sin decir una oración ni pinta el crucifijo sin que las lágrimas resbalen por sus mejillas.

También me ha ayudado a decidirme la opinión que mi querido amigo monsieur de Batz guarda de sus andanzas e investigaciones por tierras en las que Vd. nació. Según él, los vecinos de Vicchio de Muguello y de sus alrededores, como Grezzano, son gente de buen comer. Y a diferencia de los glotones -mezquinos y deleznables tanto en el yantar como en el comportamiento- suelen ser generosos pues saben degustar, compartir, regalar. Seguro que su ilustrísima, señor beato, por razón de cuna es de igual naturaleza y ofrecimiento.

Me consta, pater, que anda Vd. muy ocupado por estas fechas "redecorando" la morada común de sus hermanos de orden. A pesar de ello y toda vez que la necedad siempre es atrevida, oso hacerle llegar la petición que a continuación detallo.

Como seguramente sabe con certeza, corren tiempos de turbación y mudanza en este país y los vecinos. Se impone la acción y la unidad para hacer prevalecer la razón y la cordura y no perder lo que tanto costó a otros conseguir a mayor beneficio de todos. Pero, para ello, tanto como de la fortaleza y la lucha, necesitamos de la serenidad y la belleza. No se turbe, que seremos nosotros y no Vd. los que continuaremos saliendo a la calle cuantas veces sea necesario a recuperar lo que nos arrebatan, pero ayúdenos un poquito en lo que a la segunda parte del problema se refiere.

Al igual que hizo en San Marco, píntenos por favor las paredes de este atribulado país con vírgenes inmaculadas y llenas de recato, niños curiosos y despiertos, angelotes rosados y de oro. Llene los muros de sus graffitis ingenuos, de colores planos y bellísimos. Regálenos la paz y la hermosura que necesitamos tanto como la lucha y la indignación para movilizarnos. Contrarreste con su pintura al temple y sus pigmentos la espantosa fealdad moral y, por tanto estética, que nos invade.

En definitiva, haga de nuestros entorno un hábitat tan bello como el que creó para sus hermanos dominicos en el modesto y austero convento florentino.

Y si puede traerse al Giotto, a Ghirlandaio y al Masaccio de la mano, mejor que mejor.

No crea que mi petición es frívola y vana. Por ello es imperioso que le insista. No es que su ayuda nos sea simplemente necesaria, es que se ha vuelto absolutamente imprescindible y precisamos de ella de forma inmediata. Cuanto antes, hermano Juan. La urgencia y el tiempo apremian. Nos va el éxito, la alegría y la fuerza en ello.

Dé por seguro que no voy a molestarle más. En espera de su contestación y estando segura de que le concederá a mi ruego toda la dedicación de que siempre hace gala, se despide con el mayor respeto,


Una condesa trasnochada



PS Los directivos del Prado me encargan que le diga, pater, que el Ministerio ha aprobado por fin y finalmente el presupuesto para adquirir una de sus tablas. Ojalá lleguen todos Vds. a un acuerdo sobre esa lindeza que es su Anunciación. De todas las que tiene, esa con predella que pintó para el convento de los dominicos de Fiesole, en la que aparecen a la izquierda de la imagen Adán y Eva, ¡pobres!, expulsados del Paraíso. Tenerla por aquí para uso y disfrute de todos será un privilegio. Creo también que el barón está a punto de traerse su  Madonna de la Humildad a Barcino. Sería el doblete perfecto.







Beato Angelico. Virgen de la Humildad. Témpera sobre tabla. 99x49 cms. 1433-1435. Museo Thyssen-Bornemisza de Pedralbes. En depósito en el MNAC. Barcelona. 



NOTA ACLARATORIA

No vayan a pensar, queridos lectoyentes, que la condesa se ha vuelto definitivamente majara con esta entrada. Lo cierto es que responde al ruego de una de mis amigas más queridas, y no solo por mí (que se lo digan a Fasolt), de la blogocosa. Si leen el enlace lo descubrirán.

La música que les he traído no es contemporánea de nuestro buen fraile pero es la temática la que la une a él, y a su vida y obra. Me apetecería mucho además que contribuyera a la sensación de serenidad, belleza y sosiego que, al menos en mí y espero que también en Vds., tienen los frescos del beato Angelico. Porque nunca vienen mal en tiempos revueltos como éstos.

A mi Anarkasis querida le mando un beso muy fuerte para ella y sus amantes deseando que esta pequeña contribución satisfaga sus deseos. 

Y a todos Vds., como siempre, que intenten ser todo lo felices que puedan. Y, como bien saben, la felicidad suele necesitar de bienestar social para todos con objeto de poder desarrollarse o extenderse. Y para que la sanidad, el transporte, el trabajo, la vivienda, la educación de que disfrutamos, aunque ya mutilada, se mantenga, es necesario que la defendamos. Con las acciones en la calle o en el puesto de trabajo. Yo se lo he prometido a Fra Angelico en nombre de todos, de modo que no me hagan quedar mal. Tenemos muchas cosas que reivindicar y que decir. Y para que se nos escuche, el 14-N es una fecha propicia. Así que, andandito a la huelga todos el miércoles que viene. Nos jugamos demasiado. 




G.P. da Palestrina (1525/6-1594) y J. Desprez (c.1440-1521). Música de la Capilla Sixtina. Tavern Consort. Andrew Parrot, director. Emi Classics, 1987. Ed. del Prado, 1993.
1) Palestrina - Stabat Mater
2) Desprez - Pater noster / Ave Maria
3) Palestrina - Dum complerentur dies Pentecostes
4) Palestrina - Jubilate Deo




domingo, 21 de octubre de 2012

Dalí, el cap Norfeu, un banco de salemas... y el viento





Cala de l'Almadrava. Roses. Girona. Septiembre 2012 (Paz .Juan)



Una de las múltiples ventajas de adoptar un lugar y hacerlo propio es que gracias a ello ganas -no sé si con derecho o no- un pasado no vivido.

Las Canyelles Grosses o l'Almadrava es,  en opinión de muchos y en la mía propia, la más bonita de  las calas de Roses. A pesar de las excesivas cicatrices blancas de ladrillo o cemento que se incrustan en las leves alturas que la cierran y protegen sigue siendo muy hermosa. Y tranquila, azul, profunda. Se la puede abarcar con unos cuantos pasos humedecidos, sosegados.
Situada entre el pequeño saliente que forman el faro y el castell de la Trinitat por un lado y la punta blindada de la Falconera por el otro, queda casi a resguardo de los peores embates de la tramontana que llegan desde el cap de Creus. El viento del norte la respeta y la limpia.

El primer y seguramente originario nombre proviene de los cañizales que sin duda existieron en ella. Y eran las Grosses, por oposición a les Petites, vecinas e inmediatamente anteriores. Pero casi nadie la llama así. Desde hace mucho tiempo se la conoce por ese segundo apelativo árabe y sonoro que nos da pistas seguras sobre el uso que le dieron los pescadores de la zona desde mediados del XVI hasta bien cumplida la primera mitad del XX. Y es que la forma de la playa era especialmente propicia a la pesca del atún según esa técnica.
Cuando desde el promontorio que la domina por el sur contemplamos el agua azul, transparente, tranquila, resulta difícil imaginar que durante cuatro largos siglos se volvió con frecuencia roja y encrespada. Que la supervivencia de hombres y atunes se decidía en esa rada en forma de herradura, entre redes, barcas y arpones. Eran uno u otro. No había términos medios.

Y a Dalí le fascinaban la lucha por la vida y la muerte. Por eso venía hasta ella a recordar las descripciones que su padre le hacía sobre lo visto por él de joven. A bosquejar con trazos rápidos la batalla. A pintar el triunfo de la segunda. Siempre la segunda. Por pura obsesión. Porque Brueghel o Millet le calaban los huesos. No en vano, Almadraba significa lugar donde se lucha.

De aquella fascinación surgió ese cuadro poderoso y terrible pintado durante dos largos veranos. Aquí mismo. Y en él volcó los ensueños que le provocaron los relatos paternos, lo vivido por él mismo en alguna ocasión siendo niño, los textos de Teilhard de Chardin o la contemplación de las visiones de las tablas flamencas en el Prado.
El azul cobalto del mar que se tiñe de rojo por la sangre de los atunes conlleva un renacimiento. La muerte de éstos alimentará a otros seres. Parece que el propio pintor se representó a sí mismo, desnudo y de espaldas como en un cuadro de Ucello o Mantegna, formando parte del rito feroz. Los colores se superponen y estallan sobre el lienzo: azul cobalto, verde, naranja, rojo, rojo anaranjado, amarillo, azul, azul verdoso, negro, gris...


La pesca del atún. Salvador Dalí. Óleo sobre lienzo. 304 por 404 cms. 1966/1967. Fundación Paul Ricard, Bundol. Francia. 1966-67.



Pero no solo venía hasta esta playa atraído por historias paternas. ¡Qué va! A Dalí le gustaban algunos de esos placeres inmediatos y primarios que provoca la vida del cuerpo y del ánimo.
Adoraba la charla y la comida que le brindaba el senyor Mercader en el hotel que se levanta precisamente sobre el pequeño promontorio que protege la cala y edificado al tiempo que él  construía su cuadro catártico.

Hoy, el yerno de Mercader, el senyor Subirós, regenta el mismo hotel, con los mismos muebles, espacios y cocinando de forma actualizada la misma comida que tanto le gustaba a  Dalí cuando venía a "renacer" -y no precisamente en sentido místico- en L'Almadrava.
Tiene el edificio una arquitectura de los años 60, en un lugar privilegiado y en voladizo, con las vistas más increíbles que puedan imaginarse y que abarcan todo el golfo de Roses. Hasta las islas Medes. De un lado, la cala tranquila. Del otro, el mar inmenso hasta donde la vista se atreve y llega. Sin cortapisas. Los ojos y el alma se vuelven azules al salir al espacio abierto y en alto.

Si como yo andan siempre ávidos de olas y sal hay algo que les recomiendo encarecidamente si acaso viajan por la zona.
Disfruten tranquilamente del agua y el sol por la mañana, coman temprano y acérquense, recién iniciada la tarde, al puerto de Roses para navegar a vela.
-¿Y quién es el guapo que tiene un velero? me dirán. Pues no hace falta ser patrón de yate o de laúd; háganme caso.

Para los que no tenemos barca propia, las de turistas nos pueden servir perfectamente. Después de todo también lo somos. Además, no resulta difícil abstraerse. Ni se preocupen por ello. En cuanto se hayan acodado en un lateral de la cubierta o bien parapetados detrás de la barandilla en la proa dejarán de ver extranjeras enrojecidas con pañoleta de colores y niños bulliciosos hablando raro. Cálense el sombrero, abran el alma al aire y naveguen. Si la sorpresa que les espera es el cap Norfeu para bañarse después en las aguas profundas de la baia de Jóncols y la tramontana esta vez se toma un respiro respetándolos (ni se imaginan lo arduo que se puede poner doblar el cabo teniendo el viento de popa, de proa o de costado), el viaje, tan corto y breve, se les puede quedar sin embargo en el haber para toda la vida.

Eso es, lo están haciendo muy bien. ¿Ven como no era tan complicado? A la ida, la horizontalidad que proporcionan el motor, las dos quillas y la poca gente que se aventura a embarcar en septiembre les permitirán pasear a sus anchas por esa cáscara estable y doble de fibra de vidrio, alegre y coloreada. Verán L'Almadrava desde otro punto de vista y los lugares reconocidos y los bunkeres amenazantes de la Falconera. Divisarán la rada protegida de la Montjoi y en ella, esa casa con arcos y recuerdos de amigos que trabajan con entusiasmo en transformarla. Y la pequeñez de la Pelosa.
Mientras tanto, la forma del Norfeu se habrá ido agrandando y llegarán a oler el tomillo y la genista que les llama desde tierra. 
Justo en la punta del cabo, la figura deliciosa de la gata -porque no sé si sabrán, pero si no se lo digo yo, que es una gatita y no un gato- del Norfeu les dirá que el lado norte es más abrupto y cortado a pico y guarda como un cofre del tesoro el agua oscura y limpísima de la Jóncols. 

No se queden ahí... ¡Venga! aprovechen que han fondeado para darse un baño increíble a la hora en que el sol de los membrillos acaricia y no quema. Aléjense un poco de la algarabía infantil y sumérjanse. El azul es tan oscuro y tan intenso a un tiempo que no verán más allá de dos metros pero será el azul más fantástico que hayan visto en mucho tiempo.  

Ahora viene lo mejor. Suban a cubierta de nuevo, dejen que el bañador se seque al aire -no conviene ir desnudos por aquello de que los padres de los retoños teutones no suelen entender esas licencias y se pondrían hechos unos nibelungos- y contemplen el espectáculo de 250 metros cuadrados de tela desplegándose soberbios. Ahora todo cambia. Los papás, las mamás, los niños se van callando despacio. Y cuando aparece de nuevo y a contraluz la punta de la gata no verán Vds. más que el sol y el mar delante. Y el batir levísimo de las olas en las quillas. Y el viento suave contra la lona de las velas. No habrá más ruido que el del agua y el viento. Y el de su ánimo que se esponja y rie abiertamente. 
Cuando una hora y media más tarde salten a tierra serán Vds. más o menos los mismos. Solo más o menos. Ya me entienden.

¿Qué tal han llegado a estas alturas del texto? ¿Se les ha hecho muy largo..? Tranquilos, que ya solo quedan un par de batallitas.

Y es que lo que viene a continuación tengo que contárselo a mis lectoyentes, si no reviento.  Lo lamento por Vds. pero es que de un par de años a esta parte he descubierto lo fantástico que es bucear y por fuerza tengo que cantarles sus excelencias, beneficios y placeres.

Sí, señor. Así, malamente y con torpeza. Pero bucear.

Como a partir de cierta edad a esta condesa le ha empezado a dar lo mismo ocho que ochenta y ha perdido por completo el sentido del ridículo -siempre que con ello no haga daño a nadie y gane en cambio el disfrute de aquello que le gusta, la anima, le divierte o da placer-,  pues en cuanto llega a la cala el primer día se coloca el sucedáneo de neopreno, se calza las aletas, se coloca en cabeza, ojos y nariz un artilugio chillón que le permite fotografiar y filmar todo aquello con lo que se topa,  abarca con firmeza la boquilla del tubo y  se lanza a las procelosas aguas del océano sin importarle un rábano lo que digan de ella. Debo decirles en honor a la verdad que si en ese momento le preguntaran al señor conde que qué opina de la guisa de su ilustre cónyuge,  el susodicho juraría hasta tres veces no conocer a la mencionada condesa absolutamente de nada.

La contrapartida es un agua limpia como pocas, una colonia soberbia de posidonias y alguna que otra sorpresa en forma de peces, de mayor o menor tamaño. Poco importará después que la cámara no haya grabado lo que debiera o que en su afán por sumergirse y tapar de forma conveniente el tubo haya movido la cabezota a diestro y siniestro, a tontas y a locas, volviendo un poco tarumbas a los que se atrevan a ver el resultado de sus investigaciones submarinas.
¡Ah!,  ¿que van a ser valientes y atreverse? Pues no les arriendo las ganancias. Porque he de añadir que hasta que aprenda a editar en ciertos formatos de imagen raritos y por tanto a cortar, van a tener que tragarse, mis queridos amigos, todo lo filmado. Y les aseguro que diez minutos de peces son muchos minutos. Aquí y en la Cochinchina.

Eso sí, siempre podrán cerrar los ojos y dedicarse a disfrutar de la música que enriquece la filmación, que está enterita y sin vaivenes ni giros acrobáticos.





(Se puede ver en HD y a lo grande)


Antes de partir, la visita de un amigo desde Barcelona me trae, junto a una maravillosa mermelada natural de naranja amarga que todavía huele a azahar y un botecito de oro del Senegal en crema, su compañía, la charla tranquila delante de un té, la ilusión por los nuevos tiempos. La tranquilidad en forma de paseo. El abrazo. 
Moltes, moltes gràcies, Miquel. Un petó ben fort. 










¿Que por qué les he contado todo esto? Pues porque L'Almadrava es mi refugio. Y mientras pueda allí seguiré -seguiremos- yendo cada año. Para descansar, para curar, para reir abiertamente, para sentir el renacer daliniano empujando con fuerza por la espalda. Siempre hacia delante. Siempre protegido por la tramontana. En cada uno de sus rincones. Allí donde navego, leo, escucho, buceo o nado. El lugar en el que me gusta sentarme a bordar mientras los demás duermen la siesta o disfrutan de la piscina. La ventana abierta al azul como un regalo. Y el viento que gira en remolinos poderosos y se lleva las nubes pegajosas y la boira. Y con ellas, la melancolía, la impaciencia. El dolor.

Quizá entonces entiendan mejor el porqué de la mezcla de imágenes que les traigo. Todas y cada una de ellas representan algo importante, vivido, precioso. Y la música modernista las engarza y amalgama.

Porque cada año, cuando llega la hora del regreso, reúno lo vivido como un tesoro especialísimo, personal y pequeño y me lo traigo a Madrid. Conmigo. Bien cerca y pegado al cuerpo. Como un talismán favorecedor de la risa y la alegría. Como un amuleto contra los contratiempos, la mala baba ajena, la tristeza o los días de lluvia.


Son libres de ver o no el montaje. Es sano desnudarse de tanto en tanto y esto es lo más cercano a la desnudez de que soy capaz. En todo caso, cierren los ojos y escuchen. La música huele a verano. A aire y tiempo libre. A descanso. A estar bien.

Y, como siempre, pongan empeño en ser felices. Cuesta, pero vale la pena.

Buenas noches.





(Se puede ver en HD y a lo grande)

jueves, 4 de octubre de 2012

Glenn Gould, 30 años después




- Vaya, vaya... 5 semanas largas sin aparecer por este "su" blog y la señora condesa, en lugar de hacernos un relato nada sucinto -como siempre- de sus vacaciones o sobre los últimos conciertos a los que ha asistido, va y nos trae un panegírico... 
Pues sí que estamos bien, mi ilustre aristócrata...

- Mi "querida" administradora, tengamos la rentrée en paz. Si no he escrito nada durante ese intervalo ha sido, precisamente y como muy bien Vd. ha dicho, porque he dedicado una parte de dicho tiempo -y no la mayor- no sé si a unas merecidas, pero desde luego sí a unas necesarias vacaciones.  Las restantes semanas se me han ido en asuntos personales que a Vd. ni le conciernen ni le incumben y en pelearme con el nuevo editor de vídeos y el nuevo sistema operativo, justamente para poder aportarles la información gráfica pertinente que ilustrara e hiciera más llevadera mi crónica septembril.
Dejémoslo pues aquí y no me toque el apéndice nasal, no vaya a ser que,  por lo mosqueada que estoy con la situación socio-político-económica actual,  me plante y la deje a Vd. más colgada que un mono en liana floja. Ya veríamos a ver entonces si encontraba Vd. a otra tonta, por muy condesa que fuera, que le mantuviese abierto y más o menos activo el blog. 
Procure no olvidarlo para sucesivas ocasiones en que le venga de nuevo la tentación de bromitas y sarcasmos.

Ahora, con su permiso, voy a dedicarme al motivo de esta entrada. Le agradecería por tanto que me dejase concentrarme SOLA en el texto que quiero escribir.

Graaaaaciaaaaasssssssss...







Hace apenas unos días habría cumplido 80 años. Hoy hace 30 exactos de su muerte.

No crean que tenía en mente la fecha. Me ha ayudado a recordarla esta mañana una amiga -no solo blogosférica- en su  Facebook. Pero la efeméride me sirve de excusa perfecta para hablar de y sobre Glenn Gould. Y me apetece hacerlo exactamente hoy, aunque tarde, porque para mí los aniversarios son importantes. Los números redondos, también. Y treinta redondos años sin él se merecen el recuerdo, aunque tenga que saltar por encima de otros temas o relatos.

Su forma de interpretar a Bach me cambió, en gran medida, la forma de escuchar y de acercarme a la música del "Viejo Peluca". Le debo mucho personalmente. Lo respeto, lo admiro desde hace mucho tiempo. Compro cualquier grabación suya con la que felizmente me tropiezo o cualquier película, documental o libro que hable sobre su vida personal y artística con que me topo. Siento por él casi, casi adoración.

Deprisa y corriendo pues, esbozo una entrada por fuerza breve, amén de poco o nada documentada. No trato de disculparme pero evidentemente no va a ser el post que, desde mi punto de vista, se merece  aunque también es bien cierto que su trabajo y él mismo han aparecido con frecuencia en las Variaciones -tengan éstas el número que tengan-.  Seguramente debería haberle dedicado más esfuerzo, más lectura, más interés pero esta vez la calidad le cede el paso al recordatorio y claramente me es más importante el segundo que la primera.

Aquí va pues esta apresurada, pequeña  e imperfecta semblanza. Porque sí, por merecida y porque me apetece. ¿No les parecen motivos más que suficientes?

Juzguen pues benévolamente lo que no pretende ser más que un sencillo, personal y nada docto homenaje a uno de los pianistas más brillantes que yo he escuchado nunca. Doctores tiene la crítica y el arte musical para decidir si le cabe o no el honor de estar entre los grandes. Para mí, lo es cum laude.



Extravagante, polémico, admirado y denostado a partes iguales por el gran público y la crítica. Personalísimo, controvertido y siempre genial. Perfeccionista hasta lo patológico, preocupado casi obsesivamente por todas aquellas técnicas que iban surgiendo y que permitían que el sonido de lo que interpretaba llegase casi en estado puro a los oídos de sus oyentes tanto en directo como en disco.

Según voy enlazando ideas y palabras me acuerdo del título magnífico de un post que nunca llegó a ser, a cargo de otro amigo bien querido y que estaba dedicado al pianista canadiense: "No sin mi silla". Él define magistralmente y con un soberbio sentido del humor el espíritu, el carácter, las rarezas, la genialidad de quien nos ocupa. Confío aún en llegar a verlo publicado algún día. Me lo debes, Alucinao.

Cuando se encontraba en el cenit de su carrera y con apenas 32 años de edad, decidió de forma irrevocable no volver a dar un concierto en directo. Le aburría profundamente el hecho de recorrer el mundo de acá para allá sin, según él, dar ni recibir realmente nada a cambio. Consideraba que podía aportar mucho más desde un estudio de grabación. Y a ello se dedicó en cuerpo y alma. Si han tenido Vds. la oportunidad de ver alguno de los films que Bruno Monsaingeon creó sobre él  -por ejemplo "El Alquimista"- podrán hacerse una idea clara y precisa de lo que les digo. Dotado de unas facultades increíbles para la música y de una brillantez y rapidez de ideas y reflejos nada corrientes, aparece en la película como alguien de carácter difícil y excepcional a un tiempo. Encantador en ocasiones, fascinado por la sola idea de conseguir más color en la interpretación. Raro, espléndido, único. Seguramente como defienden algunos de sus biógrafos era un "Asperger de libro".  Encaramado al teclado del piano, casi como un periquito colgado de su percha, sentado en aquella desvencijada silla de patas extraordinariamente cortas, descalzo, canturreando al tiempo que sus dedos parecían literalmente sobrevolar las teclas con una facilidad asombrosa...  "Lo que ocurre entre mi mano izquierda y mi mano derecha es un asunto privado que no le importa a nadie" llegaría a responderle al periodista Jonathan Cott cuando éste le preguntó acerca de la extraña postura fetal que adoptaba al piano.




Era sencillamente Glenn Gould. 

No solo interpretó a Bach pero seguramente será fundamentalmente por sus interpretaciones del de Leipzig por lo que será recordado siempre. Para los entendidos de mediados de los años cincuenta del pasado siglo su forma de entender, revivir, interpretar su música supuso una transgresión total de la tradición pianística en la ejecución de las obras del padre de la música barroca y moderna. Sus versiones, especialmente la primera Variaciones Goldberg de referencia, la de 1955, representaban un alejamiento radical de la forma de hacerlo hasta entonces a cargo de algunos de los grandes pianistas. Libre de artificios y añadidos románticos, las grabaciones y directos de Gould aparecían ante los ojos y oídos atónicos de quienes contemplaban y escuchaban con la revolucionaria desnudez a la que ahora estamos tan habituados. La música de Bach en su esqueleto, sin oropeles ni encajes o bordados artificiales. Seguramente mucho más cerca de cómo la concibió el cantor de Santo Tomás.

Y esa desnudez cautivó y arrasó.  Pero el estrambótico y extravagante intérprete, adicto a las drogas y en buena medida misántropo, se encontraba más a gusto encerrado a solas en un estudio de grabación que recorriendo el mundo y asombrando al público. Así lo quiso y así lo hizo.

No puedo terminar esta semblanza de Gould sin hacer una parada obligatoria en las Variaciones Goldberg. Porque son una referencia absoluta desde hace casi sesenta años. Porque cambiaron radicalmente y para generaciones futuras la manera de interpretar esta pieza soberbia.  Y porque, no en vano, este blog se llama como se llama.

Tengo una amiga, muy muy entendida -y de verdad- en música, a quien irritan profundamente las versiones que Gould hizo de la música bachiana. Literalmente no lo soporta. Y no crean que es la única. Pero, hoy por hoy, si esta pieza es mundialmente y justamente famosa es, en buena medida, porque la interpretación que de ellas hizo el canadiense marcó definitivamente un antes y un después. Generaciones sucesivas de aprendices y jóvenes pianistas la han tomado como modelo de ejecución.

Y tanto le marcaron también a Gould las Goldberg que decidió grabarlas dos veces, cosa nada habitual en él.

Los entendidos consideran, en general, que la primera versión, la de 1955, es preferible a la de 1981. Técnicamente es más perfecta, más revolucionaria, rompedora. Mejor.

J.S. Bach (1684-1750) Klavierübung, Teil IV: Aria mit verschiedenen Veränderungen vors Clavicembal mit 2 Manualen. Goldberg Variationen. (Ejercicios para piano, parte IV: Aria con diversas variaciones para clave, con 2 teclados. Variaciones Goldberg. BWV 988. Glenn Gould, piano. Grabación de estudio en Nueva York, 1955. Remasterizada y redigitalizada. Sony (de los archivos de CBS 1956), 1992.



Mi opinión poco importa al lado de la de ellos y les diré que durante muchísimos años preferí la primera a la segunda. Hoy, sin embargo, no las considero ni mucho menos excluyentes. Hace tiempo que pienso que no hay por qué establecer comparaciones entre una y otra. Y confesaré que cada vez me gusta más esa segunda versión, "más moderada" de 1981. Seguramente Vds. opinaran diferente de lo que aquí indico y lo harán con el mismo derecho e igual o mayor conocimiento que yo. Pero tengo que decirles que, cuanto más escucho esa segunda grabación, más la disfruto. En primer lugar -pero no es el motivo ni mucho menos más importante- porque puedo verle y no solo oírle pero, sobre todo, por lo que tiene de distinta a la primera.

Siempre tengo la sensación al escucharlas de que la primera representa la vitalidad, el ímpetu, las ganas de cambiar el mundo y de comérselo, de ponerlo todo patas arriba. Es la energía, la vida. La segunda siempre me ha parecido, evidentemente mucho más lenta, más reposada, más serena. Pero también más triste. Nadie puede quitarme de la cabeza cada vez que la oigo que es la interpretación de quien ha vivido más, de quien se toma las cosas con más calma, pero también es una versión, siempre desde mi exclusivo punto de vista, mucho más triste, más apagada, más oscura. Seguramente es una soberana estupidez lo que voy a decir pero siempre he pensado que en esta interpretación cerrada, íntima, arcana, Gould presentía en cierto modo su propia muerte. Ahí queda dicha pues la boutade.

Y por esa razón precisamente se la traigo hoy. Enterita y sin cortes ni intermedios. Para que la disfruten con los ojos y las orejillas que se les ha dado, si tienen a bien hacerlo. Porque es una maravilla verlo y oírlo. Porque sí.





Pero si todavía se han quedado con ganas... les traigo una tercera versión.

No, no fue grabada en estudio, sino en directo. Concretamente en el Mozarteum de Salzburgo, en 1959, 4 años después de la mítica primera grabación. Aun siendo las Goldberg, es un documento al que rara vez se alude y su registro no apareció de forma autorizada hasta 1993. La versión, evidentemente, está en mono y la técnica y las condiciones con que se registró presentan una clara imperfección sonora.

No importa. Intenten escucharla con la mente y los oídos perfectamente abiertos y, luego, si les apetece, díganme sin rubor qué les ha parecido. Si les gustó más que la de 1955 o la de 1981. Si a pesar de sus imperfecciones, tiene el encanto del directo o si, por el contrario, tuvo razón en abandonar el circuito de los grandes intérpretes, poco tiempo después, porque no se encontraba a gusto y pensaba con razón que ya no tenía nada que aportar.

En todo caso, es un documento que me apetecía compartir con todos mis lectoyentes.


J.S. Bach (1684-1750) Klavierübung, Teil IV: Aria mit verschiedenen Veränderungen vors Clavicembal mit 2 Manualen. Goldberg Variationen. (Ejercicios para piano, parte IV: Aria con diversas variaciones para clave, con 2 teclados. Variaciones Goldberg. BWV 988. Glenn Gould, piano. Grabación realizada en directo y en mono en el Mozarteum de Salzburgo, el 25 de agosto de 1959. Sony (de los archivos de CBS), 1993.





Bien, como siempre, no resultó tan breve la cosa. Tómenlo como lo que es y traten con generosidad lo que no ha pretendido ser más que un retrato,  parcial por conocimientos y muy a pesar mío, y poco objetivo bien a propósito.

Y mientras la crónica de ese septiembre sanador llega, háganme el favor de "tener cuidado ahí fuera", que corren malos tiempos para casi todo pero hay que estar ahí, precisamente fuera, por muchas razones, que motivos nos sobran.

Y no se olviden tampoco de intentar ser felices, que lo cortés no quita lo valiente.

Buenas noches.





viernes, 31 de agosto de 2012

Tramuntana blava




J. Sorolla (1863-1923). Paseo a orillas del mar. Óleo sobre lienzo. 1909. Madrid, Museo Sorolla. 





Azul. De un azul tan profundo como solo allí sabe ser profunda la naturaleza y su gente.
Nítida. Tan arrolladoramente transparente que a su paso va contagiando de limpidez cuanto toca.
Brava. Con la fuerza imponente que le da ser el más poderoso de los vientos.



Así es la Tramuntana.
Y así es la tierra que la engendra y la gesta y le da el ser.
Y azul, nítido, bravo es L'Alt Empordà, l'altra meva terra.



Porque ya no podemos prescindir de la una ni del otro. Ni del sol  y la sal. Ni del agua.
Porque cuando salimos de la autopista y enfilamos el camino a Roses, sabemos que estamos llegando a casa.



Y reconocemos los profundos aromas de la tierra y el viento profundos. Y el salitre que se pega hasta llegar al fondo de la piel. Y la retina que se oscurece llenándose de luz azul, nítida, profunda, brava. Y los sonidos que provoca el viento en las encinas según nos acercamos a la línea de la costa. Y el sabor agrio y limpio del aire que se nos cuela paladar abajo.



Amo esta tierra como a pocas personas he amado. Porque es mi punto de anclaje. Porque en esa cala profunda, brava, azul puedo refugiarme y descansar. Porque allí nada malo nos sucede y a ella acudimos siempre para recuperarnos y cerrar heridas.



Y el viento profundo y azul y nítido y bravo nos acoge, nos acuna, nos cura. El cuerpo y el alma.  Que nadie como él, que tiene nombre de mujer, que nace del norte y empuja y avasalla sabe cicatrizar el dolor de hospitales todavía abierto.  El del alma. El del cuerpo.
Y el agua inmensa, transparente hasta cegar los ojos, de un azul turquesa limpiamente profundo nos deja entrar en ella, profanarla. Nos acuna, nos cura, nos acoge.



Cada vez que septiembre dobla el cap Norfeu nosotros acudimos fieles a la cita. Como si de ascender a un santuario se tratara. Con la fe ciega del que no cree más que en la bondad del agua y de la tierra y del viento.



Y es entonces cuando desiertos o estepas o tundras de julio, junio, mayo, abril, marzo, febrero... comienzan a desvanecerse al conjuro de la naturaleza azul, brava, limpia, profunda. Ya no existen, no son. Pasaron, fueron solamente.



Volveré con el alma limpia, azul, brava, profunda. Acunada, acogida, curada.
Para empezar de nuevo. Sin olvidar cuáles son mis raíces. Las heredadas y las libremente elegidas.
Y el amor por ellas... Limpio, profundo, bravo...


... Azul.




Mercedes Sosa (canta María Eugenia Fernández)  - ¡Ay, este azul!




J.M. Serrat - Mediterráneo



M. Pol - Ll. Llach - Et deixo un pont de mar blava (trad.) 
Ll. Llach - Arran de terra (trad.)






[Discúlpenme porque no habrá contestación a los posibles comentarios de esta entrada. Mañana nos vamos. Por fin. Sean todo lo felices que puedan y vigílenme el patio que ése y sus amigos son capaces de arruinarlo todavía más].


martes, 28 de agosto de 2012

Valladolid: luz y espacio





Valladolid. Santa María la Antigua





Llego a la ciudad muy temprano medio dormidas ella y yo todavía. Agradezco profundamente los 18 grados de temperatura con que me recibe después de una noche de calor en Madrid en que dormir se convirtió en imposible. Es curioso que Valladolid siempre sea amable conmigo en ese sentido.

Sobre la marcha y sin venir a cuento cambio de itinerario y, en lugar de caminar hacia el parque, tomo la calle Gamazo. Aquel café, no excesivamente limpio y de dependiente arisco pero al que tanto me gustaba ir ha cerrado definitivamente. Su esqueleto sucio de madera enmarcando los cristales tapados con papel de periódico me demuestra una vez más que todo, antes o después, acaba muriendo. Πaντa ρεῖ. Nada permanece.

Conecto los auriculares al reproductor. Suenan las 6 suites para cello de Juan Sebastian Bach. La ciudad me envuelve y me regala.

Definitivamente mi rumbo, que parece haber adquirido vida propia sin que mi mente le ponga demasiados obstáculos, camina ahora por otros derroteros. Hace un día demasiado hermoso para desgranarlo en interiores, con lo que el proyecto de fotografiar el museo Fabio Nelli se borra sin el menor remordimiento de mi cabeza.

Entro en la plaza de España al tiempo que dan las campanadas de las nueve. Me salen al encuentro los olores de flores, frutas y verduras. Y las flores huelen y la fruta huele y la verdura huele. El mercado al aire libre hace que mire con otros ojos esa plaza que siempre me pareció destartalada y grande en exceso.
Definitivamente hoy no va a ser un día de encerrarme entre cuatro paredes a escudriñar objetos prehistóricos o cuadros barrocos. Voy atravesando con calma varias calles nada concurridas y me salen al encuentro, como duendes, unos libros primorosamente colocados en estanterías. Se dejan ver tranquilos y orgullosos a través de la ventana -casi escaparate- de una fachada en la que un letrero canta alegre más que reza: "Biblioteca Municipal Infantil". A pesar de ser un día de trabajo hay tanto silencio en la calle que escucho mis pasos golpear tranquilamente y con ritmo.

Por fin y al volver de una esquina, lo que hay más allá no por conocido me impresiona menos. El colegio de Santa Cruz es, casi con toda seguridad, la primera construcción netamente renacentista que se hizo en España. Siento especial predilección por él, por motivos académicos y personales. Porque fue cronológicamente el segundo edificio de una tesis doctoral de título pomposo y rimbombante que nunca llegó a ser y porque me hace viajar a una época dulce en que la Universidad y algunos profesores y compañeros me mantenían despierta, curiosa y muy viva.

Hace cuatro años que intento verlo al completo después de su restauración y hoy -en que nada puede salir mal- finalmente lo consigo. Está abierto y vacío. Silencioso y recién estrenado.
La antorcha krausiana me había avisado hace ya un par de años de que lo habían blanqueado demasiado. Yo no sé qué pasa últimamente con las restauraciones arquitectónicas en este país. Salvo honrosas excepciones, a los edificios se les arranca la suciedad de tal manera que en su excesiva desnudez parecen huérfanos e indefensos y desde luego mucho más modernos de lo que son.
Pero pronto sus medidas, su limpieza de líneas y de construcción, su ausencia prácticamente total de adornos se superponen a la palidez de los muros, de la piedra. Los arcos de medio punto, elegantes y equilibrados contribuyen a la calma y el sosiego. El aire y la claridad del día lo tornean suavemente. Las sombras, sin embargo, empiezan a caer violentas, en contraste y cascada por la arcada alta. El escudo de los Mendoza campea a sus anchas por todas partes.
Una puertecilla me conduce a otro patio que no conocía. Castaños de Indias, prunos y rosales regalan un marco verde al edificio de fachada muy hermosa, que lo centra y ordena. Los nenúfares de un estanque pequeño, aupándose apenas desde el borde del agua, intentan darles la réplica.

Una de las pocas ventajas que comporta el cumplir años es que aprendes que la prisa no solo no es necesaria, sino que se vuelve perfectamente prescindible. Lo que se pierde en energía se gana en tiempo. No hay mal que por bien no venga.
No, no voy a encerrarme en un interior tabicado en lo que me queda de jornada. Tiempo habrá en invierno de fotografiar y mirar. Ahora el cuerpo y el alma me piden luz, aire, espacio construido pero en movimiento, domesticado por la piedra pero nunca sometido.

Camino muy despacito por una Pucela vacía y amable. La fachada de la Universidad queda a mi izquierda cuando cruzo hacia la seo y Santa María la Antigua. Me desvío una pizca y entro en la Catedral, en ese proyecto frustrado de Juan de Herrera. Caótica, deslavazada y también limpia en exceso pero con ese soplo del arquitecto escurialense que lo hace único y genial. Salgo de ella y poco a poco voy bordeando su perímetro hasta llegar a la parte trasera. Restos de edificaciones góticas, cistercienses y románicas dan de repente sentido a la colosal mole herreriana.

Al otro lado de la plaza, Santa María me niega su acceso contradiciendo el horario de culto del letrero en su fachada. Es igual. El exterior ofrece multitud de elementos por los que el sol, ya alto y con fuerza trepa, dibuja y da forma. El tejado de la torre, piramidal y levemente en relieve, heredero esbelto y digno de las cúpulas gallonadas de Salamanca, Zamora o Toro. Las líneas de imposta de taqueado jaqués. Los arcos que rasgan la torre. La altivez del campanario. Las hermosas proporciones de la fachada sur... Todo, todo en Santa María es espacio abierto por donde la luz resbala afanosa modelando.

Si no se han dejado llevar nunca en una ciudad por el GPS, prueben a conectar la próxima vez el de su móvil. Es divertido y lleno de sorpresas seguir una línea en la pantalla del teléfono. Uno camina y, al tiempo, se reconoce divertido en esa bolita azul que irradia círculos y que dice que es Vd. y no otro quien por allí pasa. Y está. Y es.

Después de mi renuncia voluntaria, definitiva y ya sin remedio al Museo de Valladolid, me encamino despacito al Patio Herreriano. Pero desoyendo la línea que marca mi guía móvil, a propósito giro por otra calle, atraída por un aroma delicioso a pastelitos y bollos recién horneados y por la vista del pórtico inmenso y subyugador de San Benito. Nunca he podido ver su interior. Y me atrae la oscuridad de sus pilares como un abismo fresco y franqueable. 

Al entrar vuelvo a sentir el volumen encerrado del aire entre la piedra de una forma directa y arrolladora. El coro, que deduzco tardogótico, deja paso a un inmenso espacio, así en minúsculas y libre. Me quedo sentada un buen rato, sin más, con la cámara agazapada en el regazo como un gato tranquilo y en reposo aparente. Más tarde vendrá el aprehender las bóvedas, los capiteles, las esculturas con el objetivo. Ahora no, ahora es el momento de dejarse llevar y abarcar. La Piedad del lado de la epístola está llamando en su susurro apenas audible. Su rostro, sus manos, el hijo muerto en brazos se imponen sobre su compañero de ábside, envuelto en dignidad y piel de eremita.
Y  las aristas y ojivas, los poderosos pilares, las bóvedas doradas acuden al rescate, celosos de la atención dedicada a la imagen.

Y allí dentro, lo que hasta ese momento era una intuición estalla. He mantenido siempre con esta ciudad hermosa y viva una relación especial, diferente, no siempre fácil. Valladolid hoy, como nunca antes, se convierte en una ciudad de aire, luz y espacios abiertos. Hoy más que nunca la piedra habla, resucita, vuelve a ser la que fue. Como un láser delicado y firme hace desaparecer cicatrices y se abre luminosa en contrastes feroces de sombra y sol. 

Salgo mucho más despacio todavía de lo que entré y bordeo el monasterio para entrar, ahora sí, en el Patio Herreriano pero con nuevas intenciones. No puedo dedicarme hoy a objetos, a cuadros, a esculturas. La luz se impone con demasiada fuerza. Hoy las piedras reclaman atención y me llaman de forma suave pero imperiosa. Y yo estoy abierta de espíritu, mente y cuerpo a esa llamada. 


Valladolid. Patio Herreriano



Caprichoso, el reproductor de música me entrega por sorpresa las Variaciones Goldberg tocadas por Gould.  Son las once  y cuarto de la mañana. Bach ilumina definitivamente el día. 

El patio central del vecino convento es una hermosa caja de luz azul y amarilla sobre el blanco apenas desdibujado del granito. Y en él, una profunda llaga abierta en forma de escultura de Juan Carlos y Sofía. Porque esa pieza rompe la razón de ser del patio como cruce de caminos, como punto de encuentro. Irremediablemente los puntos de fuga se pervierten. Se disuelven las fuerzas centrípeta y centrífuga y el espacio deviene huérfano de sentido.

Entro en la capilla de los condes de Fuensaldaña. La oscuridad es total salvo a ras de suelo, en que el árbol luminoso de Canogar presta contraste a los restos antiguos de una edificación a medio camino entre la historia y la nada. Un espacio demolido por el tiempo y bien restaurado. A la salida, el sol hiere. Y es hermoso y vale la pena el dolor en los ojos. 
Avanzo esta vez un poco más y el patio de novicios me sorprende volviendo a llenar de luz la sombra profunda y pertinaz de ese pozo cerrado, oscuro y moldeado que era el recinto religioso. 

Me encamino a la escalera y en el segundo piso una bedel obsequiosa y algo insistente se empeña en dirigirme hacia las salas. Con amabilidad intento que comprenda que no, que yo solo quiero acceder al segundo piso del patio desnudo de adornos, limpio de líneas, cuajado de aire, cortado a cuchillo por sombras definidas y duras.  No acaba de entenderlo pero me deja hacer. 
No quiero hablar demasiado con nadie. Quiero que me dure el sabor, al subir el último tramo de escalones, de una nueva perspectiva en fuga disparada y nueva. Desde lo alto,  la masa -de nuevo en exceso blanqueada- de la iglesia que encierra el Archivo sirve de telón de fondo teatral, luminoso y cambiante de sombras al jardincito que da acceso al museo. Los ojos se detienen, las manos buscan el clic preciso de la cámara. El alma encuentra.

El patio alto apabulla por la claridad. Y por el calor que provocan los cristales que cierran los espacios abiertos. La contrapartida bien hermosa está en el reflejo de la piedra sobre la piedra. Y sobre el vacío que llena los volúmenes apenas ondulados. Ventanas a la luz y a las formas. Sombras oblicuas, derramadas sobre el suelo pulido y limpio. Como espadas que cortan el aire iluminado y le dan brillo y fuerza.

Nada rompe la magia de lo vivido en esa mañana cuando desciendo tranquila hacia la Rinconada.  Me detengo un rato a mirar los colosos de la fuente en su imposible empeño por contener, comprimir,  reforzar. La ciudad ahora bulle, late, se mueve con soltura y ruido. 

Enseguida y a través de una calle minúscula desemboco en el espacio abierto por antonomasia de una  ciudad, de la ciudad, de esta ciudad. 

Cuadrada, sobria, hermosa. Roja. El viejo conde Ansúrez me guiña el ojo desde el centro. El espacio y la luz me envuelven de nuevo. Y yo me descubro ante esta ciudad clara y renovada, que es capaz de abrirse y darse sin pedir a cambio más que el mínimo esfuerzo de caminarla. Plazas e interiores vertiginosos o amables, inconfundibles o escondidos. Nunca como hoy una ciudad me ha enseñado que Heráclito, quizá, anduviera equivocado. Quizá no todo fluye. O quizá es que su belleza, a un tiempo, fluye y permanece. 

Apago y guardo la cámara por hoy. Me siento en el Continental y espero. 

A partir de ahora, la piedra y la forma, los volúmenes y las sombras le cederán el espacio a las personas. El mediodía y la tarde prometen transcurrir en la compañía amable y protectora  de nuevos y viejos y queridos amigos. Y con ellos vendrán de la mano un aperitivo, la comida, la charla, la risa, el compartir, el paseo de vuelta. La estación envuelta en gente y voces. 

El regreso. 



Valladolid: luz y espacio from Blogfreia on Vimeo. A pantalla completa quizá lo disfruten más.