Un regalo de Sergio Astorga

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Variatio pacis II: duerme, amor mío




Anónimo flamenco. Siglo XV. Musée de Beaux Arts de Bruselas. (Paz Juan)


Esta vez me pilló el toro. Año tras año caminando por el filo de la navaja y al final no llegué a tiempo. Siento acudir tarde a la cita.  No me gusta la Navidad ni sus fastos y boatos pero me gusta, y mucho, la música que se creó para celebrarla.

Pero con todo mi descreimiento actual a cuestas, de aquella larguísima etapa de infancia y adolescencia guardo un gusto especial por el tema de la Natividad o el de la Epifanía. Acostumbro a pasar horas y horas delante de cuadros de Vírgenes con Niño o Adoraciones de los Magos y me pirran los belenes. No esos de ahora, comprimidos en bombillas o cacharros de barro, reducidos a un apretujadísimo Misterio donde ni la mula ni el buey caben. No, no. Hablo de belenes extensos y barrocos, a la napolitana. Diseminados a lo largo de metros y metros de falso musgo, con sus casas de corcho, el castillo de Herodes, el riachuelo de papel de plata y los polvos de talco a modo de nieve. Con castañeras bigotudas, ovejas, perrillos, cerdos, gansos o gallinas. Y con la posada, el molino y el portal. Cientos y cientos de figurillas en miniatura, enmarcadas en un paisaje irreal y envueltas en papel de plata azulado, lleno de estrellas a cual más enorme.

Por esa razón hoy les traigo una pieza del Oratorio de Navidad de J.S. Bach especialísima para mí. Podríamos hablar largo y tendido sobre el tipo de composición, la tonalidad empleada y los paralelismos y autoplagios que contiene pero, seguramente, le quitaríamos todo el encanto. Además yo tampoco soy la persona más indicada para hacerlo, se lo aseguro. Cedámosle el honor de los datos técnicos a otras bitácoras y dejémonos llevar simplemente por la canción de cuna que una madre recién parida le dirige a su niño. Sigamos ese cordón finísimo, mucho más sutil y poderoso que el umbilical, que sigue uniendo a dos seres profundamente necesitados el uno del otro. Y escuchemos a la Virgen cantar sottovoce:




J.S. Bach (1685-1750). Oratorio de Navidad. Cantata 2ª - "Schlafe mein Liebster" (duerme, mi amor)Academy of St. Martin-in-the-Fields.  Philip Ledger, director. Janet Baker, contralto. Emi, 1977



Schlafe, mein Liebster, genieße der ruh,
Wache nach diesem vor aller gedeihen!
Labe die brust, empfinde die lust,
Wo wir unser herz erfreuen!

Duerme mi amor, disfruta de tu sueño.
Ya velarás por la salvación de todos.
¡Alegra el alma, experimenta el gozo
allá donde nuestro corazón se regocija!


Es inevitable llenarnos durante estos días de buenos propósitos para con nosotros mismos y de mejores deseos para los demás. No se pueden eludir por más que uno lo intente. Ni yo lo pretendo. No me resistiré entonces a ellos. Para los creyentes pues, que la fuerza de su religión les dé energía y los conforte. Para los descreídos que, al menos, la belleza los envuelva y aprovechen para disfrutar de amigos y familia. Estoy segura de que a unos y otros la música les alegrará el ánimo y les llenará el espíritu de serenidad y armonía.

Y que la magia de Bach esté con todos nosotros.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Variatio pacis I: chica mala



Ya lo sé. Me ha vuelto a pasar. He tardado mucho en publicar algo nuevo pero, aunque no se lo crean, llevo trabajando en esta entrada un montón de tiempo. Y es que no siempre es fácil encontrar la obra adecuada. Al menos me lo curro.



De acuerdo también en que la música no es muy conocida, pero no me negarán que todo el mundo ha oído hablar de su autor. Es un Oratorio precioso y además sacro-militar (¡toma ya!). Reconózcanme que la historia tiene gancho y se mueve continuamente en el filo entre lo políticamente correcto e incorrecto. Veamos:



Chico conoce chica. Chico se vuelve loco por chica. Chica parece corresponderle. Y, con todo, lo mejor es que tiene un final sorprendente, con contundencia; me atrevería incluso a calificarlo de tajante porque, finalmente, chica destroza a chico.



Es más, podemos contar la historia todavía en menos líneas:



Él se enamoró perdidamente de ella.
Ella le dijo: "Te venero"...

... y en cuanto él se despistó un poco, le robó la herramienta de trabajo, dejándolo ligeramente cortado.

Resumiendo:



Algunas chicas son guerreras.
Judith era de armas tomar (juas, juas).

Holofernes perdió por ella la cabeza.




¿A que para ser un Oratorio barroco el argumento parece un culebrón?


A. Vivaldi (1678-1741). Juditha Triumphans devicta Holofernis barbarie RV 644
Sacrum militare oratorium, Venezia, 1716. Libretto de Giacomo Cassetti. Academia Montis Regalis. Alessandro de Marchi, directorMagdalena Kožená, Judith (mezzo).  María José Trullu, Holofernes, (mezzo). Naïve, 2001.




Holofernes

Sede, o cara,
Dilecta speciosa
Mea vivida rosa,
Mea fulgida fax.
Tu Marti triumphanti,
Tu bellicoamanti
Pulcherrima Pax.
Holofernes

Siéntate querida,
amada,hermosa,
mi rosa vívida,
mi antorcha luminosa.
Para un Marte triunfante
y para un amante guerrero
tú eres la Paz más hermosa.















Judith 

In somno profundo Si jacet immersus Non amplius sit vigil Qui dormit in te. Quiescat exanguis, Et sanguis Sic exeat Superbus in me. Impii, indigni Tiranni Conopeo hic apensum Denudo ferrum, ictus tendo, infelicem Ab Holofernis busto Deus in nomine tuo scindo cervicem. Salvete o pia tentoria In vobis semper clara, Et caelo, et mundo sit alta victoria.






(Traducción: Pepe Rey) 

 Imagen: Judith I. G. Klimt. Österreichische Galerie, Viena.
Judith 

Si en un sueño profundo yace inmerso, no esté más despierto quien duerme en ti. Descanse exangüe y así su sangre redunde en mi gloria. Desnudo la espada del impío tirano indigno, colgada aquí del dosel, lanzo un golpe y separo la infeliz cabeza del tronco de Holofernes, en tu nombre, Dios. Os saludo, tiendas piadosas, siempre será famosa para el cielo y el mundo la alta victoria ocurrida en vosotras.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Variationes pacis: aria et fuga







Llevo un mes revisando textos que escribí en Internet hará más o menos cinco años.  A costa de mantener duras negociaciones para arrancar minutos al poco tiempo de que dispongo. Pero lo he hecho detalladamente y con cuidado. Con afecto y respeto.
Y de frente, con todos los datos de identificación por delante, sin recurrir a espionajes de medio pelo  a través de subterfugios estúpidos que no engañan a nadie y que sólo disfrazan grotescamente las intenciones. 

Ya sé que una de las normas blogueras que no se debe transgredir nunca es la de no repetir post. Pero hay dos cosas que me van a llevar a saltármela a la torera -no es ni será la primera vez que lo hago-. 
En primer lugar porque será una forma de poder actualizar y alimentar este blog. Verán, no soy capaz de encontrarle a la semana los momentos necesarios para volcar en él todo lo que me apetece, que es mucho y eso me provoca un dosis considerable de rabia. Le tengo un cariño especialísimo a esta bitácora porque llevamos ya unos cuantos años juntas y eso imprime carácter. Por ello me resisto a dejarla en barbecho.
Y en segundo lugar porque son textos míos y no tengo por qué darle explicaciones a la entelequia blogocosera de lo que hago o dejo de hacer con ellos. Me pertenecen. Y me apetece sacarlos a la luz para reivindicarlos y para devolverles sol y aire. 

Se inaugura pues en las Variaciones una nueva sección que integrará... -¡pero qué listísimos son Vds!- todas aquellas reflexiones, bromas o tontunas que hace años acompañaron otros tantos momentos musicales. 

Y como no podía ser menos, imitarán de forma poco ortodoxa a las piezas que dan nombre a este blog. Sí señor, una suerte de Goldbergs de pacotilla, con su aria primera, sus 30 variatio y su aria final, a modo de coda. No esperen encontrar a partir de ahí mayor parecido. ¿El nombre? Como ya se ha adelantado en el título de esta entrada... Variationes pacis. Es que, naturalmente, narcisismo y cuna obligan.

Y ahora es el momento en el que mis queridos lectoyentes se preguntarán: "Paso por lo del aria larguísimo a modo explicativo pero, ¿y la fuga?.. ¿a santo de qué?". Pues por la sencilla razón de que esos textos viajarán de un sitio a otro o, por concretar mucho más, huirán de donde se encontraban para guarecerse en lugar más amable y protegido, se lo merezcan o no. Y porque la obra que hoy les traigo, que ayer disfruté en el Auditorio interpretada por el cuarteto Pacífica y que tuvo buena parte de la culpa de esta nueva sección, es una de las cimas musicales absolutas en la historia de esta maltrecha y bobalicona humanidad. Tal y como me llegó el regalo se lo transmito, esta vez de manos de una de las agrupaciones de música camerística más grandes que han existido en los últimos sesenta años -por esa misma razón les traigo vídeo, para que disfruten no sólo con los oídos de su forma especialísima de interpretar-. 

Y por último, una declaración de intenciones:

No sé si escribiré mejor o peor de lo que lo hacía entonces, pero les aseguro que ahora soy muchísimo más feliz.

Séanlo también Vds. todo lo que puedan en este frío, soleado y prometedor viernes. 



L.v.Beethoven (1770- 1827). Grosse Fugue (Gran Fuga) en Si bemol mayor, op. 133. Alban Berg Quartett. Grabado en directo en la Mozart Saal del Konzerthaus de Viena, el 11 de junio de 1989. Vía Postfataresurgo.



viernes, 22 de noviembre de 2013

Britten: testamento vital en su centenario










¡Felicidades, don Benjamín! 


Me habría gustado prepararle una entrada de las que Vd. se merece, pero últimamente otros quehaceres no me dejan buena neurona alguna que dedicar a este maltrecho blog. 

Sólo quería decirle que desde que siendo niña descubrí su Guía de orquesta para jóvenes, pasando por el impacto emocional fortísimo que supuso escuchar por primera vez su War Requiem, hasta hace menos de tres horas en que he salido de disfrutar en directo sus cuartetos nº 2 y 3 por el Emerson Quartett, su música siempre ha sido para mí un reflejo de Vd. mismo. Y si tuviera que definirla con una sola palabra elegiría sin dudar la de nobleza.

Cuando esta tarde los hermosísimos compases del Solo. Very calm de su cuarteto op. 94 llenaban de tranquilidad mi ánimo zascandil, he sentido como nunca antes que expresaban a la perfección su propia despedida. Como el coletazo final de su Muerte en Venecia pero ya privado de las obsesiones que la poblaron. 

La serenidad del final. 

Su música es hoy imprescindible. Procure no marcharse muy lejos porque lo vamos a necesitar.



B.Britten (1913-1976). Cuarteto para cuerda nº 3, op. 94. III Solo. Very calm. The Maggini Quartett. Via Nickmaestro






domingo, 10 de noviembre de 2013

Bagatelas XXIX: Sinestesia de amor nuevo











Perdóname por ir así buscándote... 


Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en lo alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eres.

                                                                                  Pedro Salinas     





W.A.Mozart - Die Zauberflöte - Bei Männern, welche Liebe fühlen. (La Flauta Mágica - Todos los hombres capaces de enamorarse...). Orquesta Filarmónica y Coros de la Ópera de Viena. Sir Georg Solti, director. Pilar Lorengar, Pamina. Herman Prey, Papageno.  


Que el domingo les sea tan propicio como a mí.

viernes, 25 de octubre de 2013

Bagatelas XXVIII: Falsa τραγῳδία




Edipo y Forbas. Antoine-Denis Chaudet (completada por Cartellier y Dupaty). 1799. Mármol. París, Museo del Louvre. 








PÁRODO


CORO

Estrofa 1:

¡Dolorosa herencia dejas, oh Edipo, a la estirpe maldita nacida de tu unión incestuosa con Yocasta. Pues mientras Antígona se enfrenta inútilmente a su destino y al tirano Creonte por dar sepultura a Polinices, legítimo rey de Tebas, el traidor Eteocles yace ya bajo tierra con todos los honores!


Antiestrofa 1:

Entre tanto, la frágil y olvidada Ismene, armada apenas de piedad y luto, sucumbe poco a poco a la carga infinita de la desolación estéril.





Los dioses se equivocan con tanta frecuencia... 




VV.AA. Música de la Antigua Grecia. Atrium Musicae de Madrid. Gregorio Paniagua, director. Musique d'abord. Harmonia Mundi, 1979/2000



Y que Sófocles me perdone la burda imitación pero es que últimamente su Antígona me sale hasta por las orejas.

Καληνύχτα... o lo que es lo mismo... Buenas noches.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Cruzar el meridiano para zambullirse en el azul






J. Sorolla. La niña. 1904. Óleo sobre tela. Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana




Septiembre ha doblado por fin la esquina nuevamente. Dorado, de nombre  largo y días cada vez más cortos, trayendo de la mano un sol suave madurador de membrillos y uvas. 

Ha llegado el tiempo.

Toca hacer maletas, dejar preparado el regreso, cerrar la casa y partir. Este año no hay una necesidad urgente de acudir a la cita. No la hay de hallar refugio aunque mi pequeña cala lo sea y me alimente. Ni de solicitar bálsamos contra operaciones o químicas hospitalarias. Ni siquiera de buscar el azul, pues abril y julio me hicieron su regalo y hacia él he corrido sin pensarlo dos veces. 
No. Esta vez es sencillamente el oxímoron de una necesidad voluntaria y querida. No hay motivos ni causas. El viaje por el viaje. El reencuentro con mi particular paraíso encontrado tan lejos de los mares del sur. Sin más.

Nunca se conoce en exceso lo que se ama, de modo que l'Empordà seguirá jugando con nosotros a las escondidillas. Sorprendiéndonos  al recorrer el camino de Sant Pere de Rodas con ráfagas de limpia tramuntana que barre tristezas y nubes. Saliéndonos al paso, esforzado y valiente, cuando atravesemos los senderos del Cap de Creus intentando llegar a la boca del infierno. Enredándose, amable y protector, en las velas blancas y el azul profundo de la Jóncols al doblar el Norfeu de vuelta a Roses. 
Generoso y recio cofre de prometedores tesoros escondidos. Hacedor un año más de milagros pequeños bajo la forma clara y cierta de risas y reposo. 

Agua, sol, viento. Y volver a ser la niña taciturna y torpe que mojaba los pies con decisión en la orilla de un mar del que no podía apartar la mirada y que desde entonces es parte de ella misma. Ni pretendo ni quiero nada más. 

Cuando rodando con el viejo coche gris plata la AP7 nos descubra de pronto el arco airoso y limpio del meridiano de Greenwich,  sabremos con certeza que atravesamos un año más  el umbral seguro y luminoso que nos conduce a casa.


Luis Eduardo Aute
1) El niño que miraba el mar. En El niño que miraba el mar, 2012.
2) Mar en fuga. En Fuga. Fonomusic, 1981 y 1994
3) Vailima. En Fuga. Fonomusic, 1981 y 1994.
4) A por el mar. En Albanta. Ariola, 1978
5) Rabo de nube (Silvio Rodríguez). En Mano a mano. Ariola, 1993
6) Albanta. En Albanta. Ariola, 1978
7) Sigo a la mar. En De par en par. Ariola, 1979
8) Rosas en el mar. En Diálogos de Rodrigo y Ximena. Ariola, 1968. En Auterretratos. Ariola, 2003
9) Rosas en el mar, interpretada por Massiel. 1967.


Y como bonus track...

Christina Pluhar y L'Arpeggiata. Los pájaros perdidos. ¡Ay, este azul! Philippe Jaroussky, contratenor. Virgin Classics. Emi, 2012.


viernes, 30 de agosto de 2013

Bagatelas XXVII: Rejuvenecer lo eterno












clásico, ca.

(Del lat. classĭcus).

3. adj. Dicho de un autor o de una obra: Que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia. U. t. c. s.







... Precisamente por eso tampoco está mal "actualizarlo" de vez en cuando, siempre que se haga con saber y respeto.

Disfruten de la música seria de estos señores tan poco serios afortunadamente. 





VV.AA  - Classics in Blue. Sony, 2011
1) Grieg - Peer Gynt - Suite nº1 - La mañana. Duke Ellington.
2) Dvorak - Humoresque. Art Tatum
3) Debussy - Preludio a la siesta de un fauno. Eumir Deodato
4) Grieg - Peer Gynt - Suite nº 2 - La canción de Solveig. Duke Ellington
5) Ravel - Pavana para una infanta difunta. Eumir Deodato
6) Beethoven - Sonata Claro de Luna. Glenn Miller
7) Chopin - Impromptu. John Kirby Sextet
8) Gershwin - Summertime. Miles Davis


martes, 20 de agosto de 2013

Bagatelas XXVI: Tiempo de verano callado y perezoso










Mañanas. De chapoteo acompasado y plácido mientras suena en el oído la música íntima y nocturna de preludios debussinianos. De trenzar despacio hilos de colores en un cañamazo beige viendo cómo lentamente toman forma como por ensalmo. De ojos llenándose con suavidad de los minotauros feroces o vencidos de Picasso, que brindan y beben, manosean o se dejan llevar desvalidos y ciegos por una niña que alumbra apenas. De carcajadas amplias y sonrisa perenne, en tanto el mago maravilloso del cine que habitaba la casa transparente despliega su colección de trucos en rescatados celuloides, tan jóvenes y nuevos como cuando fueron impresionados por la luz viajera a través de lentes y cristales.

Tardes. De siestas ligeras o profundas bajo el arrullo del ventilador colorido que surge del techo y repite su movimiento perpetuo,  protector y  benéfico. De películas, libros y música cuya escucha, visionado o lectura largamente aplazados hacen brotar palabras, personajes y notas provocadoras de un efecto de serenidad tranquila, de dejarse ir. De moscas acróbatas, machadianas y pertinaces revoloteadoras, subiendo y bajando en el aire pesado de la habitación a oscuras, empeñadas en desvelarnos y desvelar de paso antiguos y adormecidos sueños.

Noches. De un Madrid finalmente compasivo que trueca el aire irrespirable en brisa. Del reloj cómplice y amigo, ralentizando hasta lo imposible sus saetas negras y pequeñas para que las veladas se llenen de risas y murmullos. De  caminar parsimonioso por el Salón del Prado, en largos paseos hablando de lo cotidiano o lo sublime; sin mayor trascendencia, por el puro placer de la charla... con voz queda.  

... De horas infinitas en este verano callado y perezoso, que desnuda los hombros y tobillos mientras de nuevo arropa el alma con comienzos y vida.





lunes, 5 de agosto de 2013

El seis doble










- Señooooraaaaa Condeeeeeesssaaaaaaa...

- ... Condeeee ... Tú dirás lo que quieras, Fasolt,  pero anda que no se hace de rogar. Y total para una fiesta de chichinabo...

- Te quieras callar, Fafner? Podría oírte...


- Hoooola... ¡Cuánto bueno por aquí..! Nada más y nada menos que mis dos leales, fieles, serviciales y "trabajadores" sirvientes... Justamente un año sin aparecer por aquí, ¿no? Suponiendo que la memoria no me falle, que también podría ser...

- ¿Lo ves, Fa..? Encima de que se hace de rogar, se presenta en plan señorona, con mucho retintín, mucha ironía y no menos ínfulas...

-
Cállate ya de una vez, hermano! Es la señora condesa y punto. Tengamos la fiesta en paz...
Señora, ya está todo dispuesto, como cada año...

- Vaya, después de todo te has acordado, Fasolt...

- Naturalmente, condesa. El servicio ha recibido las pertinentes instrucciones, la música está preparada y el buffet libre se servirá en la sala de juegos, que es más íntima y agradable que el pomposo salón de baile. Amén de que resulta deliciosamente ad hoc para el título de esta entrada.
En cuanto Vd. lo diga, podrá dar comienzo la celebración.

- De acuerdo entonces, Fasolt. Déjame que, en tanto llega Freia, diga unas palabras a los que han tenido a bien acudir a mi casa hoy. El resto lo dejo en tus manos...
... Y gracias por estar siempre en todo.










Mis queridos lectoyentes... Me parece imposible que hayan pasado ya seis años desde que Freia abriese esta bitácora. O estas bitácoras... según se mire. Bueno, dejémoslo en esta bitácora doble, de ahí el juego tonto de palabras del título en esta entrada especial.
Especial porque nuevamente estamos de celebración.

Como cada nuevo año, hago balance [les prometo que ligero] de lo sucedido en los últimos 12 meses.
Y ha sido bueno, realmente bueno. Desde el punto de vista blogocósico, la condesa ha batido récord: nada más y nada menos que 50 entradas... una por semana. Hacía tiempo que la aristócrata venida a menos no curraba tanto. Claro que también es verdad que el inventillo de las bagatelas le ha puesto la tarea mucho más fácil...

Pero ha sido también un período bueno, muy, muy bueno en lo personal. Un curso plagado de actividad:  aprendizaje de aficiones manuales y "dramáticas" y continuidad en la natación y en los múltiples, variados y soberbios conciertos a los que he tenido oportunidad de ir (más de setenta). Y un final con nervios de estreno, examen e ingreso en la Emad incluido. La perspectiva de tres años de estudios a la vuelta de la esquina me trae ilusión y me quita años.

Los viajes han estado muy presentes a lo largo de esta temporada que acaba de terminar. Desde el bálsamo de la Almadrava y Benicassim, pasando por Tarazona y Soria, Toledo e Illescas, Mallorca, los Montes de Toledo hasta llegar a la Granja,  para completar el ciclo de nuevo en el Levante con el viento a favor. A un mes vista, el cabo de Creus y el de Gata se dejan ver tímidos y acercándose por estribor.

Un año también de conocer gente nueva: "colegas" de teatro, nuevas compañeras en la clase de labores, amigos de amigos, personas del mundillo de la farándula, teatreros varios...
Y blogueros... sí señor.  Porque nuevamente la blogocosa me ha regalado la oportunidad de pasar de la virtualidad a la más espléndida de las realidades al presentarme a alestedemadrid, compañera de exposiciones y aperitivos y a emejota, excelente contertulia al abrigo de un buen café. Y de disfrutar de la música y el abrazo cálido de Diego o de la invitación, la charla y la compañía de buenos amigos castellanos [alguno de ellos emigrado quién sabe si temporal o definitivamente al Mediterráneo].  Por no hablar del paseo delicioso y la charla y el té compartidos con mi jardinero favorito. Me van a permitir una mención aparte del vasco afrancesado, cuyas investigaciones nos han permitido disfrutar de su saber, su sonrisa, sus mejores tesoros y su compañía a pesar de faltar ya por segundo año a nuestra cita anual con Donosti. Pero no sólo ellos. Mi querida Isabel romana me regaló uno de los momentos más hermosos de los últimos meses al esperarme en la estación del AVE de Valencia y derrochar alegría, conversación, música y libros conmigo, entre un tren y otro.

Por supuesto, están los de Madrid, todos ellos: María y Ernesto, Rafael y Lola, Antonio, Carmen, Nano, Aída, Óscar,  Txema, con mención de honor a mi querida Anarkasis. Y los que andan más lejos pero sólo geográficamente [Gemma, María y Manuel, Sergio el abarrotero, mi ratoncilla provenzal, Isabel la costurera de palabras, mi sor Bizqueo o mi diosabruja bonaerense, hacedora de historias maravillosas que hablan de veleros y de amores valientes. Y siempre, siempre, siempre, en mi alma y mi corazón, Javier y Antoñito.

Ya no quiero aburrirles más. Los primeros invitados hace un rato que llegaron a la fiesta y no es cuestión de hacerles esperar. Me despido por tanto, no sin agradecerles, como cada año, su lealtad, su compañía, sus palabras de ánimo, de risa, de bondad. Gracias por estar ahí, siempre, al otro lado de esta quinta pared tan rara en ocasiones que es la blogosfera.
Como compensación mínima les dejo un seis doble musical, para celebrar los seis años de vida de esta doble bitácora, que es y está y continúa porque Vds. la hacen posible de a poquitos.

Hoy más que nunca, sean todo lo felices que puedan, que el tiempo pasa volando y hay que atraparlo por los pelos para vivirlo con intensidad.







G.Ligeti (1923-2006) Seis bagatelas para quinteto de viento. The Israel Quintet. Vía Erthel




L.v.Beethoven (1770-1827). Sinfonía nº 6 en Fa Mayor, op. 68, "Pastorale". Bayerisches Staatsorchester. Carlos Kleiber, director. Grabado el 7 de noviembre de 1983. Orfeo, 2003. 



jueves, 1 de agosto de 2013

Recuerdo limpio y vespertino









Cuando era pequeña había una habitación en casa a la que mi padre, pomposa y orgullosamente, llamaba discoteca. No éramos ni fuimos nunca económicamente desahogados ni mi padre un gran entendido en música -ni siquiera conocía a Bruckner, cosa que mi hermana nunca ha dejado de reprocharle, incluso muerto-, pero a mí, con tan poca edad, me parecía el padre que más sabía de música del mundo. Había ido comprando y atesorando discos desde que era soltero y una de sus grandes ilusiones al casarse era tener un sitio donde ponerlos y escucharlos.

Conservo recuerdos parciales y a veces borrosos de aquella sala. Supongo que me acuerdo más por descripciones posteriores de mis padres o mi hermana que por mí misma, pero sí que guardo por aquella pieza y por lo que en ella se escuchaba un afecto muy especial, quizá también porque sólo tenía unos 6 años.

La discoteca era de medianas dimensiones y luminosa. Había un mueble enorme para guardar los discos, un tresillo de terciopelo -o algo similar- granate, una alfombra en el centro de la habitación, una gramola y un tocadiscos automático y estéreo, modernísimo para la época. Había también un espantoso cuadro de Santa Cecilia tocando el clave que a mí, por aquel entonces, me parecía precioso y un enorme, tremebundo y verdísimo busto de Beethoven que me causaba auténtico horror.

Mi padre había conseguido reunir unos 800 discos de música clásica, de vinilo, gordos, de aquellos de 72 revoluciones por minuto y, para evitarles el polvo, les había hecho a cada uno una funda de papel beige (el mismo con el que forrábamos los libros del cole cada mes de octubre), en la que escribía a mano pacientemente la ficha discográfica de cada uno de ellos.

Cuando conseguí vencer el pánico que me causaba el careto de Herr Ludwig, le cogí el gustillo a visitar aquella habitación. Me gustaba ir allí porque el sofá era muy, pero que muy cómodo y me echaba unas siestas que temblaba el misterio, para qué vamos a engañarnos. Supongo que empecé a escuchar música clásica sin tener la menor intención de ello y sin prestarle excesiva atención -todo hay que decirlo- solo porque en aquel sitio se estaba francamente bien. Por aquel entonces yo hablaba menos que un cartujo y era introvertida hasta la exageración (mi madre siempre opinó que podía haberme quedado así toda la vida). A mi padre por tanto no le molestaba en exceso que yo rondara por la pieza, habida cuenta de mi afición desmedida a caer en los brazos de Morfeo en cuanto sonaba el primer movimiento de algo.

No es casual que me prive casi todo lo alemán. Estoy convencida de que en mi caso funcionó la hipnopedia (palabreja que viene a significar aprendizaje durante el sueño) y mi progenitor me transmitió sus gustos musicales mientras yo roncaba (¿las niñas roncan?) plácidamente en el tresillo. Claro que también pudo contribuir a ello el que él se educó en el Colegio Alemán de Madrid -antes de que lo cerraran en 1936 por motivos obvios-, que era filogermánico hasta la médula y que nos educó "a la prusiana". Va a ser eso, ... eso y un complejo de Electra nunca superado (ni ganas).

Lo que sí que recuerdo con una nitidez asombrosa es el día en que la discoteca desapareció. Yo tenía 7 años y medio y mi hermano, unos 5. El petardo contaba pues ya con una edad en la que no estaba bien visto que compartiera cuarto con sus hermanas mayores -al menos en aquella época-, así que había que habilitarle al angelito un sitio donde dormir.

Primero vinieron a llevarse los muebles y la gramola. El tocadiscos se salvó y durante años anduvo por casa. También se libraron de la quema el inefable busto (¿querréis creer que hasta le cogí cariño?) y la Santa Cecilia, que sobrevivió a su dueño. Al cabo de unos días llegó un señor con una furgoneta de esas como la que tenía el Plácido de Berlanga. Empezaron a bajar los discos. Yo misma ayudé a cargar unos cuantos y a montarlos en la furgoneta. ¿Por qué hubo que venderlos? Imagino que por cuestión de espacio y sobre todo porque habría que comprar mobiliario para la habitación del mastuerzo. Mi padre sólo pudo conservar unos cuantos que aguantaron hasta que el tocadiscos cascó y llegaron los primeros cassettes. Nunca podré olvidar su cara cuando la furgoneta se fue: era la misma cara de infinita tristeza que sólo reapareció, casi treinta años después, cuando se dio cuenta de que se estaba muriendo.

[Este texto, con mínimas modificaciones, apareció hace ya casi seis años. Era apenas el cuarto post en el blog Variaciones Goldberg. Desde entonces ha llovido mucho y han pasado muchísimas cosas pero el recuerdo sigue ahí, exacto al de entonces. Por eso hoy, en que echo de menos a mi padre de forma especial, lo traigo de nuevo a las páginas de esta bitácora.
Porque la añoranza, de tanto en tanto, araña pertinaz e impertinente y es bueno dejarse llevar por ella para, de paso, dar al traste con sus intenciones.  No sea que de tanto rascar y rascar acabe por hacer un agujero en el alma.
Sean felices con el recuerdo como yo lo estoy siendo esta tarde.]



L.v.Beethoven. Cuarteto nº 15 en la menor, op. 132. III Heiliger Dankgesang eines Genesenen an die Gottheit, in der lydischen Tonart (Canto sagrado de agradecimiento de un convaleciente a la Divinidad, al modo lidio) Molto Adagio - Neue Kraft fühlend(Sintiendo una nueva fuerza) Andante



jueves, 25 de julio de 2013

Bagatelas XXV: As de guía








Es seguramente el nudo más usado en un barco. También el más fiable. 
Rápido de hacer y aún más rápido y fácil de soltar. Prácticamente ningún aparejo de un velero puede funcionar sin él. El puño del foque o el génova van necesariamente unidos a su driza por uno de ellos. También hace falta para fijar el pajarín a la botavara o para que la escota de la mayor no se salga de sus poleas. No se puede usar otro a la hora de amarrar el chicote del cabo de proa a una boya o cualquier otro tipo de anclaje. 

Fuerte y flexible. Poderoso y dúctil. 
Imprescindible.

Verán. La semana pasada estuve a punto de tirar la toalla el martes al mediodía. No conseguía hacer un viraje por avante ni una trasluchada como dios manda. Cuando no caía a sotavento, me quedaba proa al viento y el barco se paraba. Faltó muy muy poquito para que me volviera a Madrid. Pero decidí que no había llegado hasta allí para rendirme sin haberlo intentado hasta el final, de modo que me quedé. El miércoles fue bien duro y me lo pasé haciendo triángulos entre tres boyas, y pasando de ceñida a través, de ahí a largo y empopada (orejas de burro incluídas) hasta que la mayor trasluchaba, para orzar otra vez hasta llegar a un nuevo viraje. Así, durante dos largas, mojadas, yodadas y saladas horas en que el sol caía a plomo.  

Pero el viernes, mientras navegaba amurada a estribor y en rumbo de ceñida, dando instrucciones a mis compañeros para que cazaran o soltaran velas, sintiendo el viento y el sol en la cara, notando que el velero volaba sobre el agua y respondía con suavidad y precisión al movimiento que era capaz de imprimirle a la caña, tuve la certeza absoluta de que mi vida estaba amarrada fuertemente a la naturaleza  y a los que quiero y me quieren con los nudos más seguros e imprescindibles que podía desear.

Les parecerá una estupidez pero en aquel preciso momento mi nombre -tan fugaz y tan corto- creció hasta adquirir todo su sentido, contagiándome y llevando a lo más profundo de mi cerebro y mi ánimo una sensación fantástica de paz que todavía hoy me dura. 

Y por un instante brevísimo fui absolutamente feliz




VV.AA. Música brasileña
1 - O Vento (Toquinho)
2 - Aquarela (Toquinho - V. de Moraes)
3 - Sei Lá... A Vida tem sempre razão ((Toquinho - V. de Moraes)
4 - Samba em Paz (Caetano Veloso)
5 - Amor em Paz (Toquinho - V. de Moraes - Azeitona)
6 - A Paz (Gilberto Gil)
7 - A Felicidade (María Creuza - Toquinho - V. de Moraes)


viernes, 12 de julio de 2013

Narciso pletórico






Jan Cossiers. Narciso. Óleo sobre lienzo. 182 x 113 cms. Firmado. [P.1465]
Museo del Prado. Madrid



¡Ajajá..! Lo han adivinado... toca una de autobombo.

Ya le hacía falta a esta condesa mirarse el ombligo durante un buen rato y lanzarse flores a sí misma. Es que, además, si se me desacostumbran luego no hay forma de volverlos a encarrilar, mis queridos lectoyentes.

Unos cuantos días ya sin aparecer por aquí y encima mi última entrada les dejó a Vds. muy pero que muy aplanados. Belleza excelsa y desbordante, desde luego, pero era tan triste toda ella que urgía regresar metiéndole algo de caña al blog. Y en esas ando.

Saben que me encanta hablar de mí misma y como esta vez tengo excusas varias, si deciden permanecer en las Variaciones a escuchar la sorpresa final, no va a quedarles más remedio que armarse de paciencia y leer más de un párrafo de egocentrismo desatado. A partir de aquí, seguir es de su exclusiva responsabilidad.

Y es que me han pasado varias cosas y todas buenas en el transcurso de apenas dos semanas.

Exactamente hace ahora 14 días los componentes del grupo Intermedio A de la Sala MalaSaña nos subíamos a un escenario a interpretar una obra que duraba prácticamente dos horas. Durante toda la tarde, el ensayo técnico: luces, banda sonora, pruebas de voz. Últimos repasos al texto. Nervios, muchos nervios y un calor sofocante. Nos vestimos, calentamos la voz con nuestro director, que nos lee extractos de "Nuestro temor más profundo" de Marianne Williamson. Poca importa la manera en que la escritora lo dice. Importa lo que dice. El grupo se siente unido. 
Comienza a entrar el público y nos mantenemos en un silencio total en el cubículo sin aire acondicionado de detrás de la escena, mientras la pequeña sala de teatro alternativa se va llenando de gente y ruidos. Algunos de la troupe andan tumbados o haciendo estiramientos, otros repiten en italiana silenciosa su papel; la mayoría simplemente nos miramos buscando fuerza y tranquilidad.

14 escenas, 12 cambios rapidísimos de escenografía. Todos al escenario de dos en dos, salvo un trío y un monólogo, el mío. Empieza la representación. No sabemos lo que está pasando. Escuchamos casi inmóviles cómo nuestros compañeros defienden el texto, el movimiento, la acción. El tiempo parece no pasar y el nerviosismo llega a hacerse poco llevadero. En cada levísimo tropiezo verbal de quien actúa, con cada frase especialmente brillante nos mimetizamos todos a una. Con preocupación o alegría muda. Como si nos fuera la vida en ello y no estuviéramos escenificando simplemente una muestra teatral de un puñado de aficionados entusiastas. Las agujas del reloj caminan despacio pero tienen el poder de irnos tranquilizando. Cada vez que una pareja regresa al cuarto trastero, los abrazos en silencio, las felicitaciones sin palabras, las sonrisas, los abrazos de aliento se suceden. 

Me toca el turno. Escena 5ª. Un monólogo de 17 minutos. Sola en escena con un vestido viejo, un teléfono, una botella de té a modo de brandy barato y muchos lacasitos de colores que parecen pastillas. Al salir no se ve nada y no distingo más que la luz y el calor fortísimos de los focos sobre el rostro. Todo está oscuro. Quizá así sea algo más fácil pero impresiona. Impresiona también el silencio. Hay miedo a que el texto no salga, preocupación por no recordar hacia dónde moverme. Pánico escénico casi.
Pero después de las primeras líneas las palabras fluyen casi sin yo quererlo y me permiten concentrarme. Oigo risas donde deberían oírse. Todo parece ir funcionando. Conforme avanzan los minutos y la acción el público se va callando, enganchado a lo que se desarrolla en escena. Un par de equivocaciones en el texto y un rápido "mejor sigue como si no hubiera pasado nada que si no se nota" dicho por y para mí misma. Al final, la muerte entra en escena. La de alguien importante que prepara la de mi personaje. No se oye una mosca. La caída del tubo de las pastillas en el foro hace que se desparramen por el escenario y yo quiera salir corriendo de allí con ellas de puro pánico. No estaba previsto pero el mantel ha resbalado y las ha arrastrado consigo.  No hay más remedio que reaccionar: me agacho y me las como del suelo agarrada a la botella de falso Magno - el director dirá después que eso son tablas y mucha gente pensó que formaba parte de la mise en scène-.
Muerte lenta sottovoce. Oscuro. Aplausos. Muchos aplausos. Como los dedicados a todos mis compañeros. 

El segundo acto transcurre veloz gracias a las maravillosas utilleras que hoy no actúan -gracias, gracias Consuelo por liberar el escenario de todas los lacasitos que dejé caer y dejarlo limpio para Carla, Esteban y Elena que iban a continuación-. Finalmente, pasadas las 11 de la noche, salimos a saludar. Cada actor con su pareja en escena o solo. 
Mentiría como una bellaca si dijera que no me gustaron los aplausos. Pero lo que me emocionó de verdad fue estar junto a mis compañeros formando todos una piña. Si algo me ha enseñado este año y medio de hacer teatro con ellos es que son grandes personas individualmente y un equipo maravilloso. Mientras saludábamos iba recordando las horas dedicadas a ensayos, críticas de unos a otros, opiniones, sugerencias, préstamos de vestuario o atrezzo. Y recordaba también los tres días que pasamos juntos en la casa rural de JL compartiendo responsabilidades, empeño, esfuerzo. Se me saltaron las lágrimas de lo bien que me sentía.

La segunda enseñanza que me ha regalado este período es que me gusta mucho subirme a un escenario para dar vida a y ser otro -pero mucho, mucho, mucho-. Que disfruto en escena intentando poner en pie un personaje con sus miserias y sentimientos y tratando de que quien está al otro lado de "la cuarta pared" se emocione con mi trabajo. Les aseguro que es de las sensaciones más maravillosas que existen. Lo mejor que escuché aquella noche es que habían llorado conmigo. 

Ha sido largo, ¿verdad? Les prometo que la segunda parte va a ser mucho más rapidita. Verán:
Hace tres meses que decidí, gracias precisamente a la información de una de mis compañeras, dedicarme a esto, no más en serio pero sí con más horas. Pasé dos exámenes para la Escuela Municipal de Arte Dramático y ayer salieron las listas oficiales. Me han admitido. Hasta 3 días antes de la primera prueba estaba convencida de que no iba a aprobar y lo digo sin la menor falsa modestia. Y después de salir del segundo examen y de una posterior entrevista no sabía qué es lo que iba a ocurrir. 

Les confesaré una cosa. Estoy feliz, triste y aterrada a partes iguales. Feliz porque voy a poder dedicar muchísimo tiempo a formarme como actriz y poco me importa si alguna vez vivo de esto y cobro por interpretar. Estoy triste por tener que dejar a mis compañeros pues han representado, representan y representarán para mí mucho más que un simple grupo de aficionados al teatro. Y aterrada porque la escuela tiene fama de ser muy buena pero también muy exigente. Soy perfectamente consciente de que habrá asignaturas que me costará superar  -los años y el exceso de peso no juegan precisamente a favor para correr 15 minutos dos veces por semana, hacer el pino, dar volteretas y aprender esgrima-, pero pienso intentarlo porque sé que también podré educar la voz, aprender a proyectarla, analizar un texto para encontrar los recursos con los que emocionar al espectador, entrar en contacto con el canto, aprender a recitar el verso del teatro del Siglo de Oro. Son tantas cosas las que me aguardan y tanto por aprender, trabajar y disfrutar que la alegría y el miedo me sacuden alternativamente. 

Ya lo ven, mis queridos lectoyentes. ¡Quién me iba a decir a mí hace dos años que mi vida iba a entrar por esos derroteros! Seré la única cincuentona en una clase de veinteañeros pero no me importa: ellos me aportarán fuerza y energía y yo podré cederles parte de mi experiencia. El entusiasmo será mutuo.
Si lo logro, si consigo licenciarme dentro de 3 años, seré una actriz profesional pero, sobre todo, haré algo que en el fondo he querido hacer toda mi vida. Y si María Galiana empezó en esto a mi misma edad, yo también puedo intentarlo aunque no tenga su calidad humana ni actoral. 

Además... ¡qué narices! Ando yo muy crecidita últimamente, así que ¿saben lo que les digo?:

- "¡Tiembla, Blanca Portillo, que el próximo Max lleva mi nombre..!" 



  Discúlpenme, si les apetece, las ínfulas, los delirios de grandeza y el cuento de la lechera con que les he trufado esta entrada. El domingo me marcho a un pequeño pueblo de Castellón para hacer un curso de vela -culo de mal asiento soy, que diría mi madre- de modo que podrán descansar de tanta autobaba porque tardaré en regresar. En ese interín,  disfruten de un cuadro del Prado que no todo el mundo en la institución sabe valorar -además, como papel tapiz queda bien chulo- y de una de las óperas más hermosas de Gluck, antes de que los del youtube la censuren, borrándola de un plumazo por oscuros intereses de las discográficas.

Por supuesto, háganme el favor de intentar ser felices.



C.W.Gluck (1714-1787) Écho et Narcisse. Libreto de Louis Theodor von Tschudi. Drama lírico. Concerto Köln. R.Jacobs, director. Hamburg Opera Chorus. Vía Arionia Tellus


miércoles, 3 de julio de 2013

Bagatelas XXIV: Sinestesia hermosa y triste








El adiós

Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.

(La mujer lo miraba sin respuesta.)

Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.

(Ella lo contemplaba silenciosa.)

Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras).
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.

                                                A modo de esperanza  José Ángel Valente (1955)







D Shostakovich (1906-1975). Cuarteto de cuerda nº 15 en mi bemol menor, op. 144. Fitzwilliam String Quartet. London/Decca, 1975-1977 




miércoles, 26 de junio de 2013

Cuatro: blanco de vela y verde de añoranza








"Mis balcones son miradores al bullicio y la vida -me escribías-. Desde ellos la contemplo y me sumerjo en ella".

Balcones de la Plaza Mayor que ríe, suena, compra y vende, huele, respira. Amplios, muy bellos, de colores luminosos y limpios.

Desde el primer momento en que los vi supe que eran esos y no otros. En el primer piso, sobre las arcadas que cobijan comercios y portales. Abiertos al espacio abierto. Bullendo hacia el bullicio. Vivos en medio de la vida.
Cada vez que bajaba a la ciudad quería pasar por fuerza por la plaza. Con obstinación y empeño. Para ver la cortina blanca sostenida al aire o quieta, asomada a sí misma o recogida. Y los postigos verdes cerrados o entreabiertos.

Te imagino allí, asomado, como cuando me decías -ahora ya con tu voz suave y enferma- que te gustaba hacerlo a la caída de la tarde, en que el sol anda bajo y el ruido le gana la partida a las sombras.
De aquel hervidero de personas y espacios salieron algunos de tus mejores apuntes de bolsillo.

Y cada una de las muchas veces que pasé por el camino que lleva desde el ferrocarril hasta el agua y la piedra, la vista se me iba a tus balcones. Al verde de su madera antigua. Al blanco de la vela inflada, espejo fiel de la nube que esconde tu recuerdo. 

Y atravesaba la plaza al tiempo que la tristeza lo hacía conmigo. Pasaba del preludio a la fuga sin el consuelo pequeño del silencio...
Por haber llegado irremediablemente tarde a nuestra cita. Porque ya nunca podría contemplarte acodado sobre la barandilla transparente y oscura.




Canción de añoranza

Aunque solo fuera
por ver la claridad de tus ojos mirando al mar.
Aunque solo fuera
por sentir el roce de una presencia.
Aunque solo fuera
para poder decirnos otro adiós serenamente.
Aunque solo fuera
por el suave deslizarse de un tiempo perdido a tu lado.
Aunque solo fuera
para recorrer juntos el bello jardín de tu pasado.
Aunque solo fuera
para que sintieses cómo te echo de menos.
Aunque solo fuera
para reírnos juntos de la muerte.
                                                
                                                                                      Lluis Llach (trad. Paz Juan)                                     


                                    

                                                                              

Ll. Llach (1948). Cant de l'enyor. (Canción de añoranza). En el álbum Maremar. Ll. Llach, letra, música, piano y canto. Ariola y Picap, 1985.

Arvo Pärt (1935). Spiegel im Spiegel (Espejo en el espejo). Filipe Melo, piano. Ana Cláudia, cello. Hugo Freitas, producción. Vía pianosPT


Arvo Pärt (1935). Prelude and Fugue (Preludio y Fuga). Vía margemdarte

viernes, 21 de junio de 2013

Bagatelas XXIII: Verano






                                                    Castilviejo. Acuarela. José María Arévalo

                                                           



                                                           Noche de verano


                                                Es una hermosa noche de verano.
                                               Tienen las altas casas
                                               abiertos los balcones
                                               del viejo pueblo a la anchurosa plaza.
                                               En el amplio rectángulo desierto,
                                               bancos de piedra, evónimos y acacias
                                               simétricos dibujan
                                               sus negras sombras en la arena blanca.
                                               En el cénit, la luna, y en la torre,
                                               la esfera del reloj iluminada.
                                               Yo en este viejo pueblo paseando
                                               solo, como un fantasma.

                                                                                                              Antonio Machado




F.J. Haydn (1732-1809). Die Jahreszeiten. Der Sommer (Las estaciones. El verano) -versión inglesa.
Royal Philharmonic Orchestra. Th. Beechan, director. E. Morison, Nancy; A.Young, Lucas;  MLangdon, Simon. Beecham Choral Society, Denis Vaughan, director. Emi, 1959.