Un regalo de Sergio Astorga

miércoles, 26 de junio de 2013

Cuatro: blanco de vela y verde de añoranza








"Mis balcones son miradores al bullicio y la vida -me escribías-. Desde ellos la contemplo y me sumerjo en ella".

Balcones de la Plaza Mayor que ríe, suena, compra y vende, huele, respira. Amplios, muy bellos, de colores luminosos y limpios.

Desde el primer momento en que los vi supe que eran esos y no otros. En el primer piso, sobre las arcadas que cobijan comercios y portales. Abiertos al espacio abierto. Bullendo hacia el bullicio. Vivos en medio de la vida.
Cada vez que bajaba a la ciudad quería pasar por fuerza por la plaza. Con obstinación y empeño. Para ver la cortina blanca sostenida al aire o quieta, asomada a sí misma o recogida. Y los postigos verdes cerrados o entreabiertos.

Te imagino allí, asomado, como cuando me decías -ahora ya con tu voz suave y enferma- que te gustaba hacerlo a la caída de la tarde, en que el sol anda bajo y el ruido le gana la partida a las sombras.
De aquel hervidero de personas y espacios salieron algunos de tus mejores apuntes de bolsillo.

Y cada una de las muchas veces que pasé por el camino que lleva desde el ferrocarril hasta el agua y la piedra, la vista se me iba a tus balcones. Al verde de su madera antigua. Al blanco de la vela inflada, espejo fiel de la nube que esconde tu recuerdo. 

Y atravesaba la plaza al tiempo que la tristeza lo hacía conmigo. Pasaba del preludio a la fuga sin el consuelo pequeño del silencio...
Por haber llegado irremediablemente tarde a nuestra cita. Porque ya nunca podría contemplarte acodado sobre la barandilla transparente y oscura.




Canción de añoranza

Aunque solo fuera
por ver la claridad de tus ojos mirando al mar.
Aunque solo fuera
por sentir el roce de una presencia.
Aunque solo fuera
para poder decirnos otro adiós serenamente.
Aunque solo fuera
por el suave deslizarse de un tiempo perdido a tu lado.
Aunque solo fuera
para recorrer juntos el bello jardín de tu pasado.
Aunque solo fuera
para que sintieses cómo te echo de menos.
Aunque solo fuera
para reírnos juntos de la muerte.
                                                
                                                                                      Lluis Llach (trad. Paz Juan)                                     


                                    

                                                                              

Ll. Llach (1948). Cant de l'enyor. (Canción de añoranza). En el álbum Maremar. Ll. Llach, letra, música, piano y canto. Ariola y Picap, 1985.

Arvo Pärt (1935). Spiegel im Spiegel (Espejo en el espejo). Filipe Melo, piano. Ana Cláudia, cello. Hugo Freitas, producción. Vía pianosPT


Arvo Pärt (1935). Prelude and Fugue (Preludio y Fuga). Vía margemdarte

viernes, 21 de junio de 2013

Bagatelas XXIII: Verano






                                                    Castilviejo. Acuarela. José María Arévalo

                                                           



                                                           Noche de verano


                                                Es una hermosa noche de verano.
                                               Tienen las altas casas
                                               abiertos los balcones
                                               del viejo pueblo a la anchurosa plaza.
                                               En el amplio rectángulo desierto,
                                               bancos de piedra, evónimos y acacias
                                               simétricos dibujan
                                               sus negras sombras en la arena blanca.
                                               En el cénit, la luna, y en la torre,
                                               la esfera del reloj iluminada.
                                               Yo en este viejo pueblo paseando
                                               solo, como un fantasma.

                                                                                                              Antonio Machado




F.J. Haydn (1732-1809). Die Jahreszeiten. Der Sommer (Las estaciones. El verano) -versión inglesa.
Royal Philharmonic Orchestra. Th. Beechan, director. E. Morison, Nancy; A.Young, Lucas;  MLangdon, Simon. Beecham Choral Society, Denis Vaughan, director. Emi, 1959.



domingo, 16 de junio de 2013

Bagatelas XXII: Sueño, ilusión, verano.












Estoy cansada.  Casi, casi podría decir que muerta de cansancio -por hacer un juego privado y tonto de palabras-. Pero prácticamente todo marcha tan bien que, aun acumulándolo, no me molesta en exceso. Podría decir incluso que apenas lo noto.

El oncólogo últimamente nos da cada vez mejores noticias y las visitas a su consulta se vuelven poco a poco más espaciadas y ligeras. Atrás quedaron los momentos turbios y dolientes. Aparcados en el sótano más profundo del cerebro.

Dentro de doce días me subiré a un escenario a interpretar un papel agradecido y difícil. Casi veinte minutos en escena defendiendo un monólogo, a solas con un teléfono, un montón de pastillas y una botella de brandy barato. Sola en mi parcela, pero acompañada y rodeada de mis compañeros de troupe, como yo los defenderé a ellos antes y después de ese momento. Los nervios se hacen cada vez más patentes y también las risas y las complicidades. Quedan los ensayos finales, los últimos toques al vestuario, peinado o maquillaje; los continuos cambios de escenografía, el texto que se esconde de repente en un rincón de la memoria y se resiste a salir, inoportuno. Las grageas de valeriana y las descargas de adrenalina van de la mano, compensándose. Me siento viva y nada sola. El veneno del teatro existe, puedo asegurárselo. Y llega bien adentro.

En menos de un mes andaré por el Levante disfrutando con todas mis fuerzas de la arena y el agua e intentando aprender a navegar a vela, seguramente rodeada de chicos y chicas adolescentes que me aportarán energía. El pequeño velero me traerá con toda probabilidad más cansancio aún. Seis horas diarias intentando controlar un barquito pueden llegar a ser agotadoras, me imagino. Da igual, llevo años queriendo hacerlo. Siete días a solas conmigo misma y el mar. No es mal principio.

Apenas unos días antes tendré los exámenes para la prueba de acceso a la Escuela de Arte Dramático. Seguramente no apruebe -hay demasiados factores en contra- pero los textos a memorizar ya están listos. ¡Qué hermoso y qué triste ese A modo de esperanza, de José Ángel Valente, con lento ritmo de salmodia irreversible o el final del Sueño de Una noche de verano, en la voz de Robin. La señorita Julia todavía se resiste pero acabará extendiendo su pie con firmeza exigiendo que Juan se lo bese... Más días de ilusión y nervios y cansancio, verano y sueño...

Y a mediados de la semana que viene, el recuerdo de la voz de mi padre me despertará diciendo entre sonrisas... "hace 56 años eras así de chiquitita..." Y me sentiré bien por poderlos cumplir y tener las mismas ganas de siempre de hacer miles de cosas a un tiempo. O quizá más todavía. A lo largo de la madrugada que le sigue, el verano irrumpirá en las ventanas y el ánimo. Cargado de proyectos inmediatos o a medio plazo, con promesas de tranquilidad, deporte, descanso cuando doble septiembre en la Almadrava...

Y como Robin despide la obra de Shakespeare yo les dejo con esa deliciosa versión operística que Purcell hizo sobre ella, titulada La Reina de las Hadas.



Que el verano, la ilusión y el sueño les sean propicios. Yo me marcho a dormir en esta noche cálida y abierta, en la que el verano es ya una realidad incontestable.




H.Purcell (1659?-1695). The Fairy Queen. (La reina de las hadas). Orchestra of the Age of Enlightenment y el Glyndebourne Chorus. W. Christie, dirección y clave. Grabada en el Festival de Glyndebourne, en julio de 2009. Via Darío Mahleriano.




sábado, 1 de junio de 2013

El privilegio de la música







 Jan y Hubert van Eyck. Políptico de la Adoración del Cordero Místico (detalle). 1432. 
Catedral de San Babón. Gante.


Cuando se vive en una ciudad como Madrid o Barcelona se es muy consciente de los trastornos que comporta la circulación, las distancias para acudir al trabajo, el ruido, los humos, los atascos, la velocidad a la que trabajamos, caminamos, nos movemos. Pero como todo tiene su contrapartida también sabemos que la oferta cultural de que disfrutamos, en muchos aspectos, es inmensa comparada con la del resto de las ciudades que salpican la piel de toro. Yo me atrevo a ir un poquito más allá: en el terreno de lo estrictamente musical pienso que, en la actualidad, nada tenemos que envidiar a París, Londres, Viena o Berlín en ese sentido. Seguramente en otras manifestaciones artísticas, tampoco. Al menos, y después de ver la agencia cultural de las otras, así me lo parece.

Y como uno no elige las fechas de los conciertos, hay semanas en que esta condesa no tiene ni una sola velada musical y otras, como la presente, en que se le acumula el trabajo. Cinco conciertos, uno detrás de otro. Desde el domingo hasta anteayer, jueves, sin descanso. Y miren, es cansado sí, pero es un auténtico privilegio. Y si no ya me dirán conforme vayan leyendo la relación y su desglose. Juzguen por Vds. mismos si valió o no la pena el cansancio.

El pasado fin de semana, de mañana bordadora y tranquila, se cerró a la tarde con una ópera. Versión concierto pero ópera al fin y al cabo. Y de uno de los grandes. El Imeneo, de Händel, dentro del ciclo Universo Barroco-Sala Sinfónica. La orquesta era de auténtico lujo y para mi gusto, una de las mejores barrocas que existen. Y a la batuta de The Academy of Ancient Music y de su coro -es un decir pues no la usa-, nada menos que su creador y quien la ha dirigido durante 40 años, el todavía enérgico y joven a pesar de sus casi 72 años, Christopher Hogwood.
No es un obra excesivamente representada o cantada en salas de audición y pertenece al género de las denominadas óperas serias. Lleva número de catálogo HWV 41 y fue terminada por don Jorge Federico en 1740, correspondiendo la autoría del libreto a Silvio Stampiglia. Aquel mismo año se estrenó en Londres, el día de Santa Cecilia.
Una orquesta pequeña, cinco solistas y un coro. De forma breve les cuento mi sensación, exclusivamente la mía. La Rosmene, a cargo de la soprano Rebecca Bottone fue muy pero que muy justita. No lograba darle al papel femenino más importante de la obra ni el dramatismo, ni el color ni la profundidad vocal que requería. Muy agradable y entregada la también soprano Lucy Crowe en el papel de Clomiri, la amante ignorada de Imeneo y con un timbre de voz realmente bello. Correctos los bajos Vittorio Prato -Imeneo- y Stephen Loges -Argenio, padre de Clomiri. Quien destacó, a mi parecer, sobre todos ellos fue la sustituta -por enfermedad del contratenor- Renata Pokupic, mezzosoprano, que interpretaba el papel de Tirinto, amante de Rosmene. A pesar de que no derrrochaba volumen de voz, su presencia vocal fue creciendo conforme avanzaba la obra. Se creía el texto y la música y así es mucho más fácil emocionar. Con un tono de voz muy bello y una tesitura casi casi de contralto pero llegando con soltura a las notas más altas, dio el máximo en las dos últimas arias. Fue un placer escucharla cantar, se lo aseguro.
Y los cinco estuvieron arropados por un coro realmente soberbio y una orquesta que sonaba a música celestial. Porque, ¡qué bien sonaba, mis queridos lectoyentes! Se distinguía perfectamente cada uno de los instrumentos pero el conjunto surgía maravillosamente empastado, aterciopelado, suave, hermosísimo, gracias a un clavecinista y director que todavía tiene mucho que decir en este mundillo musical.
En definitiva, uno de esos conciertos de los que uno sale con el alma ligera y bailando un giga.



Händel (1685-1759). Imeneo. Sorge nell'alma mia. Joyce di Donato, mezzosoprano. Youtube. Canal de ssiroe.


Pero no era más que el principio.






Al día siguiente, en el ciclo de Bach Modern, doña Elisabeth Leonsakaja convertía a Bach en un pan de sandwich especialísimo relleno con las composiciones de dos grandes rusos.
Lo que voy a decir ahora hará que la mayor parte de mis lectoyentes murmure: "¡¡¿Pero quién se ha creído esta buena mujer que es para meterse con la Leonskaja?!!". Con toda seguridad no les faltará razón. Y es que la técnica de esta soberbia intérprete sigue siendo perfecta y magistral, pero aunque hizo gala de ella en su ejecución de las dos piezas del viejo peluca, lo cierto es que a mí no me dijo nada. El inicio de la Fantasía Cromática y fuga me pareció rarísima y el resto de la obra no conseguía conmoverme lo más mínimo. Su Concerto italiano sonó antiguo, quiero decir que era una forma de tocar al alemán como se hacía hace 60 años, demasiado "cantarín". A mí me gusta un Bach más desnudo, en purito esqueleto, pero también más concentrado, pensado, profundo. Además se notaba que no se sentía a gusto y tocó con partitura, lo que no es habitual en ella. Después oí en algún corrillo que no suele interpretar a Bach prácticamente nunca y de todo el mundo es sabido que no es una de sus especialidades.
Pero todo hay que decirlo, su Variaciones sobre un acorde del discípulo Schnittke y, sobre todo, su Sonata nº 2 del maestro Shostakovich sonaron sencillamente magistrales. Esta última pieza especialmente es dura y difícil. Y aquí sí interpretó sin partitura y se notaba que disfrutaba con lo que hacía. Se movía con desenvoltura y sentía profundamente lo que transcribía al piano desde el libro.
De todas formas, no se vayan a pensar Vds. que el concierto no valió la pena. Que lo que ocurre también es que esta condesa está muy tiquismiquis últimamente y le pone pegas a casi todo. Vamos, que se cree un crítico in pectore desde que acude a cinco conciertos seguidos. No se olviden de que estamos hablando de la Leonskaja, una de las grandes, grandes, grandes y a la que yo, además, adoro. Sus Schubert y Beethoven me siguen estremeciendo. Hablamos pues de peros, dentro de la excelencia. Ya, ya sé que no hay nada más atrevido que la necedad pero es que mentiría si les digo que su Bach me gustó porque no lo hizo.




J.S.Bach (1685-1750). Fantasía cromática y fuga en re menor, BWV 903. I Fantasía. G. Leonhardt, clave. Bach 2000. Teldec, 2000.



Shostakovich (1906-1975). Sonata nº2 para piano. Maria Yudina, piano. Youtube, canal gullivior



J.S.Bach (1685-1750). Concierto italiano en fa mayor BWV 971. III  Presto. A.Schnabel, piano. Bach 2000. Teldec, 2000.



Pero 24 horas más tarde, otra vez Bach y de nuevo al piano me emocionó profundamente. Y por quien es muchos, muchos años más joven que su antecesora, aunque ésta sea maestra y referente. Les cuento.
El martes, en el ciclo de Grandes Intérpretes, de Scherzo, tocaba Piotr Anderszewski. Casi sobre la marcha cambió el orden de las piezas a interpretar y yo creo que acertó. En la primera parte, la Suite francesa nº5 del de Leipzig y la Fantasía en do menor de Schumann. Después del descanso, En un frondoso sendero de Janácek y la Suite inglesa nº3 de Bach. Nuevamente Bach, alfa y omega, principio y fin. 
No sin hacerles notar que esta condesa y muchos de sus coincidentes concertiles están hasta el moño de la falta de luz durante la interpretación en los ciclos de piano -porque digo yo entonces que para qué nos reparten programa con los movimientos de que consta cada pieza- el concierto tuvo mucho de mágico. Debo decirles además que la criaturita que se encargó de la faena tiene solamente  44 añitos, lo que en un intérprete del piano es casi, casi decir un chaval. 
Me gustó mucho el trabajo que se tomó en crear muchísimos matices en la composición de Schumann. Ese pasar del derroche al intimismo, de la alegría desbordada a la mayor de las gravedades con el único hilo conductor de la pasión, ese golpe de péndulo constante que suele ser la música del alemán atormentado salieron reforzados en los dedos de este húngaro-polaco vital y detallista. Sonó también muy hermosa la composición de Janacek, a pesar de lo aburrido que suele ser casi siempre la obra de este buen hombre.
Pero, a mis humildes entendederas y a mi ánimo, les conmovió profundamente la interpretación de las dos suites de Bach. Que la materia prima de entrada es de excelente calidad nadie lo duda, que la ausencia de luz en la sala -sí, esa que me enfada tanto- contribuyó a crear el clima, pues también. Pero ¡qué desnudez, qué paso tan sutil entre movimientos, que fuerza en el piano y qué suavidad sin solución de continuidad! 
Es más que probable que me equivoque en mis apreciaciones pero me gustó mucho más el Bach más joven que el maduro. Así son las cosas a veces.



J.S.Bach (1685-1750). Suite francesa nº 5 en Sol mayor , BWV 816.  A.Schiff, piano. Decca, 1993
1 Allemande
2 Sarabande
3 Loure
4 Gigue



L.Janácek (1854-1928). Po zarostlém chodni cku (En un frondoso sendero). Libro II. Radoslav Kvapil, piano. Regis, 1994
1 - Andante
2 - Più mosso
3 - Allegro-Adagio



J.S.Bach (1685-1750). Suite inglesa  nº 3 en Sol mayor , BWV 816.  M.Perahia, piano. Sony, 1998-9









El miércoles nos trajo una gratísima sorpresa a los asistentes a la sala de cámara en el primer concierto del ciclo Contrapunto de Verano. Era la primera vez que tocaba en Madrid el Cuarteto de Jerusalén. Cinco conciertos forman el ciclo y tienen por objeto interpretar la Integral de los Cuartetos de Shostakovich, alternando con 10 contrapuntos del Arte de la Fuga de Bach. De nuevo, Bach. Aunque esta vez era él el relleno del sandwich, miren Vds. por dónde. 
Y literalmente nos quedamos con la boca abierta y felices como perdices. ¡Qué bien suenan estos chicos! Y son jóvenes, muy jóvenes. Cuatro músicos hebreos rusos, que hicieron buena parte de sus estudios en Jerusalén - de ahí su nombre- y cuya media de edad les aseguro que es casi escandalosamente corta para lo bien que interpretan. Tienen un sonido brillante, hermoso, con matices infinitos (¿a que me pongo cursi?) pero con una potencia y un volumen cuando ellos quieren que sencillamente sobrecoge. 
Delicado a rabiar y casi impresionista el cuarteto nº 1, endiabladamente difícil de interpretar el nº 12 y bellísimo y muy, muy triste el nº 8. Entre medias, dos "pequeños" integrantes de la obra cumbre del contrapunto (no solo bachiano sino referencia musical absoluta). Créanme que embelesaron al Auditorio. Además se entregaron con toda la fuerza, la energía, la concentración del mundo. Y tocaron muy, muy, muy bien. No creo que nos decepcionen lo más mínimo -más bien lo contrario- en los cuatro conciertos que todavía nos brindarán a lo largo de mes y medio.



D.Shostakovich (1906-1975). Integral de cuartetos de cuerda. Fitzwilliam String Quartet. London (Decca), 1975-77.
J.S.Bach (1685-1759). El Arte de la Fuga. Glenn Gould, piano. Sony, 1967, remast. 1997
1) Shostakovich. Cuarteto nº 1 II Allegro molto
2) Bach. Contrapunctus 1
3) Shostakovich. Cuarteto nº 12  I Moderato.Allegretto.
4) Bach. Contrapunctus 2
5) Shostakovich. Cuarteto nº 8  I Largo
6) Shostakovich. Cuarteto nº 8  II Allegro molto


Y bueno, ya hemos llegado al último día. Sé de sobra que muchos no habrán sido capaces de soportar la pesadez hasta aquí. Es muy difícil con la falta de tiempo de que adolecemos todos que dediquemos tantos minutos a leer una referencia de músicas que no hemos escuchado. Si Vds. también hubieran asistido se sentirían identificados o disentirían de mis sensaciones. Pero así, en vena, resulta una lectura ardua.
Menos mal que, si les apetece, la música -esta vez intercalada- siempre les recibe con los brazos abiertos.



Jan y Hubert van Eyck. Políptico de la Adoración del Cordero Místico (detalle). 1432. 
Catedral de San Babón. Gante.


El jueves teníamos una velada especial y largamente esperada pues debería haberse producido a finales de febrero. La ingesta de marisco en mal estado por parte del barítono protagonista -si es que los que somos triperos...- dio al traste entonces con nuestras ganas, manteniéndolas activas durante casi cuatro meses. 
Y fue un digno, dignísimo broche a esta minimaratón musical. Debo reconocer que yo aguanté bien el deseo de escuchar a Matthias Görne en el Ciclo de Lied porque tuve la suerte de hacerlo hace unas tres semanas, cuando cantó con la OCNE lieder de Schubert y Strauss al alimón. Espectacular. 
Ayer tocaban canciones de Schumann y Mahler. Y lo hizo tan bien Görne (solo se le fueron ligeramente algunos agudos al inicio del recital), que estábamos todos conmovidos. Y utilizo la palabra sensu stricto y con conocimiento de causa. Porque aunque la velada constaba de dos partes fue el propio barítono el que acalló los aplausos que cerraban el primer grupo. No se tomó un respiro ni para beber agua. Y la segunda parte... Sacre Bleu!, la segunda parte era hermosa a rabiar, difícil como ella sola y con unos textos preciosos... y tristes. Tristísimos. La música los mejoraba, les daba mayor sentido, sublimaba los versos (¡Hala, otra vez cursilona perdida!) pero la tristeza de música y verso unida a la de la voz de Görne nos empapó a todos.
El elemento común de estos lieder de la segunda mitad eran la muerte y la guerra. Y cuando Herr Görne interpreta lo hace con tanto sentimiento, con tanta credibilidad, con una voz que se va acoplando perfectamente hasta en los más mínimos detalles a las inflexiones y el sentido del texto, que cuando el concierto terminó, quien esto les escribe se sentía profundamente acongojada. Créanme cuando les digo que me costó reaccionar. Con todo, debo añadir que este alemanote con pinta de cerdito Babe y cervecero de la Oktoberfest, -como dice una amiga- a un tiempo, cada vez canta mejor. Que su registro vocal a cada concierto se vuelve más amplio, que su timbre es hermoso hasta estremecer. Ahora mismo (y no es que lo diga yo) es el mejor intérprete de lieder de Schubert que existe. Y no solo de Schubert.




R.Schumann (1810-1856). H.Schlusnus, barítono. Youtube, canal serdarzzt y
vstasov
1 - Der Soldat, op. 40 nº 3 (El Soldado)
2 - Nachtlied, op. 96, nº 1 (Canción nocturna)


R.Schumann (1810-1856). Mein schöner Stern, op. 101 nº 4. (Mi hermosa estrella). Ely Ammeling, soprano. Youtube, canal de nare949


G.Mahler (1860-1911). Rückert Lieder (Canciones de Rückert). D.Fischer-Dieskau, barítono.  An die Musik. Deutsche Grammophon, 2005
1) Ich atmet' einen linden Duft! (¡Respiré una suave fragancia!)
2) Ich bin der Welt abhanden gekommen (Me he retirado del mundo)



G.Mahler (1860-1911). Kindertotenlieder y Des Knaben Wunderhorn (La canción de los niños muertos y El muchacho del cuerno maravilloso). Thomas Hampson, barítono, Anne Sofie von Otter, mezzo-soprano, Thomas Quasthoff, barítono. Gustav Mahler, edición completa. Deutsche Grammophon y Decca, 2010. 
1 - Nun seh' ich wohl, warum so dunkle Flammen (Ahora ya entiendo por qué oscuras llamas...) 
2 - Wenn deine Mütterlein (Cuando tu madrecita)
3 - Revelge (Toque de diana)
4 - Das irdische Leben (La vida terrenal)
5 - Der Tamboursg'sell  (El tambor)
6 - Urlicht (Luz primigenia)




Buffff! Esta entrada ha sido intensa. Tanto como lo ha sido mi semana musical. Solo que me temo que Vds. salen perdiendo. A mí se me ha hecho ligera, perfecta, emotiva, muy muy buena, un lujo. Es lo que tiene la música. Si, por el contrario, mi texto se les ha hecho pesado y arduo -que lo es- salténselo con tranquilidad (¡qué graciosa -me dirán- y lo dice ahora..!) y disfruten de esta pequeña antología ilustrativa de lo que ha sido para mí un auténtico privilegio y cuya confección me ha traído por la calle de la amargura de lo larga y variopinta que es. Además, les prometo que nos les voy a dar la lata durante unos cuantos días que para eso les he dejado material de sobra.


Intenten ser felices a pesar de los pesares y disfruten del sol y el buen tiempo que parece que por fin se han decidido a asomar un pie.


Buenas noches.