Es seguramente el nudo más usado en un barco. También el más fiable.
Rápido de hacer y aún más rápido y fácil de soltar. Prácticamente ningún aparejo de un velero puede funcionar sin él. El puño del foque o el génova van necesariamente unidos a su driza por uno de ellos. También hace falta para fijar el pajarín a la botavara o para que la escota de la mayor no se salga de sus poleas. No se puede usar otro a la hora de amarrar el chicote del cabo de proa a una boya o cualquier otro tipo de anclaje.
Fuerte y flexible. Poderoso y dúctil.
Imprescindible.
Verán. La semana pasada estuve a punto de tirar la toalla el martes al mediodía. No conseguía hacer un viraje por avante ni una trasluchada como dios manda. Cuando no caía a sotavento, me quedaba proa al viento y el barco se paraba. Faltó muy muy poquito para que me volviera a Madrid. Pero decidí que no había llegado hasta allí para rendirme sin haberlo intentado hasta el final, de modo que me quedé. El miércoles fue bien duro y me lo pasé haciendo triángulos entre tres boyas, y pasando de ceñida a través, de ahí a largo y empopada (orejas de burro incluídas) hasta que la mayor trasluchaba, para orzar otra vez hasta llegar a un nuevo viraje. Así, durante dos largas, mojadas, yodadas y saladas horas en que el sol caía a plomo.
Pero el viernes, mientras navegaba amurada a estribor y en rumbo de ceñida, dando instrucciones a mis compañeros para que cazaran o soltaran velas, sintiendo el viento y el sol en la cara, notando que el velero volaba sobre el agua y respondía con suavidad y precisión al movimiento que era capaz de imprimirle a la caña, tuve la certeza absoluta de que mi vida estaba amarrada fuertemente a la naturaleza y a los que quiero y me quieren con los nudos más seguros e imprescindibles que podía desear.
Les parecerá una estupidez pero en aquel preciso momento mi nombre -tan fugaz y tan corto- creció hasta adquirir todo su sentido, contagiándome y llevando a lo más profundo de mi cerebro y mi ánimo una sensación fantástica de paz que todavía hoy me dura.
Y por un instante brevísimo fui absolutamente feliz
VV.AA. Música brasileña
1 - O Vento (Toquinho)
2 - Aquarela (Toquinho - V. de Moraes)
3 - Sei Lá... A Vida tem sempre razão ((Toquinho - V. de Moraes)
4 - Samba em Paz (Caetano Veloso)
5 - Amor em Paz (Toquinho - V. de Moraes - Azeitona)
6 - A Paz (Gilberto Gil)
7 - A Felicidade (María Creuza - Toquinho - V. de Moraes)
14 comentarios:
¡Madre mía! Pero si nada más que para aprenderse ese vocabulario haca falta más tiempo.
Yo, de verdad, no se cómo lo hace señora mía.
Abrazos admirados.
Soy yo otra vez para decirte que he disfrutado mucho con tu anterior entrada, te lo he dicho allí.
Besos.
Veo que no se te resiste casi nada;) La música brasileña y la felicidad hacen buena pareja.
Besos
Me alegro. Hay que ver qué términos más bien traídos. Seguro que no se puede navegar sin dominarlos como Vd. hace. Un beso y feliz verano, meine Gräfin.
Yo debería saber hacer el as de guia...
De cuando escalaba. Pero de eso hace ya muchos años.
Si nos vemos pronto, (que nos veremos :)me recuerda usted como se hace.
También me alegro de leerla feliz
Petons
todo tiene que tener una explicación, yo al primer momento que te "leí" hablando del as de guía, un nudo que conozco bien además del de los zapatos, me dije: algo me he dejado sin leer así que vamos hasta el final,
Patrona, y si hay que poner al viento un barco para llegar a Instambul, de grumetín cantafados me enrolo.
Un fuerte abrazo
Ese momento en que no tenes el tiempo en que el barco demora en caer, en que hay que corregir, que vas en zig zag y las velas guachas gualdrapean haciendo notar tu falta, o los que te dan indicaciones contrapuestas hacia donde tienes que ir. O en ceñida dicen Uds. (yo a la inglesa digo "de bolina") con mi voz tan femenina (falta que me digan I, I Sir) para que cazen y filen velas cuando toca virar, o cuando el barco se hunde lindo en el agua, el viento parece llevarte en andas y una ola te bautiza o te acaricia, no tiene precio.
Perdon, me olvidaba ¿pasaste la prueba de llevar el barco a ojos cerrados? Otra imperdible.
Al final, logró formar parte del mar, del viento, del vivaquear del velamen, de las corrientes, del esfuerzo de la tripulación, de la sal y del agua que os mecía entre sus manos... Como si se tratara de una orquesta, actuaron de manera tan coordinada, que juntos representaron una oda a la paz, la libertad y la trascendencia.
La mejor de las triadas, sin duda.
Isabel
Jajajaja. Lo del vocabulario fue lo más fácil para mí. No es un mérito: simplemente siempre he tenido facilidad para memorizar palabras nuevas.
Lo de la vela fue otro cantar. Me costó, vaya si me costó. Estoy segura de que al año que viene tendré que comenzar de nuevo si quiero hacer el curso de perfeccionamiento pero, ¡que me quiten lo bailao!
Un abrazo grande, costurera.
Aleste
¿Verdad que sí hacen buena pareja? También las estampas japonesas y las croquetas... Se lo digo yo.
Un beso muy fuerte y hasta Picasso o La Belleza Encerrada.
Gemma
Mi querida MegaMaga. Como le he dicho antes a nuestra costurera Isabel, lo del vocabulario costó bastante menos que la trasluchada. Y lo cierto es que en un barco todo el mundo usa esos términos para entenderse. Le confesaré que me encantó aprender un montón de palabras tan sonoras y hermosas.
Un beso
Fra Miquel
Está hecho lo del as de guía. Espero acordarme para cuando nos veamos... Creo que sí, porque te lo enseñan con un truco mnemotécnico: la serpiente, el lago, el árbol... Sale solo siempre que un sepa cómo se arma el lago... Jajajaja.
Yo también espero que nos veamos pronto.
Un petó ben fort, pater.
Anarkasis
Grumete, fados, Estambul.... ¡Uhmmm! Tiene una pinta magnífica... Yo también me apunto. ¿Le ponemos los diez cañones por banda?
Que sepa, querida, que fue un auténtico placer compartir charla, manteles, compañía y conocimientos de su parte, junto a la familia de Batz... A pesar de la Almudena.
Un beso bien grandote.
Alyx
¡Ay, querida diosa bruja! A mí me gualdapreaban el primer y el segundo día continuamente. No sé cómo lo hacía pero me pasaba la vida teniendo que arribar para corregirlo...
Y tiene Vd. razón. No tiene precio. El agua, la sal y el viento hacen una combinación espléndida.
¿Navegar a ciegas? ¡Madre mía! Pues no me queda a mí para poder hacer eso. Pero también le digo que el catavientos apenas me hizo falta el último día: sabía de dónde venía el viento y con cuánta intensidad solo porque lo sentía en la cara. Fue algo increíble.
Un beso enorme para Buenos Aires.
De Batz
De Batz
Tiene toda la razón del mundo, mi buen Charles. Tuvo que ser algo muy parecido a tocar en un cuarteto. No son malos compañeros de viaje la sal, el viento, las velas.
Creo que la sensación de paz me la quedé para mí solita.
Un abrazo bien grande, caballero.
querida Paz, ¡qué lástima que no estuvieras al mando en Trafalgar!
Me conmueve mucho la mirada de tu padre.
Besos
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