P.P. Rubens - Angélica y el ermitaño. Óleo sobre lienzo. Kunsthistoriches Museum, Viena
Nueva llamada a capítulo de la jefa:
"Condesa, no pegas palo al agua. Llevas unos cuantos días sin publicar nada en el blog. No es tan difícil. Sólo tienes que escribir algo corto y divertido y acompañarlo de una pieza musical amena"
¡Hala, y se queda tan ancha!
Bueno, revenons à nos moutons, que diría la administradora de la bitácora y que viene a significar algo así como que me centre en lo que estoy haciendo, pero mucho más fino.
Veamos... corto, divertido, popular, ¿religioso quizá..?
No lograba entender qué le había pasado. Y lo cierto además es que no se dio cuenta realmente de lo que ocurría hasta que escuchó a aquella individua gritar desaforadamente y descubrió su mano izquierda (la de él), que parecía haber adquirido vida propia, intentando abarcar aquel seno ebúrneo y mórbido.
Pero era ya inútil hacerse cualquier tipo de pregunta. Su prioridad inmediata pasaba por concentrar todos sus esfuerzos en intentar escapar de aquella masa enorme y vociferante que pugnaba por écharsele encima de manera inminente.
J.S.Bach (1685-1750) Toccata con Fuga en re menor, BWV 565. Ton Koopman, órgano. Teldec, 2000. (en un órgano Arp Schnitger, construido entre 1688-1693, de la iglesia de San Jacobo, Hamburgo)
Divertido no sé si le resultará, pero de ésta me echa fijo.
Y encima, ya ni siquiera es de Bach.